Este artículo se publicó hace 16 años.
Los porteños pelean entre manifestarse o circular
El alcalde de Buenos Aires quiere restringir las protestas callejeras
En el rico barrio bonaerense de Puerto Madero, el martes hubo dos cortes que paralizaron el sur de la ciudad por un par de horas.
A golpe de bombo y platillo, y bajo el grito de “Vida sí, Botnia no”, los asambleístas de Gualeguaychú se acercaron al embarcadero de Buquebus para protestar por la instalación fábrica de celulosa finlandesa en la localidad uruguaya de Fray Bentos.
En el otro extremo del barrio, los 106 trabajadores despedidos del casino flotante se enfrentaron a pedradas con los efectivos de la Prefectura mientras intentaban impedir el paso de los buses que trasladaban a los que no han sido echados.
Éstos, también se manifestaron en la puerta del casino al grito de “Ó-le-lé, ó-la lá, somos mayoría, queremos trabajar”. A diferencia de los anteriores, éstos no fueron reprimidos.
Desde la crisis de 2001 la capital argentina es escenario constante de cortes de calles. Al principio, los piqueteros contaron con la comprensión de los porteños pero tras seis años sin tregua están enfurecidos. La Unión Obrera de la Construcción tuvo que pedir perdón por el caos organizado el 19 de dicembre cuando cortó 39 puntos de la ciudad.
Para evitar “el atropello de los vecinos”, el jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri ha decidido meter el bisturí y regular dos derechos contrapuestos: el de manifestarse y el de circular. Avalado por el 61% de los votos, Macri quiere que las manifestaciones en la ciudad de Buenos Aires necesiten un permiso del Ministerio de Seguridad porteño y se realicen de forma ordenada para no generar más problemas de circulación en el ya caótico tránsito porteño.
Una alta fuente oficial dijo a Público que la medida busca “limitar las marchas sistemáticas de grupos profesionales” y no las “espontáneas”.
Multas de hasta 230 euros
El fiscal general de la ciudad, Gustavo Garavano, adelantó que identificarán a los piqueteros que organicen protestas por fuera de la ley, que serán castigados con multas de hasta 230 euros o trabajos comunitarios de hasta cinco días.
“Vamos a ir contra los responsables, los líderes de las organizaciones, contra los que arman estas marchas”, dijo. Los piqueteros consideran que pedir permiso quitará fuerza a sus protestas. Uno de ellos, el titular del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados, Raúl Castells, calificó la medida de “represiva” y anunció una marcha para el viernes en el centro de la ciudad.
Los asambleístas de Gualeguaychú subrayaron su derecho a protestar en las calle. “Nosotros somos pacíficos, pedimos permiso y nos vamos a seguir manifestando mientras Botnia siga en pie”, dijo uno de los líderes, José Pouler, quien organizó cual Ejército a 300 manifestantes que cortaron una avenida transitada por camiones de carga.
Bajo un calor inaguantable, los mismos camioneros que en otras oportunidades tomaron la ciudad, no tardaron en hacer sonar sus bocinas y volver inaudible el mensaje de los asambleístas. Pero finalmente, pudieron entregar sus panfletos de forma pacífica a los argentinos que viajaron a Uruguay en el cambio de quincena.
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