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'La amnesia de los cómplices', capítulo siete: Silvino Fernández

'Público' reproduce una de las 150 historias de maquis y guerrilleros que recopila y escribe Gerardo Iglesias

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Silvino Fernández Suárez. Foto cedida por la familia para la obra 'La amnesia de los cómplices'

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Hijo de Jacinto y Águeda, era natural de La Matona, pequeño núcleo de población que se encuentra subiendo desde Mieres la carretera que comunica con Sama de Langreo, a medio camino entre Rioturbio y Santo Emilianio. En su condición de minero y militante de izquierdas, Silvino intervino activamente en la revolución de 1934. Sin embargo, a diferencia de tantos otros, pudo esquivar la brutal represión que siguió al fracaso del movimiento revolucionario. 

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La expedición en la que iba Silvino llegó a Benavente. Allí pudieron confirmar el engaño y la traición de Aranda. Y, sin perder tiempo, emprendieron la marcha de vuelta a Asturias. Silvino y otros muchos llegaron directos a la Fábrica de Armas de Trubia, para asegurar que tan importante industria de guerra estuviera al servicio de la República. Luego combatió en distintos frentes de Asturias, hasta que se derrumbó todo el Frente Norte. 

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"Su esposa María del Pilar era confinada en el campo de concentración de Figueras"

Cuando llegó la derrota volvió a La Matona, y allí permaneció oculto una temporada. Su padre Jacinto tenía una fragua, y en ella construyeron el refugio en el que se ocultaba cuando atisbaban algún movimiento extraño en los alrededores, cuya entrada tapaban con la base de un pesado yunque. La idea estaba bien pensada, pero no aseguraba que en uno de los frecuentes registros los represores no le encontraran. Por lo demás, aquel modo de vida era tan estresante que, al cabo de un tiempo, decidió buscar amparo en el campo abierto de los montes de Polio, uniéndose a tres cuñados también "fugaos", Florentino, Joaquín y Miguel Fernández, vecinos de Polio. 

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"Entregarse suponía un gran riesgo para ellos, pero lo hacían en un intento de frenar las medidas represivas que sufrían las familias"

Su esposa María del Pilar era confinada en el campo de concentración de Figueras, Castropol, separándola de sus dos hijos y separándoles a ellos: uno tuvo que ir para La Matona, con la familia del padre, y el otro para Polio, con la de la madre, sometida esta a un insoportable acoso de las fuerzas represivas. Tras un largo período de permanencia en Figueras, uno de los guardianes del campo llevó a María del Pilar como servidumbre para su casa en Galicia (servidumbre gratuita), mientras sus hijos tenían que ser atendidos por otros. 

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