Este artículo se publicó hace 16 años.
La recesión mundial deja a China en el paro
Más de 7.000 empresas han cerrado o quebrado este año por culpa de la crisis económica en la ciudad de Dongguan, donde se produce la mayor parte de las exportaciones del gigante asiático
Andrea Rodés
Su Hai Jie mira su plato de pollo frito con arroz con expresión aburrida. Es mediodía, su jornada laboral ha acabado y come solo en un sencillo restaurante para trabajadores de Dongguan, en el sur de China. El silencio del comedor y el poco tráfico de camiones en la calle no son la estampa habitual en esta ciudad industrial, en el Delta del Río Perla, de donde salen la mayor parte de las exportaciones de China al mundo.
Desde hace unos meses, "en la fábrica apenas hay trabajo", dice Su, empleado en una planta de moldes de plástico para complementos de teléfono móvil. Hasta octubre, Su apenas tenía tiempo para salir a almorzar. Pero con la caída de los pedidos del extranjero por culpa de la crisis, su empresa se vio forzada a bajar el ritmo de producción. "Sin el dinero de las horas extra es imposible sobrevivir aquí", explica Su, que emigró a Dongguan hace dos años desde Guangxi, donde viven su mujer y su hijo. Sus ingresos se han reducido al salario básico: 770 yuanes al mes, unos 88 euros. "Si cierran la fábrica, no tendré más remedio que regresar", añade Su, acercándose el plato a la boca para no echar a perder ni un grano de arroz.
En Guangdong este año han cerrado o quebrado más de 7.000 empresasEl dilemaVolver a casa o esperar. Éste es el dilema de millones de inmigrantes que se han quedado sin trabajo en la provincia de Guangdong, donde más de 7.000 empresas han cerrado o quebrado este año. La culpa es de la caída de las exportaciones a consecuencia de la crisis financiera global y de una nueva ley laboral, que encareció los costes laborales de la mano de obra desde su entrada en vigor, en enero de 2008.
"No creo que vuelva a Dongguan, aquí no hay trabajo", dice la diminuta He Xiao Yan, una inmigrante de 25 años, sentada sobre su maleta de imitación frente a la estación de ferrocarril. Quedan dos horas para que salga el tren a su ciudad, en la provincia Hebei, y He se entretiene enviando mensajes con el móvil. La estación está llena de jóvenes inmigrantes que, como He, se van de las fábricas al bajar la producción. "Trabajar no me tenía cuenta", dice He. Sin posibilidad de hacer horas extras, He, empleada en una fábrica de plásticos, cobraba alrededor de 650 yuanes mensuales, 70 euros. A lo que hay que descontar 120 yuanes para las comidas y el alojamiento en la fábrica.
Recortando horas extras, los empresarios de Guangdong han forzado la marcha de miles de inmigrantes y se han ahorrado las indemnizaciones por despido exigidas por la nueva ley laboral.
"De momento, voy a disfrutar de las vacaciones de Año Nuevo", dice He. En Hebei están sus padres y su hijo de tres años, que viven con el dinero que les enviaba cada mes. La crisis ha llegado pocos meses antes del inicio de las vacaciones del Año Nuevo Chino, el 24 de enero, la única ocasión de volver a casa para los más de 150 millones de emigrantes chinos que trabajan en fábricas o en proyectos de construcción en las grandes ciudades. Muchos se ven ahora "forzados" a empezar las vacaciones antes de tiempo, sin saber lo que harán después.
"Me gustaría encontrar un trabajo en Hebei", dice He. "Aunque allí también pagan miseria". Los carteles luminosos de las cantinas de la estación de Dongguan "cocina de Sichuan", de Hebei... aquí hay comida de todas las partes de China iluminan los rostros de los inmigrantes que van llegando. Según el China Daily, desde octubre llegan cada día entre 60.000 y 70.000 inmigrantes a la estación de Cantón, origen de la mayoría de los trenes de larga distancia de la región. "Esta crisis es mala para nosotros, pero no afectará a los jefes", dice Yao, un inmigrante de 27 años, mientras espera el tren a Hunan.
Se mueve nervioso por la estación, fuma cigarrillos sin parar y cuchichea con un ex compañero de dormitorio. Los dos perdieron su trabajo el 25 de octubre, cuando quebró la empresa hongkonesa de teléfonos móviles en la que trabajaban desde hacía dos años. "Yo tuve suerte", dice Yao. El propietario ofreció una compensación de 100 yuanes (11euros) a cada empleado para pagarse el billete de vuelta a casa y después desapareció.
Jefe a la fugaEn los últimos meses, cientos de empresarios hongkoneses y taiwaneses con fábricas en China se han dado a la fuga, dejando a los trabajadores sin cobrar. Las autoridades chinas han puesto en marcha un plan especial de busca y captura, pero la efectividad es dudosa, teniendo en cuenta la elevada corrupción entre los empresarios y las autoridades locales.
Los empresarios que abandonaron sus fábricas están en busca y captura"Todavía nos deben dos meses de salario", se lamenta otra mujer, en cola para entrar en la estación. Va cargada con un saco de lona, un edredón y un cubo de plástico con productos de higiene personal, los elementos que distinguen al trabajador inmigrante de los otros viajeros. La mujer regresa a Yunnan, su provincia natal, después de 7 años trabajando en una fábrica textil que despidió hace poco a 2.000 trabajadores.
