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"Ya no eres un monje, ahora eres un tipo normal con la cabeza rapada"

Los monjes budistas detenidos por la Junta militar birmana han comenzado a relatar la brutal represión que han sufrido durante sus encarcelamientos

Agencias

Los monjes budistas detenidos por la Junta militar birmana han comenzado a relatar la brutal represión que han sufrido durante sus encarcelamientos.

Los militares les trataron peor que a los animales. 'Estábamos 400 de nosotros metidos en una misma sala, sin baños, sin cubos y sin agua para lavarnos. No había camas, ni bancos ni jabón. No había nada', cuenta un joven monje de 24 años que prefiere no dar su nombre por temor a nuevas represalias.

Los militares se vengaron de las marchas pacíficas de los monjes con un trato inhumano. 'La sala era tan pequeña que no podíamos tumbarnos todos a la vez. Teníamos que hacer turnos para dormir. Cada mañana a las 8 nos traían una taza de agua y un cubo de arroz del que teníamos que comer con las manos. Al cabo de unos días el olor era tan desagradable que muchos de nosotros no podíamos ni comer', cuenta el joven monje.

Al llegar al centro de detención, una antigua escuela al norte de Rangún, los monjes se tenían que quitar sus túnicas de color azafrán y ponerse vestimenta de presidiarios.

Durante los interrogatorios las palizas eran habituales. Si la respuesta no satisfacía al militar el religioso recibía un golpe en la cabeza o una patada.

'Si alguien se identificaba con el pronombre de monje era abofeteado', cuenta otro monje al periódico británico Independent. 'Ya no eres un monje, ahora eres sólo un hombre cualquiera con la cabeza rapada', les espetaban los interrogadores.

Miles de detenidos

Los militares no hacían muchas diferencias entre los religiosos. 'Había niños menores de diez años, el más pequeño tenía siete. Algunos recibieron palizas que les dejaron heridas abiertas que nadie les pudo curar', relata el monje birmano.

El pasado fin de semana los militares dijeron que habían liberado a más de la mitad de los 2.170 detenidos durante las manifestaciones que pedían la apertura democrática del régimen. Los grupos opositores estiman que los detenidos están entre 6.000 y 10.000.

La junta admite que durante las represiones de las marchas de los monjes murieron diez personas. Aunque los Gobiernos occidentales consideran que la cifra es muy superior.

La represión también alcanzó a los ciudadanos que sin ser religiosos asistieron a las marchas o aplaudieron a los monjes. Los militares grabaron con cámaras a los asistentes a las manifestaciones y se presentaros días después en sus casas para detenerlos.

Una joven de Rangún cuenta como una mujer que vitoreó a los monjes durante 30 segundos, fue detenida días después y golpeada por los militares

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