Este artículo se publicó hace 13 años.
Siria reprime el cuarto día de revueltas contra el régimen
Muere un niño de 11 años tras inhalar gas lanzado por las Fuerzas de Seguridad en Derá
Eugenio García Gascón
El impulso de las protestas árabes que provocaron la caída de los regímenes de Túnez y Egipto ha llegado a Siria. Durante los últimos cuatro días han estallado disturbios en Damasco, la capital, y en las localidades de Derá, Banyas y Yasem, que hasta ahora se han saldado con la muerte de siete personas, incluido un niño de 11 años por inhalación de gas antidisturbios. Anoche, la situación se había calmado en Derá, epicentro de las protestas, después de que el Ejército se desplegase a la puertas de esta ciudad fronteriza con Jordania. Los soldados obligaron a identificarse en todas las entradas, y el ministro de Justicia se desplazó hasta el municipio.
Los incidentes comenzaron la semana pasada, cuando la Policía arrestó en Derá a una quincena de adolescentes que pintaban grafitis contra la corrupción y el régimen de Bashar al Asad. El viernes, miles de personas salieron a las calles pidiendo la liberación de los detenidos y coreando consignas contra el Gobierno. "Revolución, revolución"; "Dios, Siria, la libertad lo es todo". La intervención ese día de las Fuerzas de Seguridad se saldó con la muerte de cinco personas. El viernes también hubo una manifestación en Banyas, en la costa mediterránea, que fue iniciada por una familia local relacionada con el exvicepresidente Abdel Halim Jaddam, quien en 2005 abandonó Siria y reside en París.
El mismo viernes, después de la plegaria del mediodía, en la gran mezquita Omeya de Damasco, varias decenas de jóvenes gritaron consignas islamistas y contra el régimen, aunque parece que en la capital no se han vuelto a producir incidentes desde entonces.
Las protestas volvieron a subir de tono el domingo
Las protestas volvieron a subir de tono el domingo, cuando millares de manifestantes saquearon y prendieron fuego al Palacio de Justicia de Derá y a la delegación de una compañía de telefonía móvil de la que es propietario Rami Maj-luf, un pariente de Al Asad.
Para calmar los ánimos, el Gobierno destituyó al gobernador de Derá. Pero los manifestantes exigen la liberación de los presos políticos en su mayoría islamistas, el desmantelamiento de la Policía secreta, y un juicio público de los responsables de las siete muertes.
Todavía será necesario esperar algunos días, por lo menos hasta el viernes, para ver si las protestas continúan y se extienden a otras zonas del país, lo que pondría al régimen de Al Asad en una tesitura muy difícil.
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