Ucrania empapa la campaña electoral en EEUU, con la amenaza de una mayor implicación de Washington en la guerra
Estados Unidos cierra filas con Ucrania en un punto crítico de la guerra y de la carrera hacia la Casa Blanca, con Kamala Harris lista para apoyar más a Kiev y Donald Trump preparado para poner fin al conflicto.
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La guerra de Ucrania ha entrado en la campaña electoral de Estados Unidos como un elemento más en la pugna entre Kamala Harris y Donald Trump. Lo hace en un momento clave del conflicto contra Rusia, con el exmandatario y ahora candidato a la presidencia a favor de poner fin cuanto antes a la guerra, y con la actual vicepresidenta evaluando qué pasos se pueden dar para evitar que Kiev no colapse ante la presión bélica de Moscú.
Por eso la Casa Blanca ha querido enviar al jefe de su diplomacia a Kiev justo después del debate televisado entre Harris y Trump en la noche del martes. Las cosas están mal en el frente y la visita a Kiev este miércoles del secretario de Estado, Antony Blinken, y del ministro de Exteriores británico, David Lammy, ha querido mostrar ese respaldo occidental que, de ir más allá, podría cruzar las últimas líneas rojas con Rusia.
Una contraofensiva rusa a gran escala en Kursk
Desde el frente llegan noticias sobre una contraofensiva de las fuerzas del Kremlin en marcha hacia las posiciones que el ejército ucraniano controla en la región rusa de Kursk, donde las tropas de Kiev entraron el pasado 6 de agosto y tomaron cerca de 1.300 kilómetros cuadrados.
En las últimas semanas, sin embargo, la ofensiva ucraniana había perdido ímpetu y ahora podrían cambiar las tornas. Según el general de división Apti Alaudinov, el ejército ruso ha reconquistado en las últimas jornadas una decena de asentamientos y aldeas que habían sido ocupadas por las fuerzas ucranianas en su incursión masiva, que dura ya más de un mes.
Algunos de los más destacados blogueros militares rusos, que suelen dar mejor idea de lo que está ocurriendo en el frente que los medios de prensa oficialistas, son rotundos: las fuerzas del Kremlin están lanzando un importante contraataque "en el flanco occidental de la brecha abierta por el enemigo" en Kursk.
Incluso el proyecto Deep State, cercano al Ministerio de Defensa ucraniano, ha reconocido el "deterioro de la situación en el flanco izquierdo de la agrupación ucraniana en Kursk".
Kiev necesita urgentemente el apoyo de Washington y sus misiles
Por eso, el Gobierno ucraniano quiere convencer cuanto antes a Estados Unidos y Gran Bretaña para que levanten sus restricciones al uso contra territorio ruso de los misiles de largo alcance donados a Kiev. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, considera que, para dar un golpe de timón a la guerra, Ucrania necesita atacar los aeródromos y bases rusas desde donde se están lanzando los peores ataques contra el norte y este del país.
Esas posiciones están en el interior de Rusia y solo pueden ser alcanzadas con los misiles occidentales de largo alcance. "Creo que es un momento crítico para Ucrania", reconoció Blinken en Londres, antes de viajar a Kiev.
Zelenski y sus responsables de Defensa y Exteriores llevan meses pidiendo a esos países que reconsideren sus vetos, especialmente en el caso de los misiles ATACMS estadounidenses y Storm Shadow británicos, y así se lo reiteraron a Blinken y Lammy en esta visita.
Esta petición tuvo una respuesta muy esperanzadora para Kiev en el caso de Estados Unidos, donde, en una carta abierta a Blinken y Lammy, una veintena de generales, diplomáticos y otras personalidades de ese país pidieron esta semana a los Gobiernos estadounidense y británico la retirada de las restricciones para el uso de los misiles de largo alcance contra Rusia.
Incluso grupos republicanos en el Congreso han pedido al presidente estadounidense, Joe Biden, que retire esas restricciones para el uso ucraniano de los misiles. Entre los demócratas de Biden, el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Ben Cardin, difundió un comunicado en el que pedía el levantamiento de las restricciones para el uso de los misiles, "ante los incesantes ataques de Vladímir Putin a los civiles ucranianos y sus infraestructuras" energéticas.
La semana pasada, Biden indicó que su Gobierno estaba evaluando la posibilidad de dar luz verde al uso por Ucrania de los misiles de largo alcance estadounidenses contra blancos en la Federación Rusia. En la reunión del viernes del Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, en la base estadounidense de Ramstein, Alemania, el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, volvió a rechazar la petición.
Misiles iraníes para Rusia
Sin embargo, las demandas ucranianas están teniendo más eco en Estados Unidos después de que el propio Blinken acusara esta semana a Irán de transferir a Rusia un gran número de misiles balísticos de corto alcance, que podrían ser utilizados de forma inminente. EEUU, Gran Bretaña, Alemania y Francia ya han impuesto más sanciones a Irán por esta supuesta entrega de armamento a Rusia.
