Este artículo se publicó hace 14 años.
Una provocación militar de Pyongyang
El bombardeo de artillería del martes por parte de Corea del Norte contra una isla surcoreana no es un acto casual ni una reacción a las maniobras militares de Corea del Sur. Tampoco es la primera provocación de Pyongyang, sino una más desde la firma del armisticio en 1953. Sin embargo, es la primera vez que las fuerzas norcoreanas atacan a civiles. ¿Por qué ahora y con qué objetivo se lleva a cabo esta provocación militar?
La razón principal podría ser que Corea del Norte quiere demostrar su supervivencia y su capacidad de actuación, a pesar de las dos resoluciones de sanciones la ONU. Pyongyang, en una situación cercana al colapso económico, ha encontrado en las armas nucleares un instrumento de negociación. El régimen decidió desarrollar esa arma desde los años sesenta, construyendo su laboratorio nuclear en 1964 en Yongbyon. Desde entonces, no ha cesado de desarrollar su programa nuclear, aunque ocasionalmente haya anunciado paralizaciones del mismo según convenía a la coyuntura política. En febrero de 2005, una vez obtenida la tecnología para la realización de ensayos nucleares, el régimen norcoreano dio a conocer que poseía este tipo de armas. En octubre de 2006, anunció su retirada de las negociaciones a seis bandas sobre la desnuclearización de la península y que reunían a las dos Coreas, China, EEUU, Rusia y Japón. Hasta esa fecha, Corea del Norte utilizaba esas negociaciones en beneficio propio, como muestra de voluntad negociadora. Pyongyang tiene claro que disponer del arma nuclear es la única baza de que dispone en el juego con las grandes potencias y Corea del Sur. No será fácil para la comunidad internacional conseguir que el régimen norcoreano abandone tan valioso instrumento y menos aún como quiere EEUU: un desarme completo, verificable e irreversible.
Corea del Norte no conseguirá nada con amenazas y actos de violencia
La segunda razón del ataque apunta al deseo de obtener una posición ventajosa cara a la reanudación de las conversaciones a seis bandas, cuyo objetivo principal la desnuclearización de la península coreana no sólo no se ha conseguido, sino que está más lejos de lograrse desde que Corea del Norte realizó sus ensayos nucleares. Los otros cinco actores buscan otros parámetros de negociación para conseguir desmantelar la capacidad nuclear norcoreana.
Un tercer motivo podría dirigirse al intento de Pyongyang de hacer publicidad del liderazgo de Kim Jong-un, hijo del dictador Kim Jong-il, y recientemente ascendido a general, como un paso más en su designación como sucesor.
Un examen de la historia de las relaciones norte-sur en Corea muestra que las provocaciones de Corea del Norte se han realizado siempre de una manera calculada, en función de la situación política y de las ventajas a obtener. Pyongyang es consciente de que Corea del Sur y sus aliados están dispuestos a ser tolerantes para evitar que se llegue a un enfrentamiento generalizado. Sin embargo, esta última provocación contra civiles parece haber colmado la paciencia del Sur: el presidente Lee declaró que habrá represalias "severas" si ocurriera otro acto similar.
El conflicto en la península coreana afecta a la seguridad de Asia
El conflicto en la península coreana no sólo afecta a los dos protagonistas, sino también a la seguridad del noreste de Asia y de la comunidad internacional. El terrorismo es uno de los temas actuales de mayor preocupación. En este sentido, se podría decir que Corea del Norte sopesó el riesgo de un eventual uso del arma nuclear en un territorio pequeño y poblado como es la península coreana. Tal uso no sólo afectaría al sur de la península, sino a toda ella. Lo que sí resulta más preocupante es la posibilidad de la exportación de la tecnología nuclear a otras dictaduras que justifican el terrorismo.
Corea del Norte debe reconocer que no podrá conseguir sus objetivos con amenazas y violencia. Y sólo mediante su cooperación con la comunidad internacional, sin armas nucleares, podrá ofrecer la garantía de una vida mejor a su pueblo.
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