Este artículo se publicó hace 16 años.
Pekín vigila a los patriotas
El Gobierno teme perder el control del movimiento de rechazo a Occidente
Andrea Rodés
Las oficinas de Propaganda del Partido Comunista de las universidades chinas recibieron el lunes una misión especial: pedir a los estudiantes que se comportaran de manera "racional y calmada" y que controlaran sus emociones nacionalistas y anti-francesas, avivadas por los disturbios que estropearon el relevo de la antorcha olímpica a su paso por París y por la actitud de Francia frente al problema de Tíbet.
Pekín quiere evitar que el tono nacionalista y agresivo que adquirieron el pasado fin de semana algunas manifestaciones en contra de la cadena de supermercados francesa Carrefour, o los continuos ataques verbales hacia los medios de comunicación occidentales, acusados de manipular las imágenes de los disturbios del pasado marzo en Tíbet para estropear la imagen de China, vayan demasiado lejos y pongan en peligro la imagen de la capital de cara a los JJOO.
No sería la primera vez que el sentimiento nacionalista desencadena en violencia. En 1999, cuando la embajada china en Belgrado fue bombardeada de manera accidental por aviones de la OTAN, las protestas violentas en contra de EEUU se expandieron por todo el país. Lo mismo sucedió contra Japón en 2005.
"La mayoría de los estudiantes entiende que hay que mantener la calma de cara a los JJOO, pero algunos han protestado", comentaba ayer el vicesecretario del comité de Propaganda de la Universidad de Comunicación de Pekín, al este de la ciudad.
Al Gobierno chino no le resulta fácil frenar la ola de sentimiento nacionalista desatada entre los jóvenes, en parte gracias a los mecanismos de propaganda oficial.
Los temores a que se produzcan más manifestaciones se ha hecho evidente con la decisión de cancelar el popular festival de rock Midi Festival, previsto para Primero de Mayo, en el parque de Haidian, junto al barrio universitario de Pekín.
Aunque la directiva aún no lo ha confirmado de manera oficial, varios grupos invitados, entre ellos, dos españoles, ya han sido avisados de que sus actuaciones han sido anuladas.
Los jóvenes siguen ofendidos por las protestas protibetanas que estropearon el relevo de la antorcha olímpica y, empujados por todo tipo de rumores falsos, como el que acusa a Carrefour de dar dinero a la causa independentista tibetana, han aprovechado Internet para dar rienda suelta a su patriotismo.
Algunas web muy populares, como sina o sohu, incluso han organizado campañas para enviar miles de banderas nacionales a las comunidades de chinos expatriados en las ciudades por donde pasará la antorcha olímpica durante los próximos días.
Pero la ciberpolicía china, con el objetivo de disminuir el tono anti-occidental en la red, se ha puesto en marcha para hacer desaparecer las imágenes donde se mostraban las protestas frente a los Carrefour y los posts de contenido nacionalista y antifrancés.
Por ejemplo, el de un joven de Shenzen titulado "Qué amargo es ser patriótico", en el que expresaba su enfado después de que la policía le impidiera protestar frente al Carrefour de su ciudad. "Amo a mi país pero hoy he llorado", podía leerse en el post, antes de ser borrado del popular foro online, Tudou.
La ciberpolicía también intenta controlar ahora los ataques de hackers dirigidos contra las páginas web de medios de comunicación occidentales, como la cadena de televisión CNN o la BBC. La web de Carrefour dejó de funcionar este fin de semana por "razones de mantenimiento", aunque se presume que es por razones de seguridad.
La prensa china también ha dejado de mencionar el sentimiento antifrancés que ha empujado a las protestas y la amenaza de boicot a Carrefour, para referirse sólo a protestas "en contra de la independencia de Tíbet".
La agencia de noticias oficial Xinhua llamó esta semana a "concentrar el entusiasmo patriótico en el desarrollo económico", para calmar a los ciudadanos. En un país afectado por graves problemas sociales, como la inflación o la corrupción, el gobierno chino tiene razones para creer que las ansias de protesta puedan contagiarse a otros aspectos, amenazando con desestabilizar el orden social.
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