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Pekín intenta sabotear la ceremonia del Nobel

Avisa a los europeos de que no vayan a la entrega del premio

DAVID BRUNAT

China está presionando a los países de la Unión Europea para que den la espalda a Liu Xiaobo, el disidente encarcelado que ganó el Nobel de la Paz este año, en la ceremonia de entrega del premio, que se celebrará el 10 de diciembre en Oslo. Varios diplomáticos residentes en Pekín reconocieron ayer que el régimen está convocando a las embajadas europeas a reuniones en las que se les trata de hacer ver lo inoportuno que sería que sus países asistan al acto de entrega del galardón. China tampoco quiere que ningún Gobierno occidental vuelva a reclamar la liberación de Liu o haga más declaraciones de apoyo al que considera 'un criminal'.

'Se están poniendo en contacto de forma discreta, invitando a la gente a pequeñas reuniones para transmitir el mensaje', reconoció uno de los diplomáticos bajo la condición de anonimato. Alemania, Holanda y la República Checa son los países que más han alzado la voz exigiendo la liberación inmediata de Liu Xiaobo. España, por su parte, se ha mantenido en un discreto segundo plano. Una fuente muy cercana al Nobel de la Paz admitió recientemente a este diario su alegría por el apoyo recibido desde Europa, si bien reconocía no haber tenido ninguna noticia de España.

Pekín cuenta con un arma que en los últimos tiempos se ha demostrado casi infalible: los acuerdos comerciales. Todos los gobiernos saben que enojar a China implica poner en peligro los intercambios económicos, algo que muy pocos se atreven a arriesgar en tiempos de crisis.

El presidente Hu Jintao llegó ayer mismo a París para una visita de Estado de marcado contenido comercial. Pekín firmará contratos 'por más de 20.000 millones de dólares', según el Gobierno chino, y apuesta por duplicar el comercio bilateral con Francia en cinco años, informa Andrés Pérez.

Los acuerdos firmados entre Hu y su homólogo francés, Nicolas Sarkozy, van desde la compra por parte de China de 102 Airbus hasta macroinversiones en tecnología de carbón limpio. Francia ha jugado un papel muy reservado en el caso de Liu, cuando tradicionalmente ha sido un defensor de los derechos humanos.

Todavía es pronto para saber si la recomendación de China surtirá efecto en la ceremonia de Oslo. En realidad, ni siquiera se sabe aún quién recogerá el premio y el millón y medio de dólares. Casi un mes después del anuncio del Nobel de la Paz, Liu Xiaobo permanece encarcelado y su esposa sigue bajo arresto domiciliario. Decenas de disidentes, activistas por los derechos humanos, abogados y ONG siguen sometidos a una fuerte vigilancia policial.

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