La OTAN apuesta abiertamente por el militarismo con la mira puesta en Rusia y China
Incapaz de derrotar a Rusia en Ucrania, la OTAN opta por la carrera armamentística y una política de bloques que desafía a Moscú y Pekín al mejor estilo de la guerra fría.
La OTAN, atrapada en el laberinto ucraniano, ha optado por mostrar los dientes en la cumbre que ha conmemorado en Washington el 75 aniversario de la Alianza. Si bien la guerra ha reforzado a una OTAN alicaída antes de la invasión, la imposibilidad de doblegar a Rusia lanza al bloque atlántico a una carrera militarista sin frenos que enmascara sus fracasos con nuevos objetivos. China es el otro gran enemigo a batir y así lo han declarado los aliados ya sin tapujos.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quiere despedir su mandato (que termina el 1 de octubre) removiendo el avispero de la geopolítica mundial de manos de su obsesión con China. Stoltenberg aprovechó su púlpito en la cumbre de Washington para acusar directamente a Pekín de "facilitar el mayor conflicto reciente en Europa" al "apuntalar la economía de guerra rusa".
Esto lo dijo el responsable de "la alianza más poderosa de la historia", como se ha definido la OTAN a sí misma en la declaración de la cumbre de Washington, un encuentro histórico que ha sentado los planes para seguir alimentando la guerra de Ucrania con miles de millones de euros y disparar, al tiempo, la inversión en defensa y armas de sus 32 socios, con Rusia y China en la mirilla.
La Europa social nunca ha estado tan cerca de convertirse en la Europa militar, con la OTAN como buque insignia y con intereses desde el Atlántico al Pacífico.
"Las ambiciones declaradas y las políticas coercitivas de la República Popular China continúan desafiando nuestros intereses, seguridad y valores", señala la declaración final de la OTAN. El documento denuncia "la profundización de la asociación estratégica" entre Rusia y China "y sus intentos de socavar y remodelar el orden internacional basado en reglas".
China acusa a la OTAN de volver a la guerra fría
En un comunicado de su Embajada ante la Unión Europea, en Bruselas, China respondió a la OTAN y le pidió que "abandone la mentalidad de guerra fría". Al alertar de imaginarias amenazas, la Alianza Atlántica busca "provocar confrontaciones y rivalidades" ahora también en la región asiática, una zona "destinada al desarrollo pacífico y no un campo de lucha para la competencia geopolítica", agrega el documento.
Pekín subrayó que no solo "no es responsable de la crisis de Ucrania", sino que su compromiso "con la promoción del diálogo y la búsqueda de una solución política" a la guerra ha recibido el respaldo internacional. La Embajada china se refería al plan de paz presentado por el presidente Xi Jinping a los pocos meses de comenzar el conflicto y que tanto EEUU como la OTAN desecharon desde un primer momento.
En el comunicado, China también rechazó las acusaciones de que está proporcionando a Moscú bienes de doble uso, drones civiles y productos químicos, presuntamente utilizados por la industria bélica rusa.
La apuesta militarista occidental
Entre las acciones anunciadas en la cumbre de Washington, los jefes de Estado y Gobierno de los 32 países de la OTAN respaldaron la expansión de la industria militar aliada.
"Una industria de defensa sólida es indispensable para mantener fuertes la disuasión y la defensa de la OTAN y seguir apoyando a Ucrania", indicó la Alianza. Ello incluye la producción de armamento y la inversión en defensa, además de las adquisiciones multinacionales de armas (en su mayoría estadounidenses) y la consolidación de cadenas de suministro de armamento crítico.
En la declaración final, la OTAN se vanagloria de que el gasto en defensa de los aliados europeos y Canadá haya crecido un 18% en 2024, "el mayor aumento en décadas", y de que más de dos tercios de los 32 miembros de la Alianza hayan cumplido su compromiso de gastar en defensa al menos el 2% de su PIB anual.
Esta cumbre ha confirmado la apuesta militarista que regirá la política de defensa occidental en los próximos años. Ya en enero, los 32 acordaron la compra conjunta de un millar de misiles antiaéreos Patriot. Ahora, en el marco de la cumbre, la Agencia de Adquisiciones y Apoyo de la OTAN (NSPA) anunció, por ejemplo, un pedido de misiles tierra-aire Stinger por más de 600 millones de euros.
Además, durante los próximos cinco años, los aliados de la OTAN adquirirán miles de baterías de artillería y defensa aérea, y cerca de 850 aviones de combate, en su mayor parte F-35 de quinta generación.
La entrada "irreversible" de Ucrania en la OTAN… cuando sea
Algunos de estos sistemas armamentísticos podrían acabar en Ucrania. Los miembros de la Alianza se comprometieron a "entregar rápidamente capacidades críticas a Ucrania, centrándose inicialmente en municiones y sistemas de defensa aérea y antimisiles".
El objetivo es hacer "irreversible" el camino de Kiev hacia la integración en la Alianza Atlántica. "El futuro de Ucrania está en la OTAN", remarcó la declaración final de la cumbre.
