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La Unión Euromediterránea de Sarkozy nace coja

El proyecto francés avanza sin que se conozca su contenido concreto

A. PÉREZ / T.DEIROS

Empezó por la Grecia antigua y terminó en la Unión Europea. A Nicolas Sarkozy no le faltaron símiles históricos ni hipérboles cuando el 23 de octubre explicó en Tánger su Unión Mediterránea, 'un sueño capaz de alzar el mundo'.

Palabras grandilocuentes para un proyecto que, en su presentación oficial el jueves en Roma, se quedó en el estadio de las intenciones.

En la declaración que suscribieron a su vez el presidente italiano, Romano Prodi, y el español, José Luis Rodríguez Zapatero, se emplaza a los países de la UE y del Mediterráneo a dos reuniones, el 13 y el 14 de julio de 2008 en París, en las que debería nacerá esta Unión.

Más allá de esta cita, sólo se sabe que el proyecto tendrá cuatro pilares: el desarrollo sostenible, el diálogo entre culturas, el crecimiento económico y social y la seguridad.

En cuanto a programas concretos, nada. Fuentes tanto de la Presidencia española como de la francesa consultadas por Público coinciden. Ahora mismo, el único proyecto es preparar las reuniones de París. En Roma, tanto Zapatero como Prodi se cuidaron de señalar que la Unión de Sarkozy no da carpetazo al Proceso de Barcelona, impulsado por España, sino que es una 'nueva etapa' de un proceso que muchos consideran enterrado.

Grandes contradicciones

Pero la idea de Sarkozy no nació con esa vocación. El presidente francés soñaba con una estructura ajena al control de Bruselas y limitada a los países mediterráneos. Esta restricción suscitó grandes reticencias en países como Alemania y también en parte de la diplomacia española.

El investigador y experto en relaciones euromediterráneas, Haizam Amirah Fernández, pone de relieve las contradicciones de los planes del presidente francés. Unos planes que vieron la luz como 'promesa electoral de un candidato a la Presidencia, sin consulta alguna' a los países interesados.

Se refiere a un discurso que Sarkozy pronunció el pasado 7 de febrero en Tolón, donde el candidato habló de su proyecto y dio por muerto el proceso de Barcelona que ahora dice respetar.

Para Amirah Fernández, 'el riesgo es que se cree otra política diseñada desde Europa sin que se consulte a los países del sur y del este del Mediterráneo'. El efecto puede ser 'contraproducente', explica. En su opinión, a pesar de sus 'graves carencias', el Proceso de Barcelona no está muerto y se debería 'mejorar lo que se ha hecho' en estos doce años.

Un nuevo mecanismo implica además la posibilidad de 'crear confusión y debilitar el proceso de Barcelona'.

'Más allá de los buenos deseos, hay que ir a los motivos estructurales que han lastrado este Proceso', recalca. Uno de ellos es la ausencia de medidas de fomento de la democracia en los países mediterráneos. Un fomento para el que ha faltado 'voluntad política' en la UE y al que Sarkozy ni ha mencionado. Aunque su proyecto pueda ser 'otro parche más', a Sarkozy le sirve para intentar dar 'un sello francés'a las relaciones euromediterráneas

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