El auge del 'true crime' y el negocio de la violencia con sesgo machista
La explosión de este género en nuestro país suscita un debate sobre los límites éticos de mercantilizar la violencia, mayoritariamente machista, y la posibilidad de responsabilizar a las mujeres de su propia seguridad.
Madrid-
El auge del true crime suscita un debate sobre los límites éticos de explotar comercialmente la violencia. En su mayoría, violencia contra las mujeres pero también contra colectivos vulnerables. Desde la miniserie de Netflix de El Rey del Cachopo que toma partido por un feminicida, hasta la forma en la que se construyen las leyendas de los asesinos en serie como Jack El Destripador, Ted Bundy o Jeffrey Dahmer. Pero, ¿hasta qué punto puede este género reproducir sesgos?
En el centro de estas narraciones están los feminicidios, normalmente tratados sin perspectiva de género
Los casos de asesinatos recreados en forma de true crime están entre las primeras opciones para ver o escuchar en cualquier plataforma. En este estilo de no ficción, que atrae a millones de personas, se acerca al público un caso de un crimen real. En el centro de estas narraciones están los feminicidios, normalmente tratados sin perspectiva de género.
La investigadora y politóloga Nerea Barjola, autora del libro Microfísica sexista del poder, considera que este fenómeno perpetúa roles y encarna un nuevo modelo para aleccionar a las mujeres en el terror sexual. "Hay un hábito de hacer leyendas de narrativas violentas, como con Jack El Destripador, sin un análisis más allá. Ficcionar la realidad permite filtrar la manera de reflejar la violencia machista y evita repensarla en términos políticos", explica.
En su libro, que estableció las bases para entender cómo se representa y espectaculariza la violencia machista, Barjola estudia pormenorizadamente la cobertura mediática que se le dio al caso Alcásser y su influencia en generaciones de mujeres. Aquella representación culpaba a las mujeres por salir solas de noche, hacer autostop o atreverse a trasgredir las normas de género.
Nerea Barjola, politóloga: "En el 'true crime' no te dicen que un asesino mató a una mujer, les hacen a ambos una radiografía y reproducen en ella los sesgos patriarcales"
"Parece algo inocuo, o ficcionado, y en realidad están presentes todos los marcos interpretativos de las relaciones de poder y sociales, los privilegios masculinos, etcétera. En el true crime no te dicen que un asesino mató a una mujer, les hacen a ambos una radiografía y reproducen en ella los sesgos patriarcales. Son un mecanismo para perpetuar las violencias machistas que existen", explica.
La mayoría de oyentes son mujeres
El fenómeno es tal que posiblemente la persona que se sienta a nuestro lado en el transporte público con cara amigable a las ocho y cuarto de la mañana esté escuchando cómo un asesino en serie descuartizó el cuerpo de varias de sus víctimas. Y lo más factible, según las estadísticas, es que sea una mujer y que, para más inri, haya encontrado en el true crime una forma de detectar posibles métodos de supervivencia ante potenciales agresores.
En opinión de la profesora de los estudios de la Comunicación y la Información de la Universitat Oberta de Catalunya Elena Neira, es la propia realidad social la que sesga la temática del contenido. La mayoría de los asesinatos los cometen hombres y son las mujeres las que se identifican como víctimas. Aún así, Neira cree que el aleccionamiento es más el resultado que el fin en sí mismo. "Depende del tono. Efectivamente, pueden ser una manera de decirnos que no nos subamos a un coche como pasó con el caso Alcàsser. Pero también señalan las red flags, los patrones de control de los agresores, como el gaslighting, el love-bombing, etcétera", explica.
Silvia Cosio, creadora de podcast de 'true crime', los ve como una forma de entender las violencias machistas
Según el informe, Atrapadas por el true crime: por qué las mujeres se sienten atraídas hacia historias de violaciones, asesinatos y asesinos en serie (2010), que analiza el apogeo de este estilo en el mercado literario estadounidense, las consumidoras son mujeres que se identifican con los relatos y buscan formas de evitar convertirse en víctimas.
Existe cierto enganche a encontrar respuestas a la violencia. En él, se ve reflejada Silvia Cosio, licenciada en Filosofía y creadora del podcast de Punto Ciego, en donde analiza al detalle y desde la perspectiva de las víctimas; asesinatos, guerras y matanzas históricas. A Cosio le cuadran las estadísticas. Su público es mayoritariamente femenino: casi un 70% de mujeres de entre 25 y 60 años.
