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La tensión se aviva en Jerusalén y allana el camino hacia un nuevo conflicto bélico

La tirantez en la Cisjordania ocupada parece estar a punto de desencadenar una guerra. La coincidencia del Ramadán con la Pascua Judía incrementa una tensión que lleva las provocaciones de Israel y los palestinos más radicales al límite.

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Palestinos lanzan piedras a los soldados israelíes durante los enfrentamientos vividos en la madrugada de este sábado en Hebrón. — Abed Al Hashlamoun / EFE

La tensión entre Israel y los palestinos ha experimentado un repunte considerable en las últimas semanas, que se ha agravado estos días con la coincidencia de las festividades de la Pascua Judía y el Ramadán Musulmán, y que tiene su punto de ebullición más próximo en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, donde en la antigüedad estuvo el Templo judío.

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Desde principios de abril han muerto más de una veintena de palestinos en la Cisjordania ocupada, donde hay un enorme despliegue del Ejército y de la Policía israelí, todo ello en respuesta a varios ataques de milicianos palestinos que se han cobrado la vida de más de una decena de israelíes en el interior de Israel.

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La cuestión de si esta tensión va a conducir a un nuevo choque bélico con Hamás está abierta y dependerá de lo que ocurra en los próximos días, especialmente durante la semana en curso, en la que los judíos continúan celebrando la Pascua, así como en las dos semanas siguientes en las que se celebra también el Ramadán.

El problema de fondo, que se renueva periódicamente, continúa siendo la brutal ocupación de los territorios palestinos, un horizonte que no va a cambiar, como han dejado claro los dirigentes israelíes con el primer ministro Naftalí Bennett a la cabeza, quienes a diario dan por sentado que la ocupación y la anexión forma parte de su estrategia a largo plazo y por ello envían continuamente a más colonos a los asentamientos que implantaron a partir de la guerra de 1967.

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Una situación nueva se produjo el domingo, cuando el líder del partido islamista Raam (Lista Árabe Unida), Mansour Abbás, anunció que "congela" temporalmente su apoyo al Gobierno de Bennett. Abbás ha facilitado una ajustada gobernabilidad del país durante casi un año, permitiendo que Bennett cuente con el respaldo de 61 de los 120 diputados que hay en la Kneset.

La congelación es una decisión contemporizadora, especialmente si se tiene en cuenta su carácter simbólico

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Esta "congelación" tiene previsto prolongarse durante dos semanas, es decir hasta después de la Pascua Judía y coincidiendo con el final del Ramadán, cuando Abbás se replanteará su apoyo en función de lo que ocurra estos días. Es evidente que el líder del partido islamista no quiere romper la coalición, de ahí que no haya tomado una decisión radical, pero también es obvio que una parte de su electorado no ve muy bien la fuerte represión de las últimas dos semanas.

La congelación es por lo tanto una decisión contemporizadora, especialmente si se tiene en cuenta su carácter simbólico puesto que la Kneset permanecerá cerrada por vacaciones durante varias semanas, es decir que durante este tiempo no habrá votaciones.

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Una tensión peligrosa para la coalición

Pero la situación de Bennett no se presenta fácil a corto plazo, aunque Abbás decida continuar en la coalición, ya que hace solo unos días una diputada del partido del primer ministro se sumó a la oposición, de manera que la correlación en el Parlamento es ahora de 60 a 60, un empate que dificulta cualquier acción legislativa.

La tensión en Jerusalén y en otros puntos de Cisjordania es peligrosa para la estabilidad de una coalición que podría seguir perdiendo apoyos. Si perdiera a otro diputado, Bennett ni siquiera podría aparentar que gobierna, e incluso podría perder una moción de censura. Sin embargo, la oposición está dividida y Benjamín Netanyahu no cuenta con el respaldo necesario para gobernar, lo que significa que podríamos estar cercanos a las quintas elecciones en un periodo de tres años.

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Hamás considera que Jerusalén es una línea roja que Israel no debe cruzar

La tensión en la Explanada de las Mezquitas, es decir la entrada de judíos radicales fuertemente protegidos por las fuerzas de seguridad, que las televisiones reproducen a diario podría desencadenar una guerra con Hamás, de la misma manera que una situación similar condujo el año pasado a una guerra de 11 días. La organización islamista que gobierna Gaza desde 2007 considera que Jerusalén es una línea roja que Israel no debe cruzar.

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Millares de palestinos se concentran a diario en la Explanada para defender la mezquita Al Aqsa y el Domo de la Roca, así como la misma Explanada, adonde suben colonos radicales con la intención de practicar ritos talmúdicos coincidiendo con la pascua judía.

Aunque Israel asegura que defiende la libertad de culto, en la práctica siempre hace lo que va bien a sus intereses e interpreta que la libertad de culto es permitir que los extremistas judíos provoquen a los musulmanes con la clara intención de echarlos en cuanto se presente una oportunidad y construir en la Explanada el tercer templo.

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Detenciones y heridos en territorio ocupado

En Hebrón, al sur de Cisjordania, por ejemplo, el Ejército ha cerrado estos días al culto de los musulmanes la mezquita de Abrahán, que sin embargo ha sido habilitada para que los judíos puedan celebrar la pascua. Antes que defender la libertad de culto de judíos fanáticos, Israel debería respetar el derecho internacional y abandonar los territorios ocupados, poniendo fin al brutal apartheid que practica contra los palestinos.

La actitud de soldados y policías fuertemente armados es una provocación constante

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En los últimos días el Ejército y la Policía israelí han detenido a cientos de palestinos y han herido a muchas decenas, tanto en Jerusalén como en el resto de los territorios ocupados. La actitud de soldados y policías fuertemente armados es una provocación constante y en cualquier momento puede prender la chispa que conduzca a un conflicto bélico.

Los días más inflamables son los viernes. El pasado viernes, el segundo de ramadán, más de 50.000 musulmanes llegaron a la Explanada de las Mezquitas. Aunque habitualmente hay restricciones que impiden la visita de los más jóvenes, los incidentes están garantizados y cualquier suceso en el momento más inoportuno puede desencadenar una guerra.

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