"Afirmamos nuestra determinación de apoyar a Ucrania en la creación de una fuerza capaz de derrotar la agresión rusa hoy y disuadirla en el futuro. Con ese fin, tenemos la intención de proporcionar una financiación básica mínima de 40.000 millones de euros durante el próximo año", señala la declaración de Washington.
Un escudo antimisiles y armas nucleares, el brazo fuerte de la OTAN
Stoltenberg aprovechó para anunciar un nuevo complejo de defensa antimisiles a las puertas de Rusia, en Redzikowo, Polonia, con sistemas de combate Aegis. Estas instalaciones formarán parte de un escudo antimisiles de la OTAN a gran escala destinado a interceptar misiles balísticos.
Según la declaración, "la defensa antimisiles puede complementar el papel de las armas nucleares en la disuasión; pero no puede sustituirlos". Por eso, subraya la OTAN, "la disuasión nuclear es la piedra angular de la seguridad de la Alianza".
Esta frase resumió la hipocresía de más de dos años de guerra en Ucrania, durante los cuales se disparaban las críticas occidentales cada vez que Moscú ponía sobre la mesa el argumento de la disuasión nuclear.
Y añade la declaración por si no quedara claro: "Mientras existan armas nucleares, la OTAN seguirá siendo una alianza nuclear". Prácticamente el mismo argumento ruso.
Por cierto, unos párrafos más abajo, en la misma declaración, los aliados no dudaron en condenar "la irresponsable retórica nuclear" de Rusia.
Una escalada militar "incontrolable" en Alemania
Más importante fue el anuncio conjunto de Alemania y EE.UU. del despliegue en 2026 de misiles de largo alcance en territorio germano. Entre los misiles citados figuran los SM-6, misiles de crucero Tomahawk y otros cohetes hipersónicos que superan las capacidades actuales europeas y el alcance de las armas ahora estacionadas.
El Kremlin respondió inmediatamente a este anuncio, que da un vuelco al tablero estratégico convencional (y nuclear, pues esos misiles pueden portar ojivas atómicas) europeo.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, afirmó que estas acciones de la OTAN "son una grave amenaza para la seguridad nacional rusa". Según Peskov, el progresivo acercamiento de las infraestructuras militares de la OTAN a Rusia justificarán una adecuada respuesta rusa para "contener" al bloque militar occidental.
Según Peskov, la OTAN "confirmó una vez más y de forma clara su esencia: es una alianza creada en una era de confrontación con el propósito de mantener la confrontación" y uno de sus objetivos es "infligir una derrota estratégica a Rusia".
La decisión de llevar esos misiles a territorio alemán, agregó el viceministro ruso de Exteriores, Serguéi Riabkov, supone "una escalada destinada a intimidar a Rusia". Por ello, "sin nervios, sin emociones, desarrollaremos una respuesta militar, en primer lugar, a este nuevo juego", agregó. Esta respuesta rusa podría incluir la fabricación de nuevos misiles con capacidad nuclear y su despliegue en áreas estratégicas que podrían amenazar la seguridad de Ucrania durante décadas o incluso del propio territorio de la OTAN.
El embajador de Rusia ante la ONU, Anatoli Antónov, advirtió de que el paso dado por Alemania y EEUU podría detonar una escalada de tensión "incontrolable". Con esta acción "Washington está cometiendo un error muy serio. Estas medidas altamente desestabilizadoras amenazan directamente la seguridad internacional y la estabilidad estratégica", dijo el diplomático.
Turquía y Hungría, las voces disonantes
No todo fueron parabienes en la cumbre y algunas voces alertaron ante el curso de confrontación en el que se está deslizando la Alianza. Así, el ministro de Exteriores húngaro, Péter Szijjártó, advirtió del "riesgo de escalada" entre Rusia y Ucrania por el apoyo de la OTAN y la insistencia de su entrada en la Alianza, una de las posibilidades que Moscú ha rechazado totalmente.
Más intranquilo se mostró el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, para quien "la posibilidad de un conflicto directo entre la OTAN y Rusia es preocupante". Erdogan instó a los miembros de la OTAN a hacer todo lo posible para evitar esa confrontación. Turquía es uno de los pocos países de la OTAN que se ha mostrado a favor de la negociación con Moscú, al igual que Hungría.
Las críticas de los aliados se centraron en el país centroeuropeo, especialmente por las visitas recientes de su primer ministro, Viktor Orbán, a Ucrania, Rusia y China, nada más comenzar la presidencia de Hungría del Consejo de la Unión Europea. La "misión de paz" abanderada por Orbán en busca de una salida negociada al conflicto chocaba de frente con lo defendido en Washington en estos tres días de cumbre.
Por eso, aunque el resto de países de la OTAN hicieran el vacío a Orbán en Washington, es de prever que en los próximos meses verán cuestionadas desde Budapest algunas de las propuestas en materia de seguridad ya apuntadas.
Esté en connivencia o no Orbán con Putin, como acusan en Bruselas, la brecha abierta en la UE y la OTAN por Hungría es profunda y pondrá en evidencia cualquier nuevo intento de los halcones de la guerra aliados para elevar la confrontación con Moscú.
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