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Con Wagner o sin Wagner, la contraofensiva ucraniana no acaba de cuajar y la OTAN observa preocupada

La OTAN reconoce la feroz resistencia rusa ante la contraofensiva de Kiev, que se ve incapaz de presentar en la próxima cumbre de la Alianza en Lituania una victoria significativa que avale sus aspiraciones a entrar en el organismo.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, durante una conferencia, a 7 de junio de 2023.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, durante una conferencia, a 7 de junio de 2023. Olivier Matthys / EFE

A la inquietud de los aliados occidentales de Kiev ante los tímidos avances de la contraofensiva en marcha del ejército ucraniano, el presidente Volodímir Zelenski ha indicado que él mismo habría querido que este contraataque hubiera empezado antes, pues le habría dado menos tiempo a Rusia a blindarse en los territorios ocupados desde el comienzo de la invasión, el 24 de febrero de 2022.

La preocupación de los ucranianos y sus aliados occidentales se agudiza cuando los efectos del motín protagonizado por el Batallón Wagner de mercenarios a sueldo de Moscú deberían haber impactado de una forma más contundente en la marcha de la guerra. En teoría los paramilitares de ese grupo han dejado la línea del frente ucraniano, especialmente esos puntos, como la zona de Bakhmut, donde su contribución bélica había sido decisiva en los últimos meses.

Pero con unidades Wagner o sin ellas, el ejército ruso está resistiendo la contraofensiva del ejército ucraniano y las fuerzas de Kiev no parecen haber aprovechado tácticamente el fracaso de esa sublevación de los paramilitares del oligargca Yevgueni Prigozhin el pasado 24 de junio, ni del supuesto repliegue de las unidades mercenarias desde la zona de guerra.

Zelenski atribuye la lentitud de la contraofensiva a las minas rusas

En una entrevista con el canal estadounidense CNN, el presidente ucraniano ha admitido que la contraofensiva lanzada a principios de junio debería haber comenzado antes y que para ello los aliados tendrían que haber proporcionado antes a Ucrania las armas que requería su ejército, como había pedido el propio Zelenski.

"Le dimos a nuestro enemigo el tiempo y la posibilidad de sembrar más minas y preparar sus líneas defensivas", ha explicado Zelenski.

Las palabras de Zelenski responden a la preocupación mostrada esta semana por el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ante los pocos avances obtenidos por la contraofensiva. Las fuerzas ucranianas "se enfrentan a un terreno difícil y a una resistencia rusa atrincherada", con "muchas líneas defensivas preparadas de antemano", ha reconocido Stoltenberg. Tal situación, en palabras del jefe de la OTAN, "por supuesto, ha afectado el ritmo del progreso" y evidencia que “las guerras son difíciles de predecir".

EEUU considera acelerar la contraofensiva con bombas de racimo

Los ucranianos venían reclamando el suministro de aviones de combate F-16, de fabricación estadounidense, y de armas más contundentes, pero de momento, ni siquiera el prometido entrenamiento de los pilotos que manejarían esos cazas está teniendo lugar. Eso sí, Estados Unidos en contrapartida está considerando el envío a Ucrania de bombas de racimo, un tipo de proyectiles de efecto devastador, sobre todo si cae en zonas con población civil, como ha condenado en numerosas ocasiones la ONU.

Si antes Ucrania denunciaba el uso por Rusia de este tipo de armamento, ahora los militares ucranianos están reclamando a EEUU su suministro a gran escala. Es más, según el informe de una comisión de Naciones Unidas, los ucranianos ya usaron bombas de racimo contra los rusos entre marzo y septiembre pasados en los ataques para recuperar la ciudad de Izium, en el norte.

Este tipo de munición puede ser disparada por los cañones de 155 mms que EEUU ha suministrado a Ucrania como parte de los más de 41.000 millones de dólares en armas entregados por Washington a Kiev desde que comenzó la guerra. Al estallar, estas bombas se esparcen en forma de racimo con innumerables pequeños proyectiles y la devastación es total, sobre soldados o civiles. Las bombas que no estallan en el momento del impacto pueden hacerlo más tarde, cuando se está atendiendo a los heridos.

EEUU no ha firmado la Convención para la prohibición de este tipo de munición, como sí han hecho un centenar de países. Aunque el Congreso sí ha restringido la entrega de este armamento por parte del Pentágono a terceros, la Casa Blanca está considerando ahora ese suministro a Ucrania de la misma forma que ya hizo con los proyectiles de uranio empobrecido, muy eficaces para atravesar cualquier tipo de blindaje, al tiempo que contaminan las zonas donde son disparados.

Según dijo la semana pasada la jefa del Pentágono para Europa, Laura Cooper, este tipo de munición de racimo "sería de mucha utilidad, especialmente contra las posiciones atrincheradas de los rusos".

