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La UE abrirá delegación en la insurrecta Bengasi

La oficina europea facilitará a los rebeldes "educación, sanidad y seguridad". La Eurocámara critica la actitud de Bruselas con Siria

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Frente a una lluvia de críticas por la escasa relevancia de la Unión Europea en el norte de África, Catherine Ashton anunció ayer la apertura de una oficina en Bengasi, la capital rebelde libia. La Alta Representante para la Política Exterior defendió la gestión de la UE de las revoluciones árabes y prometió enviar a una representación de diplomáticos para "respaldar a la sociedad libia y asistirles en la construcción de su futuro".

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Ashton hizo su anuncio ante el pleno del Parlamento Europeo, convertido en su azote constante por permitir que la UE llegase tarde a la ola de revoluciones al mantener sus lazos con los dictadores hasta el último momento. La UE pide desde hace semanas la marcha de Muamar Gadafi y varios de sus Estados miembros bombardean a su régimen bajo paraguas de la OTAN.

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Sin embargo, para los parlamentarios, la UE está ahora ausente de los esfuerzos por asistir a las víctimas de la guerra, especialmente a los que huyen de ella. El lunes, los supervivientes de un naufragio denunciaban que un portaaviones europeo de la OTAN los vio pero no los rescató.

La oficina de Bengasi, sede del Consejo Nacional de Transición libio, servirá para facilitar a los rebeldes "educación, sanidad, seguridad en las fronteras: la clase de apoyo que podemos darles", aseguró Ashton. Varios países, entre ellos España, ya han enviado a la ciudad a diplomáticos.

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Si hay una prueba de que la UE llega tarde a las revoluciones es la actitud hacia Siria, según los eurodiputados. La situación allí "es un desastre" y se está convirtiendo en "un Tiananmen árabe", según el líder del grupo de los liberales, el belga Guy Verhofstadt. La UE ha impuesto sanciones contra 13 altos cargos sirios, pero no contra el presidente, Bashar al Asad.

Hoy, los ministros del Interior se centrarán en la respuesta a la crisis migratoria en el norte de África. Más de 600.000 personas huyeron de Libia por la guerra civil, especialmente a Egipto y Túnez. Hasta 30.000 llegaron a las costas europeas, ocasionando una crisis de gestión para Italia o Malta. Según un alto diplomático comunitario, la alarma lanzada por ambos países es "exagerada" y la UE "puede estar quedándose corta en su respuesta a los países del sur del Mediterráneo". Las mismas fuentes recuerdan que no hay un compromiso firme para aumentar la ayuda financiera al desarrollo de esos países, lo que alimenta el riesgo de "un régimen democrático, elegido en las urnas, pero que decida dar la espalda a Europa".

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La cumbre de jefes de Gobierno de marzo se propuso avanzar en este aspecto, y un grupo de países, entre los que está España, ha pedido un Plan Marshall para acompañar la ola de democracia en el mundo árabe.

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