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Pescadoras en un mar de piratas en Somalia

Bajo los primeros rayos de luz, unas pescadoras lanzan las redes sobre la arena antes de preparar las barcas con las que marcharán mar adentro en busca de algo de comer. Mientras los somalís intentan sobrevivir gracias a su mar, los piratas parecen haber regresado tras años de inactividad.

Grupo de mujeres en Bandar Beyla (Somalia) /RBC Radio

JÈSSICA MARTORELL (EFE)

Bajo los primeros rayos de luz, unas pescadoras lanzan las redes sobre la arena antes de preparar las barcas con las que marcharán mar adentro en busca de algo de comer. Mientras los somalís intentan sobrevivir gracias a su mar, los piratas parecen haber regresado tras años de inactividad.

En Bandar Beyla, una pequeña localidad costera en la región semiautónoma de Puntland (noreste), su población depende exclusivamente de la pesca, y fue uno de los principales focos de la piratería cuando alcanzó su pico entre 2010 y 2012.

Para combatir la piratería, programas de formación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han enseñado, especialmente a los más jóvenes, un nuevo oficio con técnicas de pesca y de creación de barcos más seguros.

A diario, Johro Said Imaan acude junto a otras mujeres a la playa para prepararlo todo antes de que los pescadores salgan a faenar. Cada vez le resulta más difícil sacar adelante a sus diez hijos, ya que el precio de la comida y el agua han aumentado debido a la grave sequía que desde hace meses afecta al país.

"La pesca ilegal cerca de la costa está dificultando mucho más la faena. Hay escasez de peces y también de ingresos", explica esta mujer somalí de 40 años mientras revisa las redes, tejidas por sus propias manos.

Said es presidenta de la Asociación de Mujeres de Bandar Beyla, desde donde se apoya a las mujeres del pueblo a través de programas de educación y formación para mejorar sus negocios. Unas tienen barcas y otras venden y gestionan el transporte de la mercancía a otras poblaciones.

"Antes los ingresos de nuestras familias venían del ganado y de la pesca. Ahora con la sequía dependemos exclusivamente de la pesca", afirma.

Aunque les cuesta hablar abiertamente de ello, muchas tienen a su marido en prisión por su vinculación en la piratería, por lo que su familia depende ahora de ellas.

Según cifras de la ONU, cerca de 1.300 piratas han sido procesados y encarcelados en los últimos años.

Cuando Said habla del futuro, solo mira hacia el mar y advierte de que "si no se frena la pesca ilegal, los peces se acabarán". Las mujeres que hay alrededor la miran y asienten.

En los últimos meses, ha aumentado el numero de pesqueros internacionales frente a las costas de Somalia, donde, sin licencia, no se puede pescar a menos de 200 millas, explica un experto en la zona que prefiere guardar el anonimato.

Aunque se teme que se trata de pesca ilegal, confiesa que es muy difícil controlar qué embarcaciones cuentan con licencia del Gobierno o si emplean el arrastre, una técnica no permitida por la legislación somalí porque destruye los arrecifes y las zonas rocosas, fuente de sustento de los pescadores locales.

Mientras los residentes se quejan de los estragos de la pesca ilegal, en las últimas semanas piratas somalís han lanzado varios ataques tras años de inactividad, lo que ha encendido la alarma ante la comunidad internacional.

Si no se actúa de inmediato para frenar esta situación, Somalia sufrirá a mediados de 2017 una nueva hambruna

El último de estos ataques ocurrió el pasado 1 de abril en Puntland, cuando asaltaron una embarcación india y secuestraron a sus tripulantes, que fueron liberados por las fuerzas de seguridad diez días después.

Ante la vuelta de los piratas, la ONU ha pedido más vigilancia en esta parte del océano Índico, donde la seguridad había mejorando sustancialmente en los últimos años gracias, en parte, a la Operación Atalanta, puesta en marcha en 2008 por la Unión Europea.

Sin embargo, algunos expertos apuntan a que estos últimos ataques son diferentes a los que se produjeron en el pasado, por lo que podrían haber sido perpetrados por pescadores locales ante el aumento de barcos internacionales frente a sus costas.

Muchos piensan que la piratería nunca se fue de Somalia, sino que ha estado contenida por la mejora de la industria del tráfico comercial marítimo, los equipos de seguridad y los programas de apoyo a las comunidades locales.

Mientras la vuelta de los piratas preocupa a la comunidad internacional, los somalís luchan cada día para sobrevivir como pueden a la grave sequía y a un nuevo brote de cólera que ya ha provocado centenares de muertos.

Si no se actúa de inmediato para frenar esta situación, Somalia sufrirá a mediados de 2017 una nueva hambruna, como la ocurrida en 2011, cuando murieron unas 260.000 personas.

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