La semana empezó con el debate, con el súper debate, con el maxi debate. Madrid contra Barça, fuego contra nieve, diente contra colmillo, Friedman contra Keynes, Pablo Iglesias contra Albert Rivera. El País no le dedicó ni una línea al día siguiente en su primera edición. Eso sí, regresaba a sus esencias pesoístas y enfrentaba a los 5,2 millones de espectadores que vieron la tertulia de bar entre podemitas y ciudadanos con una verdadera bomba progresista: "El PSOE reclamará a la Iglesia los bienes que inmatriculó sin justificar". Parece que algo así figura en el borrador del programa electoral socialista. "Reclamaremos la titularidad del dominio o de otros derechos reales sobre los bienes que desde 1998 han sido inmatriculados a favor de la Iglesia católica", señala el texto. El día anterior, Iglesias y Rivera habían coincidido en asegurar que cobrarían el IBI a los curas. Yo me andaría con más cuidado. Cada vez que España ha levantado la voz contra la curia, ha terminado bajando la cabeza. Estoy deseando que llegue el domingo para volver a misa y parecer muy beato. El asuntillo este del PSOE revisando los acuerdos con la Santa Sede me suena ya viejo. Como me suenan ya viejas todas las promesas electorales al respecto que llevo escuchando 35 años.

Andan las sotanas preocupadas, supongo, estos días. Este miércoles, también La Razón traía su portada con olor a incienso. "Susana Díaz no quiere quitar la Religión de la escuela como pide Sánchez", titulaba a cuatro. Y editorializaba hermosamente: "El PSOE vuelve al anticlericalismo para proteger su flanco izquierdo". El periódico de Francisco Marhuenda pone el dedo en la llaga mística que le ha salido al PSOE y a España con tanta religión: "El artículo 27.1 de la Carta Magna habla del derecho que garantiza a los padres 'que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones". He ahí la cuestión. El asunto está en discernir si esa 'educación religiosa' se debe o no impartir en los altares de la ciencia y la racionalidad: o sea, en las escuelas. Todos los padres españoles, que yo sepa, tienen el derecho a enviar a sus hijos los domingos a misa. Otra cosa es que sus hijos no hagan pellas. Que las harán. Pero que nos dejen los colegios en paz, coño.

Las encuestas

Nos andan equivocando con las encuestas. Cada día nos dan una distinta, así que ya ni sabemos a quién tenemos que votar o desvotar. La Razón de este lunes nos desayunaba con que "La suma PP y C's se queda a ocho escaños de la mayoría, y PSOE y C's, a 26". El miércoles, ABC respondía titulando que "El PP sigue en caída libre pero logra la mayoría absoluta con C's". Y coronaba su editorial principal: "Rajoy y Rivera deberán entenderse". Todos dan por muerto a Podemos. Desde hace ya tiempo, nuestra derecha mira con ternura a C's, el anti-Podemos. "La amenaza del populismo extremista parece conjurada", reza el periódico de Bieito Rubido. El mensaje de Pablo Iglesias "ya transmite impotencia", aseguran. No sé por qué, pero tengo la impresión de que esta asunción de papel de oráculo que viene practicando nuestro periodismo es escasamente profesional. Además, la mejor encuesta es la que nos regaló ayer la führeresa, y que La Razón recoge con beso de portada: "Merkel pide el voto para Rajoy: 'Mariano, has cogido el toro por los cuernos". ¿Para qué queremos más encuestas si tenemos esta declaración taurina tan cargada de encanto y profundidad?

Más Carmena

El columnista abecedario Jaime González tiene una fijación con Manuela Carmena y los atascos. Se conoce que este provecto vate se sacó el carnet mientras la jueza hacía la campaña, y no cogió el coche hasta que ganó, porque está el hombre emperrado en que los atascos de Madrid son una novedad que ha surgido con el nuevo gobierno. Como todos sabemos, en épocas del PP Madrid era el paraíso del automovilista. Los coches circulaban cual Fernando Alonso en Montmelò, repartiendo caramelos a los niños y generando riqueza. Desde que Carmena es alcaldesa, todo eso es un desastre: "El problema de fondo es que para el populismo los coches son los enemigos de los peatones, las carreteras de las aceras y los edificios de los parques y jardines. Toda una cadena de prejuicios ideológicos que amenaza con convertir Madrid en el paraíso de los okupas", escribe este turista capitalino accidental. Supongo que lo del tráfico es una metáfora: a la derecha, perder las elecciones siempre les ha parecido un atropello a la democracia.

El centro

Nos ilustra Fernando Rayón en La Razón, este martes, sobre el "cómico intento de PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos de hacerse con el voto del centro". A todos golpea el periodista sin piedad, pero es especialmente significativa su maza contra el PP de Mariano Rajoy, que está perdiendo sus esencias: "¡Y qué decir del PP! Pensar que es de centro porque acude a la boda de su ex alcalde gay, o porque archivan su recurso contra la ley del aborto es una simpleza. Ser de centro no es carecer de principios e ideología, sino querer un cambio que ponga fin a la corrupción de tantos años". La ultra española continúa encenagada en su odio a los maricones y a las mujeres que van por ahí provocando, como aquel Billy El Niño a quien no estamos dispuestos a extraditar. Lo que sucede es que ahora lo dismulan con mala prosa. Pero en algunos detalles se les nota que son los mismos de siempre. Lo va a tener difícil el PP para renovarse una vez que jubilen a Mariano, con el lastre de simpatizantes e ideólogos cual Rayón. Mantener una ideología sin ideas es pirueta política de difícil digestión en estos momentos en los que la gente, como pasa hambre y paro, tiene demasiado tiempo para pensar.