Tanto Moscú como Teherán han negado la transferencia de esos misiles, que, de ser cierta, podría tener un impacto importante en la guerra si son utilizados para respaldar el avance ruso en Donetsk y a la hora de hostigar a las tropas ucranianas en Kursk.
El Gobierno iraní ha subrayado la hipocresía occidental, al ser esos países precisamente la principal fuente de armas de Israel y contribuir así a "la masacre masiva del pueblo palestino y el genocidio en Gaza".
Rusia ha negado también la llegada de misiles iraníes y ha subrayado que dispone de suficientes armas como para tener que importarlas de ninguna parte. Sobre el visto bueno que pueden dar los aliados de Kiev para el uso de misiles de largo alcance, el Kremlin ha advertido de que, en ese caso, considerará a EEUU y los citados países europeos como "partes en la guerra" de Ucrania.
De hecho, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, adelantó este miércoles que posiblemente Ucrania ya disponga del permiso de EEUU para usar ese tipo de misiles. "Con un alto grado de probabilidad, todas estas decisiones probablemente ya se han tomado", dijo Peskov a la prensa.
En ese caso, Moscú ha prometido utilizar "armas más potentes" en la campaña de Ucrania, sin especificar qué tipo de armamento sería.
Tanto sea cierta como no la transferencia de misiles iraníes a Rusia, Washington puede aprovechar ese argumento para justificar el eventual permiso a los ucranianos para usar sus misiles de largo alcance en territorio ruso. Por eso está Blinken en Kiev, para saber qué objetivos militares tendría el ejército ucraniano en el interior de Rusia y para reclamar a Zelenski mucha cautela a fin de no desatar un desastre sin parangón.
Ucrania seguirá en el debate electoral estadounidense
El emponzoñamiento de la situación bélica en Ucrania en los próximos meses afectará directamente a la carrera electoral en Estados Unidos, donde la vicepresidenta Kamala Harris, demócrata, y el expresidente Donald Trump, republicano, compiten en los comicios del 5 de noviembre próximo.
En el debate que sostuvieron ambos políticos, Ucrania y Rusia salieron a relucir, con acusaciones muy duras por parte de Harris a Trump por su supuesta connivencia con el presidente ruso, Vladímir Putin. Recientemente, Trump calificó a Putin como "un líder fuerte" y un "genio".
"Estos dictadores y autócratas [en referencia a Putin] le apoyan a usted nuevamente, porque saben que pueden manipularle con halagos y favores", espetó Harris a Trump. La respuesta del exmandatario fue señalar que con él en la Casa Blanca no se habría producido la invasión de Ucrania por Rusia y que, si llega al poder, tiene en su mano la capacidad de acabar con el conflicto.
Según Trump, su interés es "terminar esta guerra" para "salvar vidas". La burla de Harris fue dura: Putin es "un dictador que le comería [a Trump] en el almuerzo".
La vicepresidenta estadounidense subrayó el papel de la OTAN, reforzada con la presidencia de Trump en EEUU, y añadió que, sin la ayuda de la Administración Biden, "Putin estará ahora sentado en Kiev con los ojos puestos en el resto de Europa, empezando por Polonia".
Trump quiere acabar con la guerra ya
El expresidente estadounidense destacó que, en el lugar de Putin, no habría sacrificado la vida de miles de sus soldados por Ucrania, y reiteró las afirmaciones que más han detestado los ucranianos desde que mostrara su intención de volver a la Casa Blanca: si se pone de nuevo al frente de la Casa Blanca, será posible alcanzar un acuerdo de paz en menos de 24 horas.
"Haré que termine la guerra entre Ucrania y Rusia; si soy presidente electo, lo haré incluso antes de convertirme en presidente", afirmó Trump. E indicó que eso sería posible mediante negociaciones directas entre Kiev y Moscú. "Hablaré con uno, hablaré con el otro y los reuniré", dijo.
El problema hasta ahora, agregó Trump, es que "Biden no ha tenido ni idea de cómo hablar con él [con Putin]". Por eso, resaltó, "la situación está empeorando y podría llevar a la Tercera Guerra Mundial... Estamos jugando con una Tercera Guerra Mundial", vaticinó.
Desde que en febrero pasado apuntara esta posibilidad de acabar con la guerra si vuelve al poder, Trump no había sabido o querido decir cómo lograría esa promesa. Ahora apunta a unas negociaciones, cuya organización previa desde luego tardaría más de de 24 horas en sentar a la misma mesa a rusos y ucranianos.
Salvo que las conversaciones ruso-ucranianas fueran solo un paripé y que la decisión se tomara entre el Kremlin y la Casa Blanca, con Kiev acatando cualquier directriz de Washington, incluida la de perder buena parte de su territorio.
Pero ni siquiera la buena relación de Trump con Putin podría hacer variar un ápice la promesa de éste de completar la conquista de las regiones anexionadas de Lugansk, Donetsk, Zaporiya y Jersón, así como de establecer un "cordón sanitario" con territorios ucranianos añadidos para impedir futuras incursiones hacia los que ya considera Moscú como parte inseparable de la Federación Rusa.
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