Este artículo se publicó hace 13 años.
Principio de acuerdo en EEUU para bajar el déficit en 3,7 billones
Este acuerdo, anunciado ayer por Obama, es el primer paso para evitar una suspensión de pagos
Isabel Piquer
Las negociaciones para elevar el techo de la deuda estadounidense antes de la fecha tope del 2 de agosto han tornado en la esquizofrenia. Mientras el presidente, Barack Obama, anunciaba ayer por sorpresa un principio de acuerdo con los republicanos en el Senado, el Tea Party forzaba una votación en la Cámara de Representantes para obligar al Estado a limitar sus gastos, en un pulso simbólico con la Casa Blanca.
En una comparecencia ante la prensa que se conoció con tan sólo 20 minutos de antelación, Obama anunció un plan propuesto por un grupo de senadores demócratas y republicanos, "el club de los seis", que recortaría el déficit del Estado en 3,7 billones de dólares para la próxima década, un acuerdo ambicioso que el presidente calificó de "paso muy significativo".
El anuncio llegó después de un parón de cinco días en las conversaciones cuando ambos bandos parecían atrincherados en sus posturas ideológicas, incapaces de alcanzar un compromiso. La iniciativa conjunta, de la que se saben pocos detalles, incluiría tajadas significativas en la cobertura médica de mayores (Medicare) y desfavorecidos (Medicaid), recortes a los que Obama ha accedido para intentar resolver el déficit crónico de Estados Unidos. También se descuenta una subida en la recaudación de impuestos de un billón de dólares, procedente de recortes en algunas exenciones fiscales.
La propuesta se parece bastante al plan inicial de Obama y a las conclusiones de una comisión bipartita del Congreso sobre la reducción del déficit del pasado diciembre, que fueron ignoradas por la Casa Blanca y por los conservadores. Los senadores por Oklahoma e Idaho, los republicanos Tom Burn y Mike Crapo, y los demócratas de Dakota del Norte e Illinois, Kent Conrad y Richard Durbin, trabajaron durante meses para sacar una iniciativa basada en la propuesta de la Comisión que fuera aceptable para ambos partidos.
Ayer, Obama reconoció que todavía queda mucho por hacer. "Será difícil, será duro" llegar a un acuerdo, dijo el presidente, "nos quedan arduas negociaciones hasta conseguir hacer algo". Con su anuncio sorpresa, consiguió al menos arrebatar los titulares a los conservadores para conseguir el respaldo de la opinión pública, que mira anonada lo que está pasando en Washington.
El tiempo apremia. Estados Unidos superó en mayo el límite legal de la deuda de 14,3 billones de dólares. La Casa Blanca ha impuesto la fecha del 2 de agosto para aprobar un plan. El Centro Bipartidista sobre Política (BPC, en inglés) ha calculado que, sin aumento del tope, el Gobierno ya deberá en agosto una suma cercana a los 306.000 millones de dólares.
En la Cámara de Representantes la votación, que aún no se había realizado al cierre de esta edición, para obligar al Estado a recortar los gastos fue pura maniobra política. Los conservadores, mayoría en la Cámara Baja, sabían que la medida nunca obtendría la aprobación del Senado, en manos demócratas. El plan de "cortar, limitar y equilibrar" el presupuesto aprobó elevar el tope de deuda hasta 2,4 billones de dólares y lo equiparó a un mayor control del gasto público, al pedir recortes por 2 billones de dólares y una enmienda constitucional a favor de presupuestos equilibrados.
"Lo que estamos viendo es pura pose de Washington, teatro Kabuki", denunció el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney. El Gobierno afirmó que el plan de los republicanos significa recortar 400.000 millones del presupuesto anual, y amenazó con vetar la medida, en el caso extremadamente improbable de que llegue hasta el despacho oval para su ratificación. Incluso el presidente de la Cámara, el republicano John Boehner, reconoció lo simbólico del gesto de los elementos más radicales de su partido. "Pasemos por esta votación y luego tomemos decisiones sobre lo vaya a pasar luego", admitió Boehner la semana pasada.
A vueltas con el plan BMientras, el Ejecutivo trabaja en un posible plan B, por si no se cierra un acuerdo global. Entre bastidores, los líderes de ambos partidos en el Senado, el republicano Mitch McConnell y el demócrata Harry Reid seguían anoche negociando una solución intermedia, con una maniobra legislativa en la que ninguna de las partes tendría que asumir la responsabilidad política de este embrollo de cara a las presidenciales de 2012.
La maniobra legislativa propuesta por McConnell y respaldada por Reid, permitiría a Obama subir el techo de la deuda hasta 2,5 billones, en tres tandas, antes de noviembre de 2012, a cambio de comprometer una serie de recortes por 1,5 billones en la próxima década. Significaría un aumento inmediato de la deuda de 100.000 millones de dólares alejando el fantasma de la suspensión de pagos. El Senado votaría en contra de elevar el techo de gasto, Obama opondría su veto y la norma sería aprobada. Una maniobra tan complicada como arcaica que muchos no saben muy bien cómo explicar.
La agencia crediticia Moody's advirtió de que este plan B no sería suficiente para evitar una revisión negativa de la deuda estadounidense. Además, ha puesto en observación a los estados más dependientes de la ayuda federal: Maryland, Carolina del Sur, Nuevo México, Tennessee y Virginia, por si suspenden pagos.
El Senado podría votar la medida esta misma semana pero le espera una ardua batalla en una Cámara donde los representantes del Tea Party tienen más peso. El plan "socava la ideología que dio la victoria a los republicanos" en las pasadas legislativas de 2012, dijo Ryan Hecker, del Contract from America, uno de los grupos de la nebulosa ultraconservadora, "lo que McConnell hace es darse por vencido".
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