Este artículo se publicó hace 17 años.
Los piratas de Somalia van a por botines más jugosos
La inestabilidad del país favorece los secuestros de barcos
Hace meses que navegar por aguas de Somalia es una actividad de alto riesgo, y la cifra de trece barcos secuestrados en lo que va de año da buena cuenta de ello. Hasta ahora los barcos asaltados eran de pescadores o de mediano tamaño, pero el último secuestro ha sido de un carguero para el transporte de productos químicos de 12.000 toneladas de peso muerto.
La Oficina Marítima Internacional, con base en Kuala Lumpur, dio ayer la alarma. El domingo recibió una llamada de auxilio desde el Golfo
de Adén del barco, de propiedad japonesa y con bandera
de Panamá.
"El barco fue atacado a 70 millas náuticas de Caluula, en el noreste de Somalia, en la zona del Golfo de Adén", confirmó a Público por teléfono Andrew Mwangura, director del Programa de Asistencia a Navíos en el Este de Africa.
"Es la primera vez que se produce un secuestro de barco comercial en esa zona del Golfo", añadió Mwangura desde Mombasa (Kenia). El trayecto está de camino al transitadísimo Canal de Suez.
Los 23 tripulantes, nacionales de Corea del Sur, Filipinas y Birmania, "mantienen la calma", dijo Mwangura.
El Programa de Asistencia a navíos recomienda a todos los barcos que no tengan mercancía para descargar en Somalia y que se mantengan alejados de la costa. A los que deben descargar mercancía, como los barcos con ayuda humanitaria del Programa Mundial de Alimentos -varios
de los cuales han sufrido secuestros- les recomienda llevar escolta.
Somalia vive una situación de violencia y anarquía desde el derrocamiento del dictador Mohammed Siad Barré en 1991. Entre junio y diciembre de 2006 la capital, Mogadiscio, y casi toda la mitad sur del país estuvieron bajo control de la Unión de Tribunales Islámicos (UTI), que impuso el orden en poco tiempo. Los ataques a navíos disminuyeron.
Pero la UTI fue expulsada la pasada Navidad por tropas de Etiopía aliadas al poco popular Gobierno de Transición. Desde entonces, el orden que habían impuesto los tribunales islámicos se evaporó y los secuestros han vuelto a incrementarse. En la actualidad, cinco barcos permanecen secuestrados: dos pesqueros tanzanos, un navío de Taiwan y el carguero japonés.
El Gobierno, demasiado ocupado en combatir una creciente insurgencia en la capital, no funciona como autoridad competente y rara vez va más allá de condenar el incidente.
El terreno está abonado para que florezca el negocio de secuestros. Según Mwangura, las peticiones de los secuestradores no son públicas, ya que se negocian directamente con el propietario del barco, pero pueden rondar los 150.000 dólares.
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