"Al menos podré cuidar de mi hija, que está preparando los exámenes de acceso a la Universidad", dice, con orgullo. Los jóvenes que consiguen acceder a la universidad son aún una minoría en China, donde más de 270 millones son campesinos que viven en la pobreza. Pero para los jóvenes sin estudios de las zonas rurales, emigrar a Dongguan también tiene su atractivo: la vida en las fábricas les permite conocer a gente de su edad y vivir cerca de ciudades modernas y abiertas como Cantón o Shenzhen, influidas por la vecina Hong Kong.
Estimular el consumo internoCada día llegan a la estación de Cantón 70.000 inmigrantes en busca de empleo
Es aquí, en Shenzhen, donde el líder político Deng Xiaoping puso en marcha hace 30 años la política de "reforma y apertura", que permitió el milagro económico chino. Sin embargo, es una de las ciudades que más sufren el impacto de la crisis. Sólo Guangdong, donde se concentran la mayor parte de las fábricas del sector plástico, textil y electrónico para la exportación, contribuyó en un 12% al crecimiento de la economía china en 2007. Pero el crecimiento chino, superior al 10% en los últimos cinco años, ya no puede depender como hasta ahora de las exportaciones.
El Gobierno ha reconocido que la prioridad es ahora estimular el consumo interno para consolidar la economía interior y ha anunciado un plan de rescate de 4 billones de yuanes (453.000 millones de euros) para generar empleo hasta 2010.
"Los salarios bajan en picado y a mi restaurante ya no viene nadie", explica la dueña de la cantina donde come Su. El local sigue vacío y la mujer se entretiene leyendo el periódico. Una de las noticias más destacadas del día es la revuelta violenta protagonizada la noche anterior por centenares de trabajadores despedidos de una fábrica de juguetes en Dongguan.
La planta, propiedad del grupo hongkonés Kader, exporta sobre todo a EEUU. "La empresa les obliga a aceptar una indemnización insuficiente", dice Chen Zhong Lian, una inmigrante de Sichuan, que se sumó a las revueltas. Su marido fue despedido de Kader el 18 de noviembre junto a otros 300 trabajadores, que se enfrentaron con la Policía al intentar entrar a la fábrica para hablar con el empresario.
"Quieren denunciar al dueño a las autoridades, pero yo les digo que no servirá de nada", grita Chen, exaltada. "El gobierno local recibe sobornos de los empresarios. Si se cierran las fábricas, ¿de qué van a vivir los funcionarios?" Ella fue despedida de Kader en noviembre de 2007, un mes antes de que entrara en vigor la nueva ley laboral, y aún le deben un mes de salario y el finiquito. "Llevaba 7 años en la empresa y no había hecho nada malo", se lamenta Chen, de 42 años.
Muchas empresas han despedido a los trabajadores de mayor edad para ahorrarse costes por antigüedad y compensaciones sociales obligatorias. Hay expertos que plantean retirar la ley en Guangdong para ayudar a las empresas a superar la crisis.
"Llevamos un año sin poder pagar el alquiler del piso", dice Chen, preocupada. Los ingresos de ella y su marido no alcanzan para pagar la habitación que comparten, que cuesta 150 yuanes al mes(18 euros). La casera les permite quedarse porque confía en que un día recibirán la indemnización justa y Chen no está dispuesta a volver a Sichuan, hogar de 5 millones de inmigrantes que residen en Guangdong. Más de dos millones volverán antes del Año Nuevo tras perder su empleo.
Cientos de obreros despedidos de una fábrica de juguetes se amotinaron "No pienso regresar si no me pagan"Pekín ha destinado fondos sociales a los inmigrantes en paro. "Llevamos aquí desde las cinco de la mañana", dice Zhang Yan Zhen, una inmigrante de Henan, frente a la oficina de Seguridad Social del distrito de Changan, en Dongguan. Hace dos meses que Zhang y sus compañeras de trabajo, empleadas en una fábrica de complementos para el cabello, reclaman una compensación económica y un seguro médico, que hasta ahora cubría la empresa. La fábrica quebró y el dueño se dio a la fuga sin pagar los salarios atrasados. Las trabajadoras aun viven en los dormitorios de la fábrica. "No pienso regresar a casa hasta que no me pague", dice Zhang, mostrando el documento donde figuran los salarios pendientes de pago. Con la otra mano sujeta con fuerza una bolsa de plástico con un fajo de billetes que acaba de entregarle el funcionario de la Seguridad Social, tras esperar todo el día: 890 yuanes (100 euros).
Cerca de allí, la fábrica de zapatos Weixu, un edificio de cemento enorme con palmeras en la entrada, permanece silenciosa. La empresa quebró a principios de noviembre y el empresario taiwanés huyó, dejando a 4.000 empleados sin pagar. En este caso, el Gobierno compensó a los trabajadores. Pero no es lo usual.
"Les digo a las autoridades que deberían resolver el problema, que aquí todos empezamos de cero. Diría lo mismo si me encontrara con el Emperador", dice Chen, mientras un camión cargado de juguetes sale por la puerta de Kader. "Salí de Sichuan para trabajar cuando mi hijo tenía 5 años. Ahora tiene 20 y me dice que no le he cuidado", se lamenta Chen. Pocos minutos después la calma vuelve frente a la fábrica de Kader. Se acerca la Navidad, pero los camiones de juguetes salen con menos frecuencia que ningún otro año.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.