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El viento da un respiro a los californianos

Comienzan a remitir las corrientes de aire caliente que han avivado los fuegos de California

ISABEL PIQUER (CORRESPONSAL)

California se consume en llamas. En los últimos cinco días los incendios han arrasado más de 160.000 hectáreas (el equivalente al 40% del patrimonio forestal español) en una franja que baja desde el norte de Los Angeles hasta la frontera con México.

La magnitud de la catástrofe se debe a una desafortunada conjunción de factores. 'Áreas muy secas, altas temperaturas y mucho viento', explicó el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, 'lo que creó la tormenta perfecta de fuego'.

Los meteorólogos prevén que el tiempo mejorará a partir de hoy y a lo largo del fin de semana. De hecho, vecinos de algunos condados de San Diego, la zona más afectada, pudieron regresar ayer a sus casas.

La veintena de focos incontrolados ha forzado la mayor evacuación de la historia del Estado, unas 900.000 personas, quemado 1.500 hogares, causado unas pérdidas por 1.000 millones de dólares y provocado la muerte de un habitante de San Diego, que no quiso abandonar su casa, y heridas a más de 70 personas.

Es la peor catástrofe natural que afecta Estados Unidos desde que el huracán Katrina arrasara Nueva Orleans en 2004. Washington y las autoridades locales quieren evitar que se repitan las escenas de apabullante incompetencia que agravaron entonces los efectos de las inundaciones y han desplegado todos los medios a su alcance.

Dos años de entrenamiento 

El presidente, George Bush, ha declarado el estado de emergencia y tiene previsto desplazarse hoy hasta la zona siniestrada.

'Estamos muchos mejor preparados', dijo el secretario de Seguridad Nacional, Michael Chertoff, 'llevamos dos años y medio entrenándonos'. Agotados, los 10.000 bomberos, que han recibido refuerzos de los Estados vecinos de Nevada, Oregon y Wyoming, no ocultaban su desesperación. 'Esto no terminará hasta llegar al océano' declaraba descorazonado el jefe de los bomberos de San Diego, Bruce Cartelli.

Pese al caos, no cundió el pánico. Los habitantes fueron avisados por un sistema de alerta telefónica instalada tras los incendios del 2003.

Al estar cortada la autopista principal entre Los Angeles y San Diego, debido a la intensa humareda, unas 12.000 personas tuvieron que refugiarse en el Qualcomm Stadium, a las afueras de la ciudad. 'Están mirando por televisión cómo se queman sus casas', declaraba a la CNN un policía encargado de la seguridad, 'están enfermos de angustia'. 

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