La creadora cree que podría ser una manera de ponerse una "coraza" frente a las violencias que acostumbran a vivir las mujeres y encontrar una explicación. Por eso, tiene mucho cuidado de que sus guiones no caigan en un relato infiel o irrespetuoso con las víctimas. "Me molesta cuando el relato se hace desde el punto de vista del asesino. Entiendo que alguien como Jeffrey Dahmer pueda llamar la atención pero, al final, se le acaba idealizando, o incluso, sexualizando. ¿Y a sus víctimas? No se cuenta su historia", apunta. En el caso de Dahmer operó el racismo, el clasismo y la homofobia. Asesinó a 17 hombres, la mayoría negros, latinos y asiáticos. Netflix hizo un true crime sobre él en 2022. Fue el tercer producto más visto en toda la historia de la plataforma.
"Y, mientras nosotras consumimos, ¿qué hacen ellos? Porque el capital y el ocio continúan siendo privilegios masculinos", apunta Barjola
Barjola, por su parte, pone en duda que se tengan en cuenta todas las variables a la hora de analizar a público y creador. "Habría que ver todos los factores en las estadísticas. ¿Por qué son ellas las que consumen más? Y, mientras nosotras consumimos, ¿qué hacen ellos? Porque el capital y el ocio continúan siendo privilegios masculinos", recalca.
Las ‘femme fatale’ o las madres asesinas
Tampoco el fenómeno está exento de los sesgos a la hora de representarlas a ellas. El último hit de la pantalla española ha sido el Caso Asunta de Netflix, que acumula casi 12 millones de visualizaciones. Una miniserie documental que, pese a la dureza de lo que cuenta y la violencia hacia la infancia, ha dado con todas las teclas de la psicología de masas.
Al retrato de la madre asesina se une el de la femme fatale perversa que engatusa a los hombres y tiene una sexualidad promiscua. Es el caso de Rosa Peral y el relato que plasma El Cuerpo en Llamas, también de Netflix. Para Cosio es una manera de enseñar los crímenes "ejemplarizante" que muestra una Peral que no es "de fiar" porque "se acuesta con muchos hombres". Mientras que con Rosario Porto, la madre de Asunta, se evoca a la madre violenta. "Hay que tener mucha delicadeza para contar una ficción de una madre que mata a una niña. Lo que me hubiera gustado ver es cómo fallaron los servicios sociales al dar esa adopción", asevera Cosio.
¿Es posible un ‘true crime’ feminista?
Para las tres expertas hacer true crime con perspectiva feminista tiene más que ver con la propia voluntad de los creadores. Nerea Barjola es pesimista en ese sentido. "Me da la sensación de que no sería el formato idóneo porque está muy capitalizado. Yo misma quería hacer un producto audiovisual con Microfísica y no es fácil que quieran poner dinero en eso. El capital entra a poner los límites a la perspectiva feminista", recalca la investigadora.
Silvia Cosio opina que, efectivamente, algunas creadoras intentan mostrar la cara B del género lejos del sensacionalismo y con el foco puesto en las víctimas. De hecho, ella ha dedicado su última temporada a asesinatos de mujeres que ejercían la prostitución. "No se habla de su familia, que las busca y que las llora. No se habla de su vida. Ni de la homofobia ni del sexismo que hay detrás. Los propios investigadores, tanto periodistas como policías, tienen sesgos patriarcales y hay que señalarlos", relata.
Elena Neira considera que pueden conseguirse resultados positivos que denuncien investigaciones chapuceras o injusticias judiciales
Elena Neira cree que hay resultados positivos en recuperar la crónica negra. "Está el hecho de denunciar injusticias judiciales, investigaciones chapuceras, casos en los que no se ha contado con determinada visión, retomar la investigación de otros, etcétera", concluye.
Sin embargo, y mientras no haya límites a esta espectacularización, víctimas y familiares se ven expuestas a lidiar con el fenómeno. La madre de Gabriel, Patricia Ramírez, se ha visto obligada a pedir en reiteradas ocasiones —la última recientemente— que ningún productor utilice el asesinato de su hijo para hacer caja.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.