Cargando...

"Soy Yusra. Soy una refugiada y estoy orgullosa de defender la paz"

Una nueva vida

Publicidad

Yusra Mardini, nadando en los JJOO. / UNHCR

MADRID.- Mi nombre es Yusra. Sí, la chica que nadó para salvarse y después nadó en las Olimpiadas. Ahora, quiero contaros mi otra historia. Va sobre mi otro nombre, mi otra identidad. Ya veis, mi nombre es 'refugiada'. Al menos, así es como me llaman. A mí y a los otros 21 millones que nos hemos visto obligados a huir de la persecución, la guerra y la violencia.

Publicidad

La guerra me dio un nuevo nombre, un nuevo papel, una nueva identidad: refugiada. De repente tuve que irme, dejar todo, escapar para vivir. Deja tu casa, familia, amigos y corre. No fue hasta que había cruzado la frontera cuando me di cuenta que había perdido más que mi casa y todas mis posesiones. Había perdido mi nacionalidad, mi identidad, mi nombre. Ahora era una refugiada.

Click to enlarge
A fallback.

Ninguno estábamos preparado para ese viaje

Ninguno estábamos preparado para ese viaje. Los rezos desesperados en el mar, la larga travesía, la humillación de la alambrada. Sabíamos que, a pesar de lo duro que era, no había vuelta atrás. Lo habíamos perdido todo, no teníamos otra elección que seguir corriendo, en busca de refugio, de paz.

Publicidad

Y entonces, de golpe, el viaje terminó. Estábamos a salvo. En algún lugar, en una tienda, un campo, un refugio, comenzó la siguiente etapa: la larga espera. Creo que en ese momento fue cuando nos rompimos. No hacíamos otra cosa que llorar por lo que habíamos perdido. Sabíamos realmente lo que significaba ser refugiados.

Yusra (izquierda) en su viaje de Grecia a Alemania | UNHCR/LAM DUC HIEN

Una nueva vida

Así que aquí estamos, en una nueva vida que ninguno de nosotros sabe cuánto durará. De media, pasaremos 20 años en el exilio, sin pertenecer nunca a ningún lugar, sólo esperando el final de la locura para que podamos volver a casa. Eso es la mitad de la vida, perdida, sin ser otra cosa que extraños en una tierra extraña.

Publicidad

Luchamos con nuestras vidas. Luchamos para estudiar, trabajar, aprender un nuevo idioma, integrarnos.

Luchamos con nuestras vidas. Luchamos para estudiar, trabajar, aprender un nuevo idioma, integrarnos. A menudo las barreras son demasiado altas, las opciones se amontonan contra nosotros, pero sabemos que debemos sacar lo mejor de este giro extraño e inesperado en nuestras vidas. Sacar lo mejor de ser un refugiado.

Publicidad

Ésta es nuestra lucha. Pero no es sólo nuestra, también es tuya. Muchos de vosotros ya sabéis lo que esta en juego. Por mi parte, en los próximos meses asumiré un nuevo papel. Tengo un importante mensaje que enviar. Los refugiados no desapareceremos, seremos más. Si la humanidad quiere afrontar el reto, debe conocernos por quienes somos en realidad.

Yusra habla en nombre del equipo de refugiados | UNHCR/BENJAMIN LOYSEAU

Olvido

En algún momento, algunos de vosotros perdisteis eso de vista. Cuando nuestras muertes en el mar se volvieron normales, nuestra miseria en las fronteras algo común. Nos desvanecimos, empujados tras puertas cerradas. A veces, una imagen verdaderamente horrible os obligó a encarar nuestro sufrimiento. Un bebé muerto en la arena de la playa, la cara de un niño aturdido y ensangrentado en una ambulancia. Y después, la vida sigue. Muchos nos olvidáis.

Publicidad

Los que nos tienen miedo son los que más gritan

El silencio deja espacio para que crezcan otras voces, las de quienes nos tienen miedo y nos odian porque parecemos diferentes, hablamos diferente, rezamos diferente. Los que nos tienen miedo son los que más gritan. Difunden viejas mentiras sobre nosotros, dicen que elegimos venir aquí, porque somos codiciosos, peligrosos, criminales, que amenazamos vuestra forma de vida.

Publicidad

¿Quiénes somos?

¿Quiénes somos? Seguimos siendo médicos, ingenieros, abogados, profesores, estudiantes. Seguimos siendo madres y padres, hermanos y hermanas. Fue la violencia la que nos dejó huérfanos. Fue la guerra la que nos convirtió en padres aterrorizados, que sacrifican todo para salvar a nuestros hijos de una masacre. Fue la persecución la que nos hizo irnos de casa para buscar la paz.

Publicidad