Este artículo se publicó hace 17 años.
Venezuela cura sus heridas tras la batalla del referéndum
Mientras Hugo Chávez no se rinde y espera seguir adelante con la revolución bolivariana, muchos venezolanos se preguntan ya qué pasará el día que el presidente deje el cargo, es decir, en el año 2013.
Qué puede esperar hoy del futuro un hijo de Venezuela? En el país de las conspiraciones políticas, pocos se atreven a vaticinar algo. Les turba hacerlo y miran como si tuvieran miedo. "Cualquier cosa puede pasar", es el latiguillo cotidiano.
Los venezolanos son hermanos del recelo. Sólo hablan de lo que conocen: de la inseguridad, del consumo y de una desigualdad que no cesa, a pesar de vivir sobre un pozo de petróleo. Pero si uno les pregunta por su principal temor, la respuesta dependerá del color de la camiseta. Si es roja desconfiará de la oposición. Si es azul, de Hugo Chávez.
Thais Oropeza es "roja rojita", como se definen los chavistas, y jamás ha paseado por el Country Club, la zona residencial más exclusiva de Caracas. Tiene 18 años, el pelo ensortijado y estudia en una escuela comunitaria del barrio de Catia, uno de los arrabales sombríos que circundan la capital.
Economía informal
Cuando puede, también trabaja en uno de los cientos de mercadillos ilegales que alivian la economía doméstica de esta ciudad hacinada. Para Thais, la de hoy ha sido una jornada dura. Cinco horas al sol esquivando coches y ofreciendo perritos calientes en la bulliciosa Avenida de San Ignacio, uno de los hitos de la vida liberal de Caracas donde jóvenes impecables exhiben modelitos que cortan la respiración.
Al caer la noche mete su mercancía en una caja de cartón y se aleja satisfecha contando sus ganancias: el equivalente a 10 euros. "Estoy a muerte con el Comandante Chávez. Creo que ha sido una derrota ajustada, por culpa de algunos malinches (traidores) que se vendieron a los gringos. Ahorita habrá que dar otros pasos porque la revolución no puede detenerse y la vida pasa muy rápida, pues", afirma.
Douglas Acevedo conduce un Toyota que nunca ha circulado por Catia. Tiene 23 años, lleva una gorra de los Yankees de Nueva York y estudia Derecho en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), la barricada que el oficialismo no consigue derrotar. "Espero que el rechazo a la reforma sirva para que la oposición haga, de una vez, propuestas innovadoras que nos haga crecer como país. Ahora viene lo difícil: saber administrar esos tres millones de votos arrancados al chavismo", destaca.
Dos maneras de interpretar los nuevos tiempos de Venezuela, ahora que la paz navideña se aproxima y a la que todos se esfuerzan en respetar. Exhaustos tras varias semanas de tensión, los carteles políticos parecen viejos. Hoy, lo novedoso es ver a un Papá Noel sofocado bajo el sol del mediodía.
Mandato hasta 2013
"Hay definitivamente un cambio en el aire", comenta filosóficamente Carlos Hernández, doctor en Ciencias Políticas y Sociología. "La polarización no ha desaparecido ya que hay muchos puntos de desencuentro. El propio presidente ha afirmado que el proyecto socialista no será retirado. Así será difícil lograr avances", asegura el politólogo venezolano Ángel Medina. "El problema del presidente es que con el rechazo de la reforma, su mandato tiene fecha de caducidad: 2013", recuerda.
Pero Chávez no parece un político condenado. A pesar de los estereotipos que se han fabricado para aplastarlo, su carisma entre los venezolanos es directamente proporcional a la vulgaridad que transmite en Europa, cantando nanas o lanzando exabruptos en su programa televisivo Aló presidente, cuyo impacto sociológico nadie cuestiona.
No sólo ha ganado nueve elecciones consecutivas, en otros tantos años de mandato, sino que el poder popular que forjó en las desangeladas comunidades que devoran las zonas más pobres del país sirvió para que sus habitantes perdieran el respeto a las clases pudientes que se alternaron en gobiernos y controlaron economías hasta 1998. Sobre las ruinas de aquel bipartidismo sordo y ciego de la vieja IV República edificó su revolución.
Pablo Caccia, argentino y residente eventual en Venezuela, se enfada cuando alguien le compara el chavismo con el peronismo mesiánico. Según él, existen varias y notables diferencias. "Por un lado, Perón nunca habló, como hace Chávez, de una revolución social. Su objetivo era un pacto entre adinerados y pobres para redistribuir la riqueza de una economía floreciente como la argentina de los años treinta y cuarenta", explica.
