Tras fracasar en su intento de doblegar a los manifestantes en la plaza Tahrir, los matones de Mubarak concentraron ayer sus esfuerzos en intimidar a los activistas pro derechos humanos y a la prensa internacional.

La estrategia, perpetrada entre las fuerzas de seguridad y los leales al presidente, incluyó ataques por la calle, en los hoteles y en los coches en los que viajaban los periodistas. Uno de los principales objetivos fue el hotel Ramses Hilton, donde la mayoría de las televisiones habían montado sus equipos para aprovechar las vistas sobre la plaza Tahrir.

Un grupo de leales al régimen logró entrar en el Hilton y asaltar varias habitaciones, agredir a periodistas, robar ordenadores y destrozar equipos de televisión. Algunos de los reporteros fueron obligados por el hotel a dejar sus habitaciones pese a tener reservados varios días más alegando que seguía 'las instrucciones de las autoridades egipcias'.

El enviado especial del diario griego Kathimerini salió peor parado. Petros Papaconstantínu fue apuñalado en una pierna por 'partidarios del régimen', declaró el periodista.

La policía militar egipcia retuvo ayer durante cinco horas a seis periodistas españoles del canal regional catalán TV3 a quienes, tras detenerlos en un barrio de El Cairo, trasladó con los ojos vendados a una comisaría. También Amnistía Internacional y Human Rights Watch denunciaron ayer la desaparición de tres de sus empleados tras ser arrestados por la Policía.

No hubo ni una disculpa por parte de las autoridades egipcias por estos ataques. Todo lo contrario. El vicepresidente Omar Suleimán afirmó: 'Algunos países amigos tienen unos medios de comunicación que incitan a los jóvenes contra nuestro Estado con acusaciones falsas y exageraciones'. Suleimán también pidió a los jóvenes egipcios que no hicieran caso de 'los rumores y de los canales por satélite que les incitan contra el país'.