Cargando...

Las primaveras árabes siguen marchitándose

Las revueltas árabes cumplen seis años. Las generaciones que las provocaron no han recogido su fruto; al contrario, la mayoría de los países protagonistas han experimentado un retroceso en su nivel de vida y de libertades. Una idea que algunas veces se ha arrojado sobre la mesa, un plan Marshall, tiene ahora más sentido que nunca.

Publicidad

imagen de archivo de una protesta en Túnez. EFE

JERUSALÉN - Las revueltas populares que se iniciaron espontáneamente en Túnez ahora hace seis años echaron a cuatro jefes de Estado pero de ninguna manera han respondido a las expectativas democratizadoras que suscitaron en ciertos ambientes del mundo árabe y particularmente en Occidente.

Publicidad

La revuelta de Túnez, inicialmente desprovista de connotaciones ideológicas, exigía justicia, dignidad y prosperidad económica, y es precisamente a causa de estas exigencias por lo que se distinguía de protestas anteriores, aunque las resonancias que tuvo en otros países enseguida adquirieron tintes políticos y a menudo sectarios.

Click to enlarge
A fallback.

La doctrina de apartar a los dirigentes autoritarios para implantar “democracias liberales” ha socavado la misma esencia de esas sociedades

Las características sociales y religiosas de los países árabes no se tuvieron en cuenta en Occidente. Apenas unas semanas después de Túnez, el presidente Barack Obama desoyó las súplicas del autoritario Hosni Mubarak y lo dejó caer en Egipto dejándose arrastrar por lo que en todo el mundo ya se conocía como “primaveras árabes”.

Publicidad

Imagen de archivo de una manifestación en Siria. REUTERS

Los “grandes hombres” que han tratado de gobernar por encima del sectarismo han sido combatidos por Occidente, y muy particularmente por el Reino Unido, desde donde se han promovido, y desde donde continúan promoviéndose, líderes sectarios y débiles susceptibles de ser manejados y manipulados por las peculiares democracias occidentales.
Los conflictos religiosos que existen en ciertos países de la región, y que son azuzados por los países suníes con Arabia Saudí a la cabeza, han complicado más las denominadas “primaveras árabes”. Esto ha ocurrido en Bahrein, Siria y Yemen.

Los “grandes hombres” que han tratado de gobernar por encima del sectarismo han sido combatidos por Occidente

Publicidad

En el dramático caso de Siria, Arabia Saudí y los demás países suníes del Golfo han contado con el apoyo de Estados Unidos, cuyo último embajador en Damasco, Robert Ford, contribuyó de una manera destacada a desestabilizar Siria recorriendo las ciudades del país y fomentado las revueltas durante su estancia en Damasco.

En el caso de Siria, Arabia Saudí y los demás países suníes del Golfo junto a Estados Unidos cuyo último embajador en Damasco, Robert Ford, contribuyeron a desestabilizar el país

Publicidad

Los responsables de todo este magno desbarajuste son conocidos y tienen nombres y apellidos. Ahora están en algunas de las principales universidades americanas y en centros de estudios estratégicos que marcan las políticas de Washington. Nadie les ha pedido cuentas por lo que han hecho.

Publicidad