Este artículo se publicó hace 16 años.
La única asignatura que le falta por aprobar al senador
Obama viaja a siete países para probar que no teme a su falta de experiencia internacional
Isabel Piquer
En Berlín o en París, Barack Obama no se dirigirá la próxima semana realmente a los asistentes embelesados por su presencia. Hablará, allende los mares, a los votantes de Colorado, Michigan, Nevada, Ohio y Virginia, estados sensibles en la carrera presidencial, que piensan que su rival republicano, John McCain, sabe más de política exterior y sería mejor comandante en jefe en tiempos de crisis.
El déficit en veteranía y experiencia internacional de la estrella demócrata es la asignatura pendiente que Obama intentará aprobar cuando regrese a Estados Unidos con su álbum de fotos bajo el brazo y la agenda de teléfonos llena de nombres extranjeros.
El programa de Obama se puede resumir en una idea y un propósito: terminar con la guerra en Irak y hacer todo lo contrario de lo que ha hecho el Gobierno republicano en estos ocho años. El resto de los objetivos se acopla a estas dos grandes líneas, en un vocabulario algo hueco y grandilocuente, como es inevitable en los discursos de política exterior.
En el discurso que pronunció el pasado lunes enumeró cinco prioridades: "Reforzar la seguridad de América; terminar la guerra en Irak de forma responsable; acabar la lucha contra Al Qaeda y los talibanes; obtener todas las armas y material nuclear de los terroristas y estados rebeldes; alcanzar una auténtica seguridad energética y reconstruir nuestras alianzas para enfrentarnos mejor a los retos del siglo XXI".
La retirada
Irak y Afganistán monopolizaron más de un tercio de la intervención. Una vez más, el candidato volvió a asegurar que retirará las tropas estadounidenses en Irak en 16 meses y reforzará la presencia en Afganistán. Y también pidió pragmatismo. EEUU no construirá una democracia perfecta antes de irse de Irak. "El auténtico éxito -recordó Obama- ocurrirá cuando dejemos Irak a un Gobierno que pueda responsabilizarse de su futuro".
El candidato recibe todas las mañanas en su blackberry un resumen de los acontecimientos internacionales del día anterior y una lista de respuestas preparadas. Sus principales asesores en política exterior -Susan Rice, Anthony Lake, Gregory Craig y Richard Danzig- han trabajado todos, a distintos niveles, en una de las dos presidencias de Bill Clinton. Lideran un grupo de 300 expertos organizados por zonas y temas. La incorporación más reciente es la Dennis Ross, antiguo mediador en Oriente Próximo con Clinton y Bush.
Los nombres que suenan compensan la escasa experiencia de Obama en temas exteriores durante sus cuatro años como senador, aparte de la personal, por su padre keniata y su padrastro indonesio. Pero más que experiencia es un problema de contenido.
El recelo de los estadounidenses a involucrarse en asuntos foráneos, más de lo que ya están, y los miedos contraídos desde el 11-S y convenientemente alimentados por el gobierno de George Bush, encajan difícilmente en el mensaje de buena voluntad de Obama. Los demócratas además siempre tienen que luchar contra su imagen de blandos en el tema bélico.
Hace unas semanas, uno de los principales asesores de McCain, Charles Black, aseguró en una entrevista, en un momento de abrumadora sinceridad, que un nuevo atentado terrorista en EEUU "sería una gran ventaja" para el candidato conservador porque centraría el debate electoral en los temas de seguridad.
Los sondeos ilustran la inquietud del electorado. Una encuesta reciente de la cadena ABC asegura que el 50% de los estadounidenses piensa que McCain sería un mejor líder en tiempos de crisis frente a 41% para el demócrata. Otra del NYT afirma que el 82% de los electores veían más a McCain en el papel de comandante en jefe.
Los republicanos han tildado el viaje de gran montaje publicitario. Pero tampoco pueden pasarse. Le criticaron por no viajar y ahora se han quedado sin argumentos. El propio McCain fue a buscar sus fotos de viaje hace unas semanas en Colombia y México, país que Obama visitará en septiembre. Pero los dos saben que al final, el tema que decidirá las elecciones será la economía.
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