Gustavo de Arístegui es un hombre inteligente. Y muy listo. Hace unos días le entrevistó en profundidad Mónica Terribas (recién nombrada directora de TV3) en su informativo nocturno y pensé:” huy, qué peligro”. Peligro porque desde el primer momento me pareció un hombre cabal, razonable y de argumentos sólidos. Por cierto, qué gusto da ver en la tele a dos personas serenas, capacitadas y documentadas comentando la realidad política.

De Arístegui es un hombre del PP. Y a mí el PP no me gusta, incluso diría que me produce tirria. No sufro para nada el síndrome de Estocolmo, que provoca en los maltratados un sentimiento de cierto reconocimiento hacia sus maltratadores, provocado por el miedo. Los catalanes no sólo han sido maltratados por los dos gobiernos del PP: han sido vapuleados, y la campaña atroz que este partido hizo contra Catalunya produjo unos efectos devastadores en Catalunya, pero sobretodo en el resto de España. Las grandes mentiras acerca de los catalanes que el PP proclamó a los cuatro vientos tardarán años en poder ser rectificadas. Sin embargo, para el duelo político, es mucho mejor que el rival sea listo en vez de tonto. Pasa como en el fútbol: seguro que el Real Madrid prefiere un Barça con garra a un Barça hundido en la miseria, porque a un Barça con garra se le gana con más satisfacción.

Admitiendo, pues, mi respeto por Gustavo de Arístegui, me atrevería a pedirle sólo un favor: no hable de la guerra de Irak ni de la posición inadmisible, cruel y mentirosa que adoptó el gobierno de Aznar y que usted defendió. No le conviene.