Este artículo se publicó hace 13 años.
Un país y sus huérfanos de Estado
Miles de refugiados vuelven a casa atraídos por una paz de papel
Neveras, camas, cajas entre los árboles y una neblina, con olor a pollo, que lo cubre todo, incluidos los hombres que visten ropas rasgadas y aúpan sus bultos en los camiones.
Están en la orilla, en el puerto de Juba, la capital de la recién nacida República de Sur Sudan. Son ciudadanos del nuevo país que reviven la experiencia de pisar su patria, después de años como refugiados en Jartum.
Los retornados' esperan que un camión los lleve a alguna parte
"Si veo alzarse nuestra bandera me acordaré de los tiempos en los que iba a la escuela, en mi tierra. Y si me dan una oportunidad y logro trabajo en mi país, marcaré la diferencia", comparte lleno de optimismo Emmanuel, sin que su pasado le turbe las ilusiones y aunque su futuro no se presente, por ahora, mucho más brillante.
No sabe siquiera donde va a vivir. Otro campo de refugiados, de momento, pero esta vez en su propia tierra. Él y 300 sursudaneses más llegaron hace cuatro días a su vieja y nueva nación, después de una penosa travesía de tres semanas en dos barcos de carga. Muchas mujeres y niños enfermaron e incluso un bebé perdió la vida.
Emmanuel y sus compañeros de viaje son de los últimos retornados que han logrado volver. Como él, hay más de 300.000, animados por la paz de papel, aunque no real en todo el territorio y la independencia.
Unas 260.000 personas no tienen hogar ni destino
Los hay repartidos por todo el país: algunos lograron ya llegar al pueblo, donde se están construyendo humildes viviendas, aunque apenas tienen posibles para sobrevivir; mientras, otros se acumulan en grandes ciudades como Malakal, esperando que un camión los traslade a alguna parte.
Pero, aparte de los retornados, hay en la zona fronteriza donde sigue la inestabilidad una situación humanitaria catastrófica.
Allí se concentran la mayoría de los desplazados internos, otra porción de población muy necesitada que hereda el nuevo Gobierno sursudanés. Unos 100.000 han huido recientemente de la disputada región de Abyei, mientras que se calcula que todavía hay unas 260.000 personas que no tienen hogar ni destino.
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