Más jóvenes niegan la violencia machista. El apoyo al feminismo ha pasado del 64% al 54%. Por el año 2019, el 80% de la juventud veía la violencia de género como un gran problema. Hoy, solo el 65%. En 2019 un 80 % de las mujeres jóvenes eran feministas. Ahora, poco más de un 67%. En los hombres, se declara feminista solo un 40%. Entre ellas, tenemos casi un 8 puntos más de negacionistas y, entre ellos, un 11% más.

Pregunto… Si se ha producido este descenso en solo cinco años, ¿cuál será el panorama de aquí a las próximas elecciones, cuando parte de esa juventud ya pueda votar?, ¿cómo se ha llegado hasta aquí?, ¿hay forma de impedir esta tendencia? Esto no es más que el efecto de dar campo libre al discurso machista conspiranoico: podcast con youtubers machos alfa, medios de comunicación que han estigmatizado el feminismo y mucha campaña sucia contra las feministas. Y, cómo no, la legitimación de la ultraderecha en las instituciones, con políticas negacionistas.

Pero ahora vamos con este detalle. En lo que llevamos de año, de las 21 asesinadas, ojo a las edades de sus agresores. Casi el 10% tenía entre 30 y 40 años. El 38% tenía entre 41 y 50 años. El 24% tenía hasta 60 años. Un 10% hasta los 70 y casi el 20% hasta los 84 años. ¿Qué tiene que ver esto con el dato anterior? Pues que sí, que tenemos una juventud dando pasos atrás, más machista y más negacionista. Y sí, se hacen tertulias e infinidad de debates sobre el problema de la gente joven y que cómo pueden pensar así. Pero, por ejemplo, resulta que Vox no ha llegado por generación espontánea al Congreso o a parlamentos autonómicos. Llegó porque su discurso caló porque había una población que pensaba exactamente lo mismo. Llegó porque ya no tienen complejos de decir lo que son, porque están orgullosos. Llegó porque unos adultos antes los votaron, seguramente padres o madres de esos hijos e hijas que responden en el estudio. De la misma manera que vemos que la mayoría de los asesinos machistas de este año van de los 41 hasta los 84 años. Es decir, no es solo la juventud. Es la demostración de que el machista sin terapia lo es toda la vida y que, si es preciso, muere hasta matando.

Por eso, me preguntan muchas veces qué hacer ante una juventud cada vez más negacionista. Hablan de dar contenidos en la escuela. Y sí, puede ser el principio, pero, ¿qué hacemos con los que ya no están en el colegio, votan contra nosotras, nos matan, y nos agreden? Si los hijos retroceden es porque los padres nunca avanzaron. De poco sirve al profesorado dar un taller específico si a la salida se encuentra todo un universo mediático, cultural o familiar que lo lleva al lado contrario. De poco sirve hacer un taller si cuando llega a casa y ve el telediario con la familia, escucha decir a su padre que ya están "las locas del 8M". Tenemos un problema si seguimos reduciendo el machismo a una franja determinada para combatirlo. Esa estadística no pinta un buen futuro, pero tampoco pinta tan bien nuestro presente. Que tenemos algún que otro varón que se declara feminista porque lleva a los hijos al colegio o tiende la ropa, pero luego se siente molesto con el discurso o con determinadas generalizaciones. 

Conclusión. No es que la juventud se esté perdiendo. Es que muchos adultos nunca se encontraron y no les marcaron el camino. El machismo se hereda. Es normal la preocupación por la juventud y sus retrocesos, pero no nacieron pensando así. Preguntemos dónde aprendieron ese rechazo. No perdamos la perspectiva porque además los estudios de esas encuestas no hablan solo de adolescentes. La muestra llega hasta los 30 años. Son individuos que pueden tener ya pareja y hasta descendencia. Y pueden ponerla en peligro porque ellos no se consideran violentos y ellas no lo van a reconocer. También apunta esto la encuesta, y por eso tampoco apoyan políticas públicas de igualdad. Consideran que todo es normal y que no es tan grave. 

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Lo peor ya no es la estadística. Lo peor es la cantidad de mujeres que quedan en riesgo. Lo peor es que las cifras de asesinadas no bajarán en los próximos años. Para que luego digan en nuestra cara que "todo está conseguido".