El pasado lunes, el PSOE andaluz reunió a su plana mayor de alcaldes, delegados y dirigentes en las ocho provincias andaluzas para tocar a rebato. De esta forma, recupera la vieja tradición socialista de aparcar las cuitas internas, cerrar filas y salir a ganar unas elecciones.

Y utilizo el verbo recuperar porque el 20-D hubo cuarto y mitad de a rebato: un vamos a sudar la camiseta lo justo para guardar las apariencias, para ganarle al PP pero sin llenarle la buchaca de diputados andaluces a Pedro Sánchez, no vaya a ser que se le suba la rama del perejil y se convierta en presidente del Gobierno.

Ahora, seis meses después del 20-D, la cita electoral tiene mucho más peligro. En ella no solo se la juega Pedro Sánchez. La coalición Podemos-IU puede hacerle mucho daño a Susana Díaz. La lideresa andaluza ha descuidado su flanco izquierdo por su obsesión por debilitar a Pedro Sánchez desde posiciones más conservadoras.

Y desde el otro flanco, le amenaza el PP: un auténtico ‘sorpasso’ como antesala de una posible derrota electoral en las próximas autonómicas.

La falta de gestión del actual Gobierno andaluz es un caldo de cultivo inmejorable para los populares, que sacarán a pasear su regusto por la eficacia, la eficiencia, la utilidad, la competencia, el valor, el empuje, la aptitud y la firmeza.

Pero lo más destacado del encuentro del pasado lunes es que ya algunas voces se alzaron contra la deslealtad institucionalizada que ha florecido en el PSOE.

En concreto, en Cádiz, el ex secretario regional de Organización, Luis Pizarro, criticó abiertamente unas declaraciones del presidente extremeño Guillermo Fernández Vara, que, en este arranque de precampaña, no se le ocurrió otra cosa que meterse en el jardín del liderazgo del PSOE aseverando que Susana Díaz se presentará a las primarias para la secretaría general.

Con este posicionamiento, Pizarro devolvió al socialismo democrático andaluz el rol de moderador y equilibrador dentro del PSOE. Fue por un momento, como un Despertares que reconcilió a los socialistas andaluces con su historia, como un acto de cordura efímero.

Por cierto, Fernández Vara también cose para el PP. El único barón socialista que parecía medio sensato, resulta que también tiene una tara política por diagnosticar.

Los barones socialistas se han convertido en actores de una serie de terror. Les tocas las palmas y se lanzan cuan zombis al cuello de Pedro Sánchez. Hablan hasta para radio-taxi, y sus declaraciones parecen diseñadas en Génova o en el Ibex-35.