Este artículo se publicó hace 2 años.
Orbán y el gas ponen en peligro la unidad de la UE ante la nueva fase de la guerra en Ucrania
"No puede ser que hayamos ayudado a Ucrania con 1.000 millones de euros y que esta sea la cantidad que paguemos a Putin cada día por su energía", critica Borrell.
María G. Zornoza
Bruselas-Actualizado a
La Unión Europea ha mantenido solidez en la rapidez y contundencia de sus sanciones contra Vladimir Putin por la invasión a su vecino ucraniano. Los cuatro paquetes de sanciones —el quinto que está cerca de salir del horno— ya afectan a más de 800 ciudadanos rusos implicados en la agresión, al presidente ruso y a los miembros de su gobierno, a los principales oligarcas, al sector de la aviación, de la tecnología, al lujo europeo o las entidades financieras rusas. Pero la unidad ha prevalecido porque hasta la fecha no se ha tocado el asunto más espinoso, que es también el que más impacto tiene para las economías rusas y europeas: la energía.
Se espera que el quinto paquete, que debería recibir la luz verde de los Veintisiete en las próximas horas incluya un embargo al carbón e incluso podría afectar a las dos hijas del presidente ruso. Pero las tensiones crecen a la hora de poner sobre la mesa el petróleo y el gas, las dos fuentes de mayor financiación del Kremlin. Desde el inicio de la invasión, la UE ha pagado a Rusia unos 35.000 millones de euros por su energía, pero de todo ello el carbón representa una parte muy minoritaria.
Los países del Este, especialmente Polonia, Estonia y Lituania están agotando la paciencia con sus aliados europeos. Argumentan que dejar de comprar petróleo y gas ruso de la noche a la mañana hará a los europeos pagar un precio muy importante. "Pero mayor es el precio de no actuar, hay en juego miles de vidas humanas", estiman alegando que el dinero europeo está ayudando a financiar la máquina bélica de Putin. Pero Alemania no cede.
Los países del Este están agotando la paciencia con sus aliados europeos
Pese a la presión interna y externa, el Ejecutivo que lidera el socialdemócrata Olaf Scholz insiste en que su país no puede prescindir del gas ruso de forma inminente, una postura que comparten en Austria. El propio presidente germano Frank-Walter Steinmeier ha entonado el mea culpa y pedido perdón tras reconocer que su país se equivocó a la hora de lidiar con Rusia y aumentar su dependencia energética a través de los polémicos gasoductos del Nord Stream. "No creí que Vladimir Putin abrazara la completa ruina económica, política y moral de su país en aras de su locura imperial", ha señalado el socialdemócrata, que fue ministro de Asuntos Exteriores con Merkel. De hecho, el legado de la ex canciller, quien mantuvo un brazo tibio y cercano con el Kremlin, está siendo cuestionado desde el inicio de la guerra.
En este escenario, y con masacres como la de Bucha planeando, la UE está recibiendo una creciente presión para que imponga un embargo energético total. "La única vía para evitar que la guerra de Rusia se extienda más allá de Ucrania es darnos todo el apoyo. Las máximas sanciones. Todas las armas. La política de no provocar a Putin ha fallado enormemente en los últimos años.
Ayudadnos a contener al diablo ahora o arriesgaos a que Putin ponga a prueba el Artículo 5 [en referencia a la cláusula de defensa colectiva de la OTAN]", ha señalado Dmytro Kuleba, ministro de Asuntos Exteriores ucraniano. Pero las críticas ya no solo llegan desde fuera. También hay una inquietud progresiva en las filas de las instituciones comunitarias. Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, ha advertido de que el petróleo y el gas tendrán que ser incluidos "tarde o temprano". Mientras que Josep Borrell, Alto Representante de Asuntos Exteriores, ha instado a los europeos a mirarse en el espejo de sus contradicciones: "No puede ser que hayamos ayudado a Ucrania con 1.000 millones de euros y que esta sea la cantidad que paguemos a Putin cada día por su energía".
Pero el gran díscolo europeo, que ya amenaza con hacer saltar las costuras de la unidad, es Víktor Orbán. El primer ministro húngaro es el mayor aliado de Vladimir Putin en el bloque comunitario. De hecho, el presidente ruso lo felicitó por su reciente triunfo electoral mucho antes que la mayoría de sus colegas europeos. Orbán lleva su pulso con Bruselas a una nueva fase: la de Rusia. Mientras todos los países se han deshecho en elogios con Volodimir Zelenski, presidente ucraniano, destacando su "admiración y valentía", el premier magiar se ha referido a él como un "enemigo". Y mientras la mayoría de países europeos han expulsado a diplomáticos rusos, el Gobierno húngaro ha llamado a consultas al embajador ucraniano para pedirle que "respete su país".
La guerra en Ucrania entra en una nueva fase. La inteligencia occidental estima que la batalla se concentrará ahora en el Este y apuntan a que el objetivo de Putin es controlar todo el Donbás y unirlo con la anexionada Crimea. Su secretario general, Jens Stoltenberg, ha anticipado este miércoles en el marco de la cumbre ministerial de los 30 aliados que la guerra se prevé larga. En este escenario, la máquina punitiva de la UE también entra en una nueva fase. Y esta es más compleja.
El objetivo de Putin es controlar todo el Donbás y unirlo con la anexionada Crimea
En 42 días de guerra, la UE ha impuesto las sanciones más duras de su historia. Pero se está quedando sin artillería. Desde el inicio, la estrategia fue dosificarlas y aprobarlas de forma gradual, comenzando por las más edulcoradas. Pero en este nuevo terreno, los europeos están obligados a mirar a los ojos el tabú que han evitado desde el inicio de la contienda: embargar el gas y el petróleo ruso e incluir a GazpromBank en el paquete sancionador.
Es en este punto donde se pondrá a prueba la unidad del bloque. Alemania es presa de su dependencia del gas ruso; y Orbán amenaza desde hace semanas con bloquear cualquier medida en el sector energético. De hecho, este ha sido uno de los argumentos que más repitió durante su campaña electoral. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, advierte de que vendrán más sanciones. La clave es cuál será su alcance y si el bloque podrá superar las discrepancias e intereses variados de sus Estados miembros. También parece más que probable que con el paso de los días y con la retirada de tropas rusas del norte salgan a la luz nuevas 'Buchas' e imágenes de una brutalidad indescriptible. Y aquí es donde la respuesta sancionadora de la Unión Europea se pondrá a prueba.
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