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Sistema electoral: las reglas del juego

La reforma del sistema electoral es una de las asignaturas pendientes de la democracia española y sus objetivos políticos la piedra angular del sistema político. Entender las opciones es fundamental a la hora de tomar una decisión informada.

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Sistema electoral: las reglas del juego. /EFE

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Un sistema electoral es un conjunto de reglas que permite convertir los votos emitidos por los ciudadanos en una distribución de escaños. Un sistema electoral requiere la especificación de distritos (en España para las elecciones generales son las provincias), una fórmula electoral (para el Congreso de los Diputados la fórmula es d’Hondt), la modalidad del voto (listas cerradas y bloqueadas para el Congreso y abiertas para el Senado), y en ocasiones también una barrera electoral (el 3% de los votos válidos emitidos en la provincia para el Congreso).

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Un objetivo puede ser facilitar que cada candidatura obtenga una representación lo más parecida posible a la proporción de votos que ha obtenido en la elección

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Un objetivo puede ser facilitar que cada candidatura obtenga una representación lo más parecida posible a la proporción de votos que ha obtenido en la elección. En estos casos los sistemas electorales producen repartos de los escaños muy parecidos a la distribución de votos, es decir, muy proporcionales. Para ello se utilizan fundamentalmente distritos electorales de gran magnitud, es decir, que eligen muchos escaños. Se busca que el parlamento sea una “foto representativa” de la diversidad política del electorado.

Un objetivo alternativo (y contrario al anterior) consiste en facilitar que del reparto de escaños resulte una mayoría parlamentaria clara

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Un objetivo alternativo (y contrario al anterior) consiste en facilitar que del reparto de escaños resulte una mayoría parlamentaria clara. En estos casos los sistemas electorales producen repartos de escaños diferenciados de la distribución de votos, sobre-representando a algunos partidos (normalmente los más votados) y sub-representando a otros (normalmente los menos votados).

La existencia de muchos distritos pequeños facilita la formación de mayorías parlamentarias, favoreciendo a los partidos grandes y perjudicando a los partidos pequeños con un apoyo electoral territorialmente disperso

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El sistema electoral beneficia a los dos grandes partidos, Laborista y Conservador, que se van alternando en el gobierno como consecuencia directa del resultado electoral (con algunas excepciones como la de la pasada legislatura en la que un parlamento “colgado” sin mayoría absoluta para ningún partido produjo un gobierno de coalición, algo muy impropio del sistema británico). Los sistemas mayoritarios de doble vuelta van también en esta dirección.

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En colaboración con:
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Contenido adicional o infografía: ver versión completa del artículo.

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