Este artículo se publicó hace 16 años.
El Papa critica a las naciones que van perdiendo su fe "bajo la influencia nociva de cierta cultura moderna"
Benedicto XVI denuncia que en esa cultura moderna "existe quien ha decidido que Dios ha muerto"
El papa Benedicto XVI ha afirmado este domingo que "naciones antes ricas en fe y en vocaciones ahora van perdiendo su propia identidad bajo la influencia nociva y destructiva de cierta cultura moderna".
El Papa hizo esa observación durante la homilía de la misa que celebró en la basílica de San Pablo Extramuros y con la que ha inaugurado la XII Asamblea del Sínodo de Obispos, que el lunes empieza sus trabajos.
La misa estuvo concelebrada por 52 cardenales, 45 arzobispos, 130 obispos, 85 presbíteros y 14 miembros de la Iglesia Ortodoxa.
Benedicto XVI denunció que en esa cultura moderna existe quien "ha decidido que 'Dios ha muerto' y se declara 'Dios' a sí mismo, reteniéndose el único artífice de su propio destino y el propietario absoluto del mundo."
Luego preguntó si "cuando se elimina a Dios del horizonte propio, se puede ser ciertamente feliz" para responder después que "al final, el hombre se encuentra más solo y la sociedad está más dividida y confusa".
La victoria de CristoEl Pontífice conectó entonces su discurso con el lema central del Sínodo que gira en torno a "La palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia".
"El mensaje de consuelo que recogemos de los textos bíblicos es la certeza de que el mal y la muerte no tienen la última palabra, sino que al final vence Cristo. ¡Siempre! La Iglesia no se cansa de proclamar esta buena noticia", explicó.
Y añadió: "Renovaremos de forma significativa este anuncio durante toda la XII Asamblea General ordinaria del Sínodo de los Obispos".
Benedicto XVI pidió después "ayuda al Señor, durante las próximas semanas de trabajos sinodales, para rendir siempre más eficaz el anuncio del Evangelio en este tiempo".
Tras la misa, Joseph Ratzinger aprovechó el tradicional rezo del Ángelus dominical para recordar a los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro que la finalidad del Sínodo es "favorecer una estrecha unión y colaboración entre el Papa y los obispos de todo el mundo".
Según el "Instrumentum Laboris", documento de trabajo durante el Sínodo presentado el pasado mes de junio, los obispos católicos están preocupados por el desconocimiento entre los fieles de la Biblia y advierten del peligro de las varias interpretaciones "fundamentalistas" o equivocadas del Antiguo y Nuevo Testamento.
Por ello, uno de los principales objetivos de los obispos será decidir cómo se corrige ese desconocimiento entre los fieles y superar así "la indiferencia, la ignorancia y la confusión sobre las verdades de la fe acerca de la Palabra de Dios".
En el Sínodo, participarán 253 religiosos, de los que noventa proceden de Europa, 62 de América, 51 de Africa y 9 de Oceanía.
Sin embargo, no estarán presentes los obispos de China, al no alcanzar un acuerdo la Santa Sede y las autoridades de Pekín para que se les permitiese salir del país.
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