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Las torturas también salpican a los soldados británicos en Irak

'The Guardian' denuncia varios casos en los que los militares llegaron a matar a varios civiles iraquíes

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Baha Mousa, un recepcionista de un hotel de Basora, brutalmente asesinado no fue el único. Varios soldados británicos en Irak han sido acusados de matar y torturar a más civiles iraquíes en 2003. Hasta ahora, el caso de Mousa era el único que había ido a los tribunales.

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Según informa el diario The Guardian este lunes, entre las víctimas hay un iraquí asesinado a golpes en un helicóptero de la RAF, un joven de 19 años que murió ahogado tras ser arrojado a un río, y otro muerto de un tiro después de verse involucrado en un accidente de tráfico.

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Altos cargos del Ejército han solicitado la apertura de procesos contra los acusados, pero varios fiscales militares se han negado a hacerlo. Ni el Ministerio de Defensa, ni el Service Prosecution Authority se han pronunciado sobre el tema aún.

Reino Unido vuelve a verse involucrado en acusaciones de tortura, aunque esta vez no van contra los servicios secretos. El pasado mes de julio, el primer ministro británico, David Cameron, se comprometió a investigar cada denuncia contra el MI5 y el MI6 desde los atentados del 11-S.

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El ministerio de Exteriores británico tiene pendientes hasta una decena de juicios con el mismo perfil. Británicos musulmanes detenidos en el extranjero por la inteligencia de su propio país y llevados a Guantánamo después ser interrogados y permitir que se forzara su confesión de pertenencia a Al Qaeda por medio de torturas.

El caso de Mousa parecía aislado, pero en julio, el Tribunal Supremo aseguró en julio que "hay testimonios bastante claros de que los maltratos a presos en las cárceles iraquíes era algo sistemático". La corte había estado estudiando las denuncias de 102 civiles iraquíes supervivientes de las prisiones regidas por los británicos y denunció "la habilidad de la policía militar para llevar a cabo investigaciones independientes", cita The Guardian.

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Los magistrados manejaban denuncias de todo tipo. 59 presos aseguraban haber estado encapuchados durante su encierro; 11 fueron sometidos a electro shocks; 122 fueron obligados a llevar tapones de manera que no podían escuchar nada; 52 a los que se les privó de dormir; 39, obligados a permanecer desnudos; y las de otros 19 obligados a permanecer despiertos viendo vídeos pornográficos.

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