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Sin oposición, Egipto da un paso atrás

Mubarak quiere dejar todo bien atado para las presidenciales del año próximo

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Las elecciones parlamentarias egipcias, cuya segunda vuelta se desarrolló ayer, han terminado de forma ridícula. El Partido Nacional Democrático (PND) del presidente HosniMubarak se ha llevado prácticamente la totalidad de los diputados en juego y ha convertido al país en una democracia monopartidista y sin oposición. El mismo Mubarak, que en las elecciones de 1995 permitió que los Hermanos Musulmanes lograran 88 escaños, la quinta parte de la Asamblea, les ha quitado ahora todos los diputados, de modo que los islamistas retornan a las cavernas y sobre Egipto se cierne de nuevo el fantasma de la violencia.

¿Por qué este paso atrás? Parece que Mubarak no está contento con la experiencia de los últimos cinco años y quiere dejarlo todo bien atado para las presidenciales del año que viene, en las que todavía no se sabe si será el propio Mubarak, o su hijo, el candidato. El presidente, de 82 años y en el poder desde 1981, no ha querido que los islamistas se hagan ninguna ilusión respecto al futuro.

Hay que subrayar que las únicas opciones posibles de Egipto son el PND o los islamistas. No hay una tercera vía. Los liberales sencillamente no existen; son una ingenua invención de los occidentales que creen que se puede exportar la democracia parlamentaria a una región donde no se dan los niveles mínimos en los parámetros social, económico y cultural, por no hablar del religioso.

Precisamente es el componente religioso de los Hermanos Musulmanes, que el Gobierno califica de 'sectario', lo que más ha influido en la decisión de apartar a los islamistas. Pero no se ha de olvidar que el Ejecutivo también ha apartado de las urnas al Wafd, el histórico partido liberal que en la pasada legislatura contaba con unos magros 12 diputados.

De cara al futuro se abre un gran interrogante: los islamistas deben decidir si toleran el fraude electoral y permanecen callados o si se echan al monte, una opción que parece posible, habida cuenta de que no podrán presentar a ningún candidato a la presidencia, puesto que para ello se exige el aval de un número de diputados que los islamistas no tienen.

Los próximos meses serán muy intensos, especialmente si los islamistas, o su sector más radical, deciden reanudar la violencia después de haber sido apartados de las urnas con un manotazo.

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