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Los vigilantes cibernéticos de la transición tunecina

Sami y Malek encarnan la nueva forma de hacer la revolución: proporcionaron un espacio virtual para burlar la censura de la dictadura. Allí se alimentó el descontento popular y la Primavera Árabe nació en internet

LALI SANDIUMENGE

Durante años, Sami Ben Gharbia y Malek Jadraui combatieron desde el exilio el sofisticado aparato de censura de Ben Alí, uno de los más represivos del mundo. Afincados en Holanda y París, respectivamente, ofrecieron a la disidencia tunecina una plataforma online, Nawaat (El núcleo), para expresar sus opiniones y usaron la tecnología con habilidad para airear los trapos más sucios de la dictadura. En enero, tras la huida del dictador, regresaron a Túnez. Su labor ahora se centra sobre todo en controlar la transición. 'Debemos ser vigilantes con el nuevo poder que se está formando, proteger la libertad de expresión y movilización y reforzar el rol de la sociedad civil e internet', dice Sami.

Un año después de la caída del régimen, internet es libre y Nawaat se ha convertido en una asociación, cuenta con un equipo de diez miembros y 50 colaboradores, y se ha instalado en un bonito edificio a cuatro pasos de la plaza de la Kasba, centro de acampadas y protestas y que acoge la sede del primer ministro. La infor-mación sigue siendo su materia prima y desde aquí forman a blogueros y ciudadanos en un periodismo independiente y de investigación.

Combatieron a Ben Alí organizando debates online de sus opositores, como el hoy presidente

La actividad sigue siendo frenética, aunque no tanto como en 2004, cuando Sami, junto a Centrist y Astrubal, los seudónimos que usaron durante la dictadura los hermanos Sofiene y Riadh Guerfali, afincados en Canadá y Francia, abrieron Nawaat, primero como un portal y un foro y más tarde como blog colectivo.

Malek, que estudiaba Gestión Financiera en la capital francesa, se sumaría un poco más tarde, tras haber mantenido una revista y un portal, Le Libre Tunisien, que fue destruido por el régimen. Entonces, recuerda Sami, pasaban las noches enteras ante el ordenador y casi ni salían.

Visto en retrospectiva, lo más sorprendente es que ninguno de ellos, salvo Astrubal, es programador o experto en las nuevas tecnologías. Aprendieron usándolas. Y por necesidad. Sami descubrió el poder de la red tras huir de Túnez en 1998. 'Empecé a informarme en internet para apoyar mi solicitud de asilo en Holanda y allí encontré portales de activismo tunecino', explica. En 2002 abrió un blog personal y empezó a colaborar en TUNeZine, el sitio que creó el desaparecido Zouhair Yahyaoui, Ettounsi (El Tunecino), el primer activista digital de la región árabe en ir a prisión.

Al difundir lo revelado en Wikileaks sobre Túnez, prepararon el camino para la revuelta

Nawaat ha recibido el reconocimiento por su labor en defensa de la libertad de expresión. Los premios le han llovido. Pero el mérito de estos blogueros tan influyentes no es tanto el que jugaron durante la revuelta de Sidi Bouzid como el que desempeñaron para preparar el camino del levan-tamiento. Justo antes de que se inmolara Mohamed Bouazizi, pusieron en marcha Tunileaks, que recopila los cables que enviaron los dos últimos embajadores de EEUU en Túnez al Departamento de Estado. Durante las protestas, actuaron como puente entre Túnez y el mundo, difundiendo y editando la información y las imágenes que los tunecinos grababan en la calle y colgaban en Facebook, para que fueran accesibles a la prensa internacional, especialmente Al Yazira y France 24. De 10.000 visitas diarias, pasaron esos días a 80.000.

Pero esa labor de contrapropaganda había empezado mucho antes, cuando difundir la información, 'el primer enemigo de la dictadura', se convirtió en su arma para combatirla. Nawaat funcionó al principio como un foro para la disidencia y una base de datos de la represión. 'En ese momento, la sociedad civil y los partidos no se tomaban muy en serio internet y no tenían sus propios portales, así que los sitios alternativos como Nawaat eran un espacio donde se podían comunicar con la gente y los internautas', recuerda Malek. Nawaat fue muy útil, por ejemplo, organizando debates online con figuras destacadas de la oposición, como fue el caso del actual presidente, Moncef Marzouki.

Para ello, tuvieron que librar una batalla desigual contra la censura. Túnez fue el primer país en tener acceso a la red de la región, pero también el primero en aprobar legis-lación y poner en marcha la tecnología para dominarla. 'Tras la revolución, un ingeniero nos contó que esperaron dos años a abrir internet al público porque los formaron antes para controlarla', explica Malek, que cuenta que la Agencia Tunecina de Internet mandaba a diario al Ministerio de Interior cintas con todos los emails enviados a través de servidores locales.

Hicieron accesibles a la prensa mundial los vídeos que grababan los ciudadanos en la calle

El régimen se aseguró el control con un cóctel de medidas tecnológicas y métodos a la vieja usanza: inti-midando y persiguiendo a los imper-tinentes, filtrando contenidos, inter-firiendo en los blogs y los foros o, directamente, destruyéndolos.

Nawaat fue bloqueado un mes después de nacer y fue hackeada y sus archivos borrados en más de una ocasión. 'Sabían lo que pasaba y en cuanto había otro portal activo, lo bloqueaban', asegura Sami. Pero si se trataba de jugar con el gato, los ratones eran muy hábiles: en 2006 desvelaron con un mashup de Google Maps uno de los secretos mejor guardados de la dictadura: la localización de las cárceles y las historias de los prisioneros que contenían.

La censura convirtió a la joven generación digital tunecina en un ejército de hackers experimentados. 'La gente aprendió poco a poco a usar proxies y esta cultura técnica se propagó hasta que se convirtió en normal', afirma Sami. Malek calcula que, a pesar de estar bloqueado, Nawaat recibía miles de visitas cotidianas desde el país. Ellos mismos, de hecho, editaron una guía de trucos para sortear la censura y formaron a mucha gente en su utilización. Y no sólo a tunecinos. A lo largo de los años, Nawaat ha entrenado a blogueros de todo el mundo y ha contribuido con la ayuda de plataformas internacionales, como Global Voices, en la que Sami colabora en urdir una red de alianzas del activismo digital regional y global que está jugando un papel relevante en la Primavera Árabe.

Aunque ahora están absortos cada uno en su revolución, los blogueros árabes se han apoyado para promover el cambio. Un ejemplo: cuando Mubarak cortó internet y silenció Egipto hace un año, algunos viajaron al país cargados con módems y conexiones por satélite para ayudar a sus compañeros.

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