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Peluquería para cerrar bocas

China inaugura un lujoso centro de prensa para los JJOO, mientras bloquea la labor de los periodistas

 

ANDREA RODES

¿Necesita un masaje, un corte de pelo, una hamburguesa? Los 5.600 periodistas acreditados para cubrir los Juegos Olímpicos de Pekín se encontrarán con todo tipo de facilidades en el interior del moderno centro de prensa, de cuatro pisos, levantado junto al Estadio olímpico. Pero aquellos periodistas que quieran aprovechar su estancia en China para informar más allá de lo que ocurre dentro del Nido de Pájaro, como se conoce al espectacular estadio, tendrán que olvidarse de tantas comodidades. Según el último informe de la ONG Human Rights Watch (HRW), China bloquea el trabajo de los periodistas extranjeros a pesar de su promesa de eliminar cualquier tipo de restricciones a la libertad de prensa durante los JJOO.

Pekín aprobó en enero de 2007 una ley especial que garantiza a los periodistas extranjeros poder ejercer libremente su profesión, eliminando el requisito de pedir autorización para conducir entrevistas o realizar reportajes de investigación. Pero la ley no se aplica con rigor. Las ONG de derechos humanos y asociaciones de prensa extranjera en China denuncian los impedimentos que sufren los periodistas cuando intentan investigar sobre temas 'sensibles', como la corrupción inmobiliaria, la masacre de Tiananmen en 1989, la secta Falun Gong o la relación de Pekín con Corea del Norte. El Tíbet permanece cerrado a la prensa extranjera desde mucho antes de las revueltas de marzo y parece improbable que Pekín permita el acceso antes de los Juegos.

Las restricciones que sufren los extranjeros no son comparables a los extremos niveles de censura, intimidación y falta de libertades que sufren los periodistas chinos. Pekín prohibió a los medios de comunicación locales publicar cualquier artículo crítico con los JJOO, 'convirtiendo a los periodistas extranjeros en el único recurso para informar de hechos cruciales que ocurren hoy en China', señala el informe de HRW.

'Acataramos con rigor las regulaciones pertinentes para el trabajo de periodistas extranjeros', dijo Li Changchun, miembro del Politburó del Partido Comunista. Tanto el Comité Olímpico Internacional como el Gobierno chino insisten en que la libertad de prensa estará garantizada, pero las dudas crecen a medida que se acerca el 8 de agosto. Los periodistas que empiezan a llegar al centro de prensa podrán comprobar que, después de pagar los 3.500 yuanes (350 euros) que cuesta la conexión a Internet durante el mes de los JJOO, la Red sigue censurada.

Li expresó su deseo de que los extranjeros puedan realizar una cobertura plena de los JJOO y decir al mundo 'la verdad' sobre China, explicar los aspectos más novedosos unos Juegos 'high tech, verdes y populares'. Las cuatro salas de conferencia del centro de prensa fueron bautizadas con nombres de plantas arraigadas a la cultura tradicional china: pino, bambú, orquídea y ciruelo en flor, el 'símbolo de la alegría, la felicidad y la paz'.

'Estos Juegos significan mucho para China', dice con orgullo Hao Tong, uno de los cientos de voluntarios que pasean arriba y abajo por los pasillos del centro, comprobando que todo funciona antes de la llegada masiva de periodistas. Durante los JJOO, Hao vendrá seis días a la semana. Sólo espera no tener que madrugar tanto
como el pasado viernes, un día de tráfico espantoso, niebla espesa y contaminación, habitual en Pekín.

Las autoridades esperan solucionar esos problemas a partir del 20 de julio, cuando empiecen las restricciones al tráfico y a notarse el efecto del cierre de fábricas de los
alrededores. Pero, mientras no exista libertad de prensa en China, denunciar estos problemas seguirá siendo una tarea de los temidos periodistas extranjeros.

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