Este artículo se publicó hace 13 años.
"La televisión tiene un rol vital en el desarrollo de Afganistán"
Los afganos disponen de una treintena de canales que aún hoy sufren la censura
Antonio Pampliega
"La televisión en Afganistán está jugando un papel fundamental ayudando a que la población vaya, paso a paso, abriendo su mente y sea más tolerante. Miramos hacia un futuro lleno de esperanza", dice a Público Ehsan Bayat, fundador de Ariana Televisión.
La tele en Afganistán se ha convertido en una ventana hacia el infinito. Tras los cinco terribles años en los que el mulá Omar gobernó con brazo de hierro este país (19962001) y donde todo lo que oliese a cultura, esparcimiento o diversión fue terminantemente prohibido, los afganos han comenzado a descubrir el mundo que los rodea. Y les gusta. Con una treintena de canales, los afganos pueden elegir entre programas de música, dibujos animados, telenovelas indias, debates políticos, informativos o programas de entretenimiento.
"He recibido amenazas de muerte", reconoce un cómico
"La televisión tiene un rol vital en el desarrollo del país aportando educación e información. Además, hemos conseguido mostrar la importancia de la mujer dentro de la sociedad afgana", puntualiza Sad Moshani, directivo de Tolo Televisión.
Precisamente esta cadena tiene uno de los programas con más audiencia de todo el país, Afghan Star. Con seis temporadas en antena y una audiencia que ronda los diez millones de espectadores, este espacio se ha convertido en el ejemplo a seguir. "El programa nació con el firme propósito de ayudar a los afganos a cambiar una mentalidad que los talibanes se habían encargado de emponzoñar durante cinco años", explica Habib Amiri, productor de Afghan Star. Este programa fue pionero a la hora de enseñar en televisión a mujeres cantando y bailando, algo que causó conmoción entre la sociedad afgana pero que ha acabado asimilando y aceptando.
La presencia de la censuraEs habitual que se pixelen escotes de mujeres para no escandalizar
Pero aunque esta sociedad ha comenzado a deshacerse de la pesada herencia impuesta por los talibanes y por años de machismo, aún hoy la censura está muy presente en la televisión, sobre todo en lo referente a la mujer.
Los afganos son muy aficionados a los seriales hindúes donde aparecen mujeres ataviadas con poca ropa. Esto es considerado como una blasfemia y una provocación, por lo que no es extraño ver cómo los brazos desnudos o los escotes de las mujeres son pixelados para que la audiencia no se escandalice. "Hemos avanzado en estos años pero aún tenemos que hacer más progresos. No podemos estar preocupados porque una mujer salga en televisión sin velo o enseñando su brazo y pedir su cabeza por insultar al islam. ¿Es qué no hay problemas más graves en este país?", se pregunta Leena Alam, actriz y activista.
"El desarrollo social y cultural de un país se mide por la calidad de su televisión, y ahora Afganistán está comenzando a remontar el vuelo y a colocarse a la altura de sus países vecinos", apunta Mohammad Tamim, directivo de Channel 1.
"Miramos hacia un futuro lleno de esperanza", dice el fundador de un canal
Crítica a la clase dirigenteEspacios como ¿Quiere ser millonario? o los programas 59 minutos (de Ariana Televisión) y el satírico Zang-e-Khatar (alarma, en dari) han sabido hacerse un hueco. Precisamente, este último supuso un punto de inflexión en un país donde lo políticamente incorrecto no es aceptado por la Administración Karzai. Diplomáticos extranjeros, personal de Naciones Unidas, el presidente Hamid Karzai, el mulá Omar o, incluso, los peregrinos que acuden a La Meca han sido algunos de sus objetivos. "La finalidad de nuestro programa es hacer una feroz crítica de la clase dirigente pero siempre en clave de humor; intentamos dar un toque distinto a la realidad del país. No siempre es sencillo hacer un programa de estas características en un país donde la censura está muy presente", afirma el cómico Hanif Hangam.
En 2008, según denunció la ONG Reporteros Sin Fronteras, dos presentadores fueron arrestados por la Policía. Uno por ofender a los clérigos afganos y el otro por hacer una entrevista a un portavoz de la insurgencia. "He recibido amenazas de muerte, pero seguiré con mi trabajo porque creo que es bueno dar una pincelada de humor en un país como este", desafía Hangam. Tras diez años de la caída del régimen de los talibanes, Afganistán aún tiene un largo camino por delante.
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