Este artículo se publicó hace 11 años.
Turquía sigue en pie de guerra contra el Gobierno de Erdogan
La cuarta jornada de protestas arranca con el recrudecimiento de los enfrentamientos durante la madrugada entre manifestantes y Policía
Tras una jornada de calma que parecía insinuar un final de las violentas protestas en Turquía, la situación se complicó de nuevo por la noche con nuevas cargas policiales en el distrito de Besiktas, en Estambul, así como en las ciudades de Ankara e Izmir, entre otras.
El diario turco Hürriyet ha informado de que los peores disturbios se han registrado en Besiktas, en concreto en el barrio de Akaretler, donde se ubica la oficina del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan. Al parecer, miles de personas -entre 3.000 y 5.000, según Al Yazira- han formado una cadena y han levantado barricadas para impedir el paso de la Policía. Algunos vecinos han golpeado ollas y sartenes en señal de apoyo.
En el distrito de Sultangazi, en el barrio de Gazi, la Policía ha lanzado gases lacrimógenos para contener a los manifestantes. En el distrito de Sancaktape, en el barrio de Sarigazi, las fuerzas de seguridad han realizado disparos al aire para dispersar a los manifestantes y al menos cuatro han resultado heridos. En Izmir, los efectivos han cargado contra los participantes en las protestas. Las fotografías publicadas por los medios de comunicación muestran a los agentes usando sus porras y tirando del pelo a los manifestantes. Según la agencia de noticias Dogan, citada por Reuters, los manifestantes han lanzado cócteles molotov contra la sede del gobernante Partido Justicia y Desarrollo (AKP), dando lugar a un incendio.
"Hay muchos heridos graves y no todos pueden ser atendidos", denuncia un diputado de la oposición
En Kocaeli también se han vivido disturbios de madrugada. Unos 5.000 manifestantes han intentado llegar a la sede del AKP y la Policía ha lanzado gases lacrimógenos para impedirlo. Hay unos 100 detenidos. Por otro lado, en Ankara, la Policía ha dispersado manifestaciones en Tunali Hilmi, Kizilay y Güven y ha lanzado bombas de gas alrededor de un hospital. Al parecer, varias personas han sido detenidas.
Ayer, las fuerzas del orden capitalinas intentaron desalojar por la fuerza a unas 10.000 personas. Inicialmente la policía reprimió con gases lacrimógenos y cañones de agua a cientos de estudiantes que intentaban acercarse a la sede del Gobierno de Erdogan. Poco después iniciaron el desalojo de la plaza de Kizilay, que desencadenó una batalla campal entre manifestantes y los agentes de la policía.
En otros puntos de la capital, médicos voluntarios han montado puntos de primeros auxilios para atender a los heridos y los afectados por el masivo empleo de los gases lacrimógenos. "Hay muchos heridos graves y no todos pueden ser atendidos. Los jóvenes escriben en sus brazos su grupo sanguíneo como precaución", explicó Ilhan Cihaner, un diputado del Partido Republicano del Pueblo (CHP), en la oposición. "Vengo de un hospital donde está ingresado un joven al que solo mantienen con vida con las máquinas", añadió el parlamentario. "Esto es un movimiento popular, que no está coordinado por ningún partido u organización, y pido a la comunidad internacional que no se olviden de la juventud turca. La actitud del primer ministro está provocando más violencia", denunció Cihaner.
Unas 1.700 personas habrían sido detenidas en 67 ciudades
La agencia Efe pudo comprobar que incluso en barrios lejanos del centro, muchos vecinos salían espontáneamente a la calle para erigir barricadas que imposibilitan el paso de coches, encender hogueras y llevar a cabo caceroladas para exigir la dimisión del gobierno. Las emisoras turcas apenas informan sobre las protestas, lo que ha enfurecido a muchos manifestantes que les acusan de ser cómplices de una censura impuesta por el Gobierno.
Se trata de la cuarta jornada de protestas, que se iniciaron de manera pacífica contra la decisión de las autoridades turcas de destruir el parque de la plaza Taksim para construir un centro comercial y viviendas. Unas 1.700 personas han sido detenidas en 67 ciudades y, según fuentes no oficiales, hasta 1.500 personas habrían precisado asistencia hospitalaria. Una web de la oposición aseguró que un manifestante, un hombre de 26 años, ha fallecido por un disparo recibido ayer en la cabeza, aunque su muerte no ha sido confirmada de forma oficial. Otro manifestante ha perdido un ojo mientras que dos personas siguen desaparecidas.
En este contexto, Erdogán volvió a insistir en que no dará marcha atrás a los planes urbanísticos en el centro de Estambul y acusó a la oposición a ser responsable de las protestas contra su gobierno. "No podemos quedarnos mirando cuando algunos agresores provocan al pueblo", advirtió el primer ministro en un discurso que distó mucho de la moderación y conciliación pedida ayer por el presidente de Turquía, Abdullah Gül. Con sus palabras, Erdogán está lejos de tranquilizar a los manifestantes.
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