"Puta, ladrona, secuestradora de niños, más que ladrona, te voy a estar jodiendo toda la vida hasta que te mueras y acabe contigo” podría ser la banda sonora de todo este asunto, ¿por qué no? Imagínense al candidato de Vox Carlos Flores cantándoselas aquel día de enero de 2001 a su exmujer a la puerta del colegio de los niños. Venga, imagínenselas como un rap, con los críos saliendo del centro educativo ejecutando una bonita coreografía mientras entona el coro de los alumnos: “puuuuta/toda la viiiiida”.

En la siguiente escena, una mesa barata y, a la mesa, seis señoros con todos sus atributos y dos termos. Los tres de un lado, del Partido Popular valenciano y con Mazón en el centro, llevan sendos cartapacios, que permanecen cerrados. Los de enfrente, de Vox en València, ni siquiera un boli y un papel, para qué el paripé. Todos saben ya lo que el otro quiere. Lo que el otro quiere es lo que quieren todos. Para que se produzca esa foto ha hecho falta un paso previo que, finalmente, ha acabado resultando muy provechoso para ambas partes. La política es el arte de saber volver la realidad en tu favor, y después engullirla, digerirla, que te engorde.

El paso previo es el siguiente: quedaba feo que el rapero ultra Flores estuviera a la cabeza del primer pacto entre el PP y la ultraderecha de Vox. No porque se lo vayan a quitar de en medio, sino porque es el primero, el modelo, aquel que va a servir de referencia. El Govern valenciano. Así que al pieza, con sus coros –Puuuuta/toda la viiiiiida– le van a dar otra utilidad. La política es el arte de metértela doblada y que sonrías. Se retira de la cúspide ultra en València y a cambio lo mandan al Congreso de los diputados a Madrid. Ojo al movimiento. Número uno por Valencia al Congreso, y quién sabe si dirección general al canto, quizás la Delegación del Gobierno contra la violencia de género. Gana él, sin duda. Gana VOX, que se acaba de fabricar un bonito abrigo de piel de cordero y gana el PP, quien repetirá que con VOX sí, pero no de cualquier manera y que además les ha torcido el brazo.

¡Vamos todos!: Puuuuuta/Toda la viiiiiida.

El documento del acuerdo que sale de esa mesa sin papeles, sin necesidad de ellos, es sin lugar a dudas un ejercicio de alta literatura:

Libertad para que todos podamos elegir.

Desarrollo económico para reducir el gasto innecesario e impulsar la economía.

Sanidad y Servicios Sociales para reforzar la sanidad pública y los servicios sociales.

Señas de identidad, para defender y recuperar nuestras señas de identidad.

Apoyo a las familias, para fomentar la natalidad, seguridad y promoción de las familias.

No me cabe duda de que la muy premiada escritora Marta Rivera de la Cruz sabrá apreciar con el respeto que merece la poesía que tales palabras encierran. Será ella la encargada de, en caso de ganar el PP, pactar con Vox imagino que versos parecidos. Y allí, en esa mesa para la que tampoco harán falta papeles –ya lo lamento, autora–, estará ella sentadita. La política es el arte de encontrar una Marta útil que perfume cada mesa con cadáver. Para eso está ahí ella, ahora número dos de las listas de Alberto Núñez Feijóo, una mujer, además una mujer “del ámbito de las Letras”, como alguien dijo ayer, para cubrir el fiambre de Cultura y decencia, derechos, igualdad, convivencia, elegancia, elevación.

Venga, Marta, únete tú también al coro de escolares: “Puuuuuuta/toda la viiiiiiida”.