Este artículo se publicó hace 14 años.
Sarkozy remodela su Gabinete por la derrota
El presidente francés cambia a varios de los ministros tras el varapalo electoral del domingo. Los sindicatos abren la batalla contra el recorte de las pensiones
Nicolas Sarkozy, vapuleado por la victoria de la izquierda en las elecciones regionales del domingo, ha intentado retomar la iniciativa con una remodelación de Gobierno pilotada por el primer ministro, François Fillon. Confrontado a una agenda social sobrecargada por los inminentes conflictos sobre pensiones, función pública y desempleo, Sarkozy parecía desamparado y carente de proyectos serios en la recámara.
Los trámites para la formación de un nuevo Gobierno empezaron ya el domingo por la tarde, cuando los resultados provisionales que iban llegando acabaron con las últimas esperanzas de la derecha. Se aceleraron durante la noche, cuando quedó claro que el 54,06% de votos para la izquierda y los verdes, frente al 35,37% de los sarkozystas, sellaba un voto de castigo global para el Ejecutivo. El intenso vaivén de coches oficiales en el patio del Elíseo y las entradas y salidas en los locales del primer ministro no ofrecían lugar a dudas: el equilibrio de fuerzas en el seno de la derecha es inestable, y no se inclina en favor de los fieles al presidente.
Las quinielas eran febriles a la hora del aperitivo. Para intentar controlar los rumores, el Elíseo confirmó a última hora que el trofeo de caza mayor de los electores era el ministro de Trabajo, Xavier Darcos, que pierde su cartera. Sus pésimos resultados como cabeza de lista en la región de Aquitania (28%), no le convierten a ojos de Sarkozy en el hombre que deberá pilotar el recorte de las pensiones que planea la derecha.
El presidente toma nota así del regreso a primer plano de las cuestiones sociales, y no del tema burka ni de la identidad nacional que tanto le ocuparon en los últimos meses. Sarkozy intenta ahora correr un tupido velo, después de ver cómo la derecha cosechaba su peor resultado electoral de la V República, con una ultraderecha que vuelve a crecer.
El presidente toma nota así del regreso a primer plano de las cuestiones sociales
Eric Woerth, anterior ministro delegado del Presupuesto, asciende a ministro de Trabajo y futuro piloto del explosivo dossier de recorte de las jubilaciones. Woerth fue el hombre que se atrevió a decir que había que poner punto y final al debate sobre la Identidad Nacional y sus derivas.
Muy sorprendentes, y reveladoras de la fragilidad del sarkozysmo, son los nombres de las caras nuevas que entran en el Gobierno, ya confirmadas por el Elíseo. Sarkozy ha aceptado la llegada de quienes no puede ver ni en pintura. Por ejemplo, François Baroin joven promesa del campo fiel a la inspiración del anterior presidente, Jacques Chirac ha sido nombrado ministro del Presupuesto. Georges Tron, un diputado conocido por su fidelidad a Dominique de Villepin gran rival de Sarkozy será el nuevo secretario de Estado de la Función Pública.
Completan el cuadro el nuevo ministro de Juventud y Solidaridades, Marc-Philippe Daubresse, que lleva algo de centro al Ejecutivo, y la salida del que fuera Alto Comisario de Solidaridades, Martin Hirsch, que cada vez estaba más incómodo en el Gobierno.
Dos objetivosDe todos esos movimientos y de los que puedan venir de aquí al próximo Consejo de ministros, se deducen dos objetivos. El presidente pone fin a la apertura hacia figuras socialdemócratas del PS, apertura para la que de todas formas empezaba a no encontrar candidatos presentables. También intenta volver a la cabeza del conjunto de la derecha, aceptando que los villepinistas suban con fuerza.
El principal partido de la oposición denunció en un comunicado que se trata de una medida "cosmética"
El problema de toda esa quiniela es que tiene un vicio de fondo: no soluciona la cicatriz que ha dejado la bofetada del electorado. Sarkozy, por boca de François Fillon, sigue afirmando que quiere reformar el sistema de pensiones público francés, y proseguir el principal expediente de regulación de empleo del mundo, la supresión de unos 35.000 puestos de funcionarios al año. También sigue negándose a aceptar prolongar los subsidios de desempleo para los parados que se van a encontrar sin ingresos este año: 360.000, según el Gobierno, o 600.000, según los sindicatos.
La zona de turbulencias políticas que atraviesa Sarkozy es como una tercera vuelta que en lugar de ser electoral, es social. Este frente se caldeará mucho a partir de hoy, con una primera jornada de movilización de los sindicatos en defensa de las pensiones.
La remodelación ya ha tenido su respuesta en el Partido Socialista. El principal partido de la oposición denunció en un comunicado que se trata de una medida "cosmética", y recordó que los electores han expresado en la urnas su "rechazo de la política injusta e ineficaz de la derecha".
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