Los rusos no esperan quietos y lanzan sus propios ataques

Que la contraofensiva no va bien es algo que nadie quiere admitir y menos aún decir en voz alta. Pero no solo no avanza al ritmo que debería en la zona de Zaporiyia. Los rusos no esperan inmóviles en sus trincheras y están lanzando sus propias ofensivas en los alrededores de Bakhmut, ciudad que cayó en sus manos al fin de la primavera.

Hace unos días, la viceministra ucraniana de Defensa, Ganna Maliar, expuso la situación en toda su gravedad en Telegram. Maliar reconoció que las fuerzas rusas avanzan en cuatro zonas del este, en concreto "en los sectores de Avdiivka, Mariinka, Liman y también en Svatovoe", mientras que el ejército ucraniano había logrado “algunos avances” en el sur.

Según la viceministra, "la situación es bastante complicada", con "feroces combates por doquier", la presencia de minas activadas por control remoto por los rusos y el refuerzo de la línea del frente con nuevas unidades de reservistas.

Sobre los logros ucranianos, Maliar no dio mayor detalle, aunque dijo que las fuerzas de su país avanzan, "con éxitos parciales", al sur de Bakhmut y cerca de Berdiansk y Melitopol, dos de las mayores ciudades ucranianas en manos rusas en la región de Zaporiyia.

Si Ucrania no es capaz de doblegar la intensa resistencia rusa, la contraofensiva corre el riesgo de estancarse y, como dijo recientemente el expresidente ruso Dmitri Medvédev, la guerra podría alargarse años. Y el Kremlin se está preparando para tal eventualidad.

Los rusos bombardean el oeste de Ucrania

Al tiempo que los combates no dan un claro ganador en la línea del frente, se han intensificado los bombardeos rusos, incluso en ciudades muy alejadas de ese frente, como Leópolis, alcanzada este jueves por misiles que dejaron al menos cuatro muertos. Leópolis o Lvov está situada en el oeste de Ucrania, en las cercanías de la frontera polaca.

Para desviar la atención sobre la falta de éxitos militares ucranianos de envergadura, el jefe del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, Oleksí Danílov, ha señalado que en estos momentos sus fuerzas están empeñadas en provocar "la máxima destrucción" en las unidades rusas "de recursos humanos, equipamientos, depósitos de combustible, vehículos militares, puestos de comando, artillería y defensa aérea del ejército ruso".

Seguramente el mismo objetivo que buscan las fuerzas del ejército ruso, que diariamente también informan sobre la destrucción de las infraestructuras básicas de las fuerzas ucranianas. Es decir, lo que persigue cualquier ejército en cualquier guerra.

Pocos méritos ucranianos ante la cumbre de la OTAN en Vilna

Todas las miradas están puestas en la cumbre que la OTAN celebrará en Vilna los próximos 11 y 12 de julio, a la que Zelenski esperaba aportar algún anuncio significativo sobre el curso de la guerra. La principal noticia ahora es que la contienda se va a alargar mucho en el tiempo, devastando más si cabe Ucrania, dañando de manera irreparable su economía y suponiendo una mayor carga para las arcas europeas y estadounidenses, sin visos de solución a medio plazo.

Los propios estadounidenses, dispuestos a seguir suministrando armas al Gobierno ucraniano al mismo tiempo que su industria armamentística seguirá vendiendo a los europeos las armas que éstos envían a Ucrania o con las que reponen sus arsenales vacíos por sus suministros a Kiev, ya han señalado que no garantizarán en Vilna una pronta adhesión ucraniana a la OTAN.

El presidente francés, Emmanuel Macron, ha reafirmado esta semana su apoyo a Zelenski y la necesidad de establecer una ayuda duradera a Kiev en materia de defensa, pero tampoco ha querido comprometerse a nada que apunte en la dirección de la incorporación de Ucrania a la OTAN.

Más diáfano lo ha dicho el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, quien la subrayado que las condiciones previas para la adhesión de Ucrania a la OTAN solo podrán definirse una vez que haya concluido la guerra.

Pistorius ha sido claro: "Durante mis recientes encuentros con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, de nuevo coincidimos en que la Alianza no debe convertirse bajo ninguna circunstancia en parte de este conflicto (de Ucrania)".

Por eso, ha agregado, "no podemos responder a la cuestión sobre la adhesión de Ucrania a la OTAN mientras siga habiendo guerra en Ucrania. Solo después, y creo que así pensamos los 32 aliados con Suecia incluida, decidiremos junto a Ucrania sobre las condiciones de su incorporación a la Alianza".

El Gobierno de Kiev había considerado como una de sus máximas aspiraciones que esa invitación a unirse a la OTAN se concretara en la cumbre de Lituania la próxima semana. No parece que ese vaya a ser el caso, salvo que la Alianza Atlántica en pleno decida ir a la guerra contra Rusia.

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