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Pakistán arresta a los que llevaron a la CIA al escondite de Bin Laden

La detención de los cinco informantes agrava las tensiones entre Washington e Islamabad

ISABEL PIQUER

Las relaciones entre Estados Unidos y Pakistán están en su punto más bajo. Según publicaba ayer The New York Times en portada, el Gobierno de Islamabad ha detenido a la red de informadores que llevaron a la captura de Osama bin Laden el pasado 2 de mayo, provocando un serio malestar en Washington con un país al que considera clave en la lucha antiterrorista.

El servicio de inteligencia militar, el temido ISI, detuvo a los cinco informantes, incluido un miembro del Ejército paquistaní, que copiaron las matrículas de los coches que entraban y salían del recinto donde estaba oculto Bin Laden, en la zona residencial de Abbottabad, y ayudaron a la CIA a alquilar la casa desde donde vigiló las idas y venidas de los miembros de Al Qaeda.

Los paquistaníes también liberaron a un jefe de Al Qaeda que volvió a la lucha

Poco se sabe de la suerte de los cinco detenidos, pero el asunto ha complicado aún más la cooperación entre los dos países. Este fue uno de los asuntos que abordó la semana pasada el director de la CIA, Leon Panetta, en su última visita a Islamadad como responsable de la agencia, antes de asumir, a principios de verano, el cargo de secretario de Defensa. En Pakistán, Panetta ofreció pruebas de la complicidad de ciertos sectores del aparato de seguridad paquistaní con la red de militantes fundamentalistas.

También se ha sabido ahora que Islamabad liberó en 2007 a Hassan Ghul, uno de los jefes de Al Qaeda que fue capturado por la CIA y detenido en su cárcel secreta de Bagram, en Afganistán, hasta 2006, cuando George Bush decidió devolverlo a Pakistán, con la promesa de que seguiría entre rejas. Ghul no tardó en volver a Al Qaeda, donde siguió organizando atentados.

Ghul formaba parte de la red de Abu Zubaydah, otro de los cabecillas de Al Qaeda detenidos por la CIA, y su testimonio (conseguido bajo tortura) ayudó a identificar al correo que finalmente llevó al escondite de Bin Laden en Abbottabad. La CIA pidió en repetidas ocasiones al ISI que lo detuviera, sin resultado. Ghul también tiene conexiones con otro grupo terrorista: Lashkar-e-Taiba, que opera en la zona de Lahore y organizó los ataques de Bombay en 2008.

EEUU retira a sus asesores militares y teme un freno a sus ataques aéreos

Estos desencuentros, convenientemente filtrados a la prensa, subrayan el creciente distanciamiento entre EEUU y Pakistán, agravado por la crisis que produjo la captura de Bin Laden después de que Washington decidiera no alertar al Gobierno pakistaní de la operación de los Navy Seals, por temor a posibles filtraciones.

El hecho de que el líder de Al Qaeda viviera tranquilamente durante seis años a pocos cientos de metros de la más prestigiosa academia militar de Pakistán también despertó sospechas de complicidades en el propio ISI. Algunos miembros del Congreso barajaron incluso recortar los 2.000 millones de dólares que Pakistán recibe desde el 11-S, una idea de nuevo sobre la mesa con la detención de los informadores.

Tras la muerte de Bin Laden, el presidente Barack Obama intentó limar asperezas al alabar la ayuda de Pakistán en la guerra contra Al Qaeda y afirmar que muy pocos dentro de su propio Gobierno estaban al tanto de la operación ultrasecreta. Islamabad, que lleva años protestando por los ataques estadounidenses con aviones teledirigidos (drones) dentro de sus fronteras, recibió las explicaciones con frialdad.

Ante las revelaciones de The New York Times, una de las portavoces de la CIA calificó a Pakistán como 'un aliado estratégico primordial'. El embajador paquistaní en EEUU, Husain Haqqami, calificó las relaciones bilaterales de 'mutuamente agradables'.

La realidad es otra. En un reciente encuentro a puerta cerrada de la comisión de Asuntos de Inteligencia del Senado, contaba The New York Times, el subdirector de la CIA, Michael Morell, preguntado por uno de los congresistas sobre el nivel de cooperación de Pakistán en la lucha antiterrorista, le dio un 3, en una escala de 1 a 10.

Las relaciones se tensaron el pasado enero cuando un agente de la CIA fue detenido, y casi linchado por una masa enfurecida, en Lahore, por matar a dos paquistaníes que presuntamente le habían atacado. Después de meses de regateo diplomático, el agente, que estuvo encarcelado durante varios meses y debía ser juzgado por la Justicia local, fue entregado a las autoridades estadounidenses. De hecho, Obama esperó a lanzar la operación contra Bin Laden hasta asegurarse de que había sido evacuado del país.

Washington está especialmente preocupado por las interferencias que pueda poner Islamabad a las operaciones de los aviones teledirigidos que, desde la llegada al poder de Obama, han conseguido eliminar a un número importante de responsables de Al Qaeda en las regiones tribales, fronterizas con Afganistán, de difícil acceso y donde no impera ninguna ley. Un problema aún más acuciante si Estados Unidos empieza a replegar sus tropas en Afganistán este verano, como tiene previsto.

Para compensar la retirada, el Pentágono tenía previsto formar equipos paramilitares paquistaníes para luchar contra Al Qaeda y los talibanes, y para ello había mandado a 120 asesores militares. Debido a las recientes tensiones, el programa se ha suspendido y los asesores han regresado a sus bases.

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