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El pasado bélico marca el futuro de Sudán del Sur

El nuevo Estado declarará su independencia del Norte el próximo sábado

GEMMA PARELLADA

Omar al Bashir, el enemigo número uno de Sudán del Sur, se sentará en la tribuna de honor el día de su independencia. 'Así está previsto en el Acuerdo de Paz y así esperamos que suceda', asegura Barnaba Marial Benjamin, portavoz de la República de Sudán del Sur, el país que nacerá oficialmente este sábado.

Al Bashir, presidente del país más extenso de África antes del divorcio, representa para los sursudaneses 'el Norte opresor' que les ha maltratado durante décadas, que les ha succionado el petróleotres cuartas partes del oro negro sudanés está en terreno sureño sin desarrollar infraestructuras, educación ni sanidad, además de intentar imponerles una religión, el islam, que era ajena para la gran mayoría y unas leyes que no respetaban su naturalezadiferente.

La región de Abyei aún no ha decidido si se adhiere al Sur o se queda en el Norte

Pero, y sin ir tan lejos, el pasado viernes Al Bashir ordenó a su Ejército 'limpiar de rebeldes' el estado fronterizo del Kordofan del Sur, a lo que han seguido bombardeos aéreos puntuales en la región. La provincia en cuestión y sus montañas Nuba pertenecen legalmente al Norte, pero hay un extenso apoyo popular al movimiento de liberación del Sur. La violencia en Kordofan, junto a la tensión en la zona de Abyei, aún por decidir a qué lado se adherirá, mantienen la frontera candente y sin cerrar.

'Los jallaba (árabes) se atrincheraron aquí alrededor', cuenta Samuel Gai, señalando unos árboles que, a lo lejos, cortan el llano y arenoso paisaje de Ayod, una localidad perdida en la inmensidad de las llanuras del interior, en el estado de Jonglei. Gai es uno de los niños que, tras ser entrenado en Etiopía, formó parte del Ejército Rojo, la rama de menores del Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (el SPLA).

El joven país deberá hacer frente a combates fronterizos y rebeliones internas

'Violaban a nuestras madres, robaban libremente y asesinaban con total impunidad', explica Gai. 'Defender a nuestra gente fue la razón de ser del SPLA', prosigue, aunque reconoce que cuando inició el viaje hacia el campo de entrenamiento no sabía dónde iba.

La diversión de salir con decenas de otros niños a la aventura se fue truncando por el camino al ir perdiendo compañeros por falta de comida o enfermedades. Pero se acostumbró al seguir viendo morir a otros amigos y, ya en la base militar, dejó de dolerle demasiado: 'Mi ilusión se convirtió en pasar a ser lo suficientemente fuerte para sostener el arma, para que me libraran un kalashnikov y poder ir a la batalla real'.

El cuerpo de un tanque oxidado, un lanzagranadas cubierto de enredaderas o una ametralladora que sirve hoy de tiovivo para chavales: en Ayod, los recuerdos bélicos reposan sobre la arena, así como en la mente de sus habitantes. No se asocian solamente al pasado y tampoco se limitan a la lucha contra los jallaba.

El presupuesto militar es tres veces superior al de sanidad y educación juntos

La Segunda Guerra Civil que enfrentó a los sureños con el Norte duró 21 años, hasta que, en 2005, se firmó el Amplio Acuerdo de Paz. Se calcula que cerca de dos millones de personas perdieron la vida en el conflicto. Pero el enemigo no fue siempre, ni lo es hoy, solamente el Norte. El movimiento de liberación sufrió disputas internas en el pasado y actualmente una docena de grupos rebeldes siguen activos en Sudán del Sur.

Las milicias de Peter Gadet, de Johnson Oliny o de Geoge Athor son sólo algunos de los grupos activos en Sudán del Sur, que se calcula pueden llegar a la docena. Sus ideales no están necesariamente vinculados a las etnias, sino que varían desde las quejas contra la corrupción hasta el respeto por las minorías.

El Gobierno acusa a Jartum de estar detrás de ellos, de financiarles y darles armamento, pero, sea verdad o no, las amenazas hacia la débil seguridad del nuevo estado, a dos días de la independencia, siguen siendo un reto prioritario. De ahí, quizás, que el presupuesto para 2011 del Gobierno sursudanés dedique una cantidad tres veces mayor al Ejército y a sus veteranos que a educación y sanidad juntos.

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