Opinión
Abascal en modo Stalin

Por David Torres
Escritor
En los alrededores del 28 de diciembre hay que andar con mucho ojo, no vayan a colarte una inocentada. Más aún cuando, en estos tiempos neobarrocos, con Trump, Milei y Ayuso a los mandos, es casi imposible distinguir entre una payasada y la realidad. Se publican cosas como que Estados Unidos va a invadir Groenlandia o que Gabriel Rufián liderará un frente de izquierdas, y no resulta fácil saber si uno está leyendo una crónica taurina, una receta de cocina o un periódico serio. En el de Pedro Jota (que es un señor con tirantes al que cualquier día le ofrecen el papel del Pingüino en la franquicia de Batman) se publicó la semana pasada una entrevista con Mago More, un emprendedor de lo más ocurrente, quien asegura que “una chica estuvo 2 años sin tomarse un café y ahora tiene 15 pisos”.
La frase, lo reconozco, es maravillosa. Posee esa rara facultad que el gran Lezama Lima denominaba “causalidad oblicua”, la conexión inesperada que estalla en un asombroso fogonazo poético, como el hombre que, al entrar en un cuarto a oscuras, “enciende el conmutador y engendra una cascada en el Ontario”. Mago More también podía haber dicho que la chica estuvo 2 años sin tomarse un café y ahora tiene 15 piercings en las orejas. O 15 ahijados en Guatemala. No hay ninguna relación entre una cosa y otra, he ahí el hallazgo genial, lo poético del asunto. Se veía venir en alguien que se llama José Luis Izquierdo, pero ha decidido apodarse Mago More, que es como si lo hubiese bautizado Chiquito de la Calzada.
Otro ejemplo bien hermoso de causalidad oblicua es el de Santiago Abascal, que estuvo 15 años sin pegar palo al agua y ahora tiene una barba y un partido político. Bueno, lo de 15 años quizá sea inexacto, lo mismo ha estado 30 o 25. No menos oblicua resulta su capacidad para irse desprendiendo de colegas y colaboradores que estuvieron a su lado en los difíciles comienzos de la formación, cuando Abascal daba mítines subido a un banco y voceando a través de un megáfono, igual que un gitano vendiendo ajos. Sin embargo, fue ponerse a surfear en la ola del Ibex y empezar a soltar lastre como Franco estrellando generales por vía aérea.
Ignacio Camuñas, Alejo Vidal-Quadras, Macarena Olona, Iván Espinosa de los Monteros, Rocío Monasterio, Juan Luis Steegman y Francisco Serrano son algunos de los miembros fundadores de Vox que fueron defenestrados o se apearon del proyecto por un motivo u otro. Uno de los pocos que resistía el aire enrarecido de la cima era Ortega Smith, que en 2022 perdió el puesto de secretario general de la organización, y que ahora ha sido despedido definitivamente a las tinieblas exteriores. No era sencillo adivinar que el verde esperanza de Vox era también verde vómito.
Desde la izquierda, la derecha, el centro derecha y la pared, a Abascal lo han acusado de muchas cosas -de vago, de acaparador, de inútil, de chapucero, de trepa, de poco leído y poco escribido, de traidor a su antigua agencia de adopción, de atractor de deshechos y nulidades- pero lo cierto es que no deja títere sin cabeza. Esta desenvoltura suya en el arte de la decapitación ni le pasa factura en las urnas ni le salpica de sangre. Sorprende que, desde el momento en que se fabricó un chiringuito propio, su trayectoria como líder recuerde a la de Stalin deshaciéndose de competidores y mariscales a base de purgas. Quién iba a imaginarlo del tribuno del pueblo que le está sujetando la banqueta al PP cuando no era más que un novio de pueblo, un pretendiente rural con la cara lampiña. Decía Muñoz Seca que los extremeños se tocan y a la postre Abascal se ha transformado en un Stalin de Todo a cien, un Stalin con barba y puro en vez de bigote y pipa: el Stalin de Amurrio.
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