Las Unidades Básicas que desplegó Perón en los barrios marginales del país no se acercan ni de lejos a los Consejos Comunales chavistas "que son los receptores de un poder que rompe por la mitad la intermediación de las clases medias. Traslada el ámbito de decisión política de la cúpula a la base".
Ismael García es el secretario general de Podemos, un partido socialista desgajado del chavismo cuando el presidente decidió presentar la reforma constitucional: "La Constitución de 1999, que la derecha no votó pero que ahora acepta, marca la frontera de lo que se está viviendo en el país. Entierra definitivamente la IV República y provoca el surgimiento de dos modelos revolucionarios definidos: el autocrático del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y el democrático que defendemos los demás. Esta es la primera falla a la que nos enfrentamos y de ahí deben surgir nuevos líderes", señala. Es lo que algunos ya definen como "el chavismo sin Chávez".
Fin de la invencibilidad
Las elecciones del domingo marcaron un punto de inflexión, al menos para muchos venezolanos que visualizaron que el mito de invencible que acompañaba al presidente había terminado. La oposición política ha decidido hurgar en la herida, y en un comunicado conjunto tras la victoria del ‘no' apuntaron que "el pueblo ha empezado a perder el miedo".
La alta abstención, superior al 45%, procedió de sectores oficialistas que no quisieron dar la espalda a su líder con el voto negativo y de clases medias ilustradas que, simplemente, ya no creen en nada ni en nadie. "Chávez presentó el referéndum como un plebiscito personal y tres millones de seguidores no quisieron asumir el riesgo.
Esto desencadenará críticas internas y que los delfines, gobernadores y alcaldes insatisfechos, muevan fichas para reemplazarle", añade Ismael García. El hombre mejor colocado es Diosdado Cabello, un discreto y acaudalado miembro del PSUV muy cercano al presidente, que hoy gobierna el poderoso Estado de Miranda y controla varios medios de comunicación.
Pero frente a aquellos que auguran el advenimiento de luchas fratricidas en el seno del chavismo, el ministro de Telecomunicaciones e Informática, Jesse Chacón indica que "la popularidad del presidente sigue siendo del 70% y eso es algo que se debe tener presente. Tenemos un potencial enorme y vamos a aprovecharlo".
Un detalle: el problema de desabastecimiento de productos de primera necesidad terminó al día siguiente del referéndum como por ensalmo. Desde el lunes, la leche, los huevos, el azúcar y el pollo son los reyes del mambo en las estanterías de los supermercados de la capital. La gente los coge con sorpresa. Pero pocos preguntan por qué.
Una mujer de lengua afilada cargada con dos cajas de leche andina se lo cuestiona en voz alta mientras aguarda su turno para pagar: "¿Por qué hay tanta hoy?. El encargado responde: "No sé, será cosa del Gobierno. Se acerca la Navidad, pues". Los chavistas siempre han acusado de esta crisis a los distribuidores privados que hacen malabares para estrangular el crédito del presidente entre los sectores populares. "Yo digo lo que oigo", añade el cajero con sorna.
Cambio de discurso
Lewis Pérez, uno de los estrategas más destacados de la oposición, pronostica que el país convocará una Asamblea Constituyente "porque Chávez no va a renunciar a su objetivo de implantar un modelo socialista en Venezuela". Según él, endurecerá su discurso y arremeterá contra todo aquel que le discuta la viabilidad política de vivir en permanente tensión. Sin embargo, el sociólogo Carlos Hernández vaticina un cambio de estilo en Hugo Chávez "para recuperar a los tres millones de votantes que le dieron las espalda".
A tenor de las declaraciones de los últimos días, no parece que el Gobierno entienda la reconciliación como un pacto destinado a mantener incólume las estructuras actuales del Estado. Parafraseando al ministro de Justicia, Pedro Carreño, "el objetivo es la dignificación del pueblo venezolano".
Es ahora cuando la oposición percibe el gigantesco error que cometió en 2005 cuando decidió boicotear unos comicios que otorgaron el control del Congreso a los partidos oficialistas. Ahora aguardan los tres años que restan dándose cabezazos contra la pared. Tan sólo Podemos, "la tercera vía, el puente entre la izquierda radical y la derecha", como le gusta definirse a García, plantea tímidas objeciones a las ambiciones del PSUV. Así está la democracia venezolana.
Thais Oropeza y Douglas Acevedo, dos jóvenes que no se han visto nunca, con la cabeza encharcada de dudas y sospechas, acaso estén condenados a vivir en un país dislocado si sus líderes no terminan de entenderse. De momento, ella guarda su chiringuito en una sombría calle de Catia mientras él se prepara para trabajar en un destacado bufete de abogados en el centro de Caracas.
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