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ISIS Las heridas abiertas del ISIS en Irak

El califato de terror del Estado Islámico, que gobernó con mano de hierro un tercio de Irak y Siria, se desmoronó hace un año dejando tras de si un rastro de dolor y sufrimiento cuyas consecuencias todavía se dejan sentir en la población civil.

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JM LÓPEZ

Sharihan muestra fotos donde aparece ella junto a su hermano y su madre

La madre de la joven, de 19 años, fue asesinada por el Estado Islámico en una habitación de su casa en Sinune.

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Xelef, padre de Sharihan, trata de consolarla frente a un retrato de su madre

Cuando los yihadistas atacaron el sur de Sinjar, las montañas se convirtieron en la única vía de escape para miles de personas.

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Jiyanda, posa con un retrato de Abdula Ocalan, líder del PKK 

La joven, de 18 años, pertenece a las Unidades Femeninas de Protección de Sinjar, un grupo militar creado para mantener la seguridad en la zona e integrado sólo por mujeres.

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Dilbrin está sentada junto a sus hijos en el campo de refugiados Serdasht

La joven, de 29 años, montó junto a miles de desplazados a la montaña el campo de refugiados Serdasht, un sin fin de tiendas improvisadas y chamizos en medio de un lodazal. 

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Vista de una de las fosas comunes donde fueron ejecutados por el EI vecinos del Kojo

Cuatro años después de su liberación, Sinjar es una ciudad fantasma: el miedo recorre sus calles, y el olor a destrucción se respira en el ambiente.

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Restos de huesos humanos en una fosa común y un casquillo de Kalashnikov

Se cree que al menos 68 mujeres están enterradas en Solakh, al Sur de Sinjar.

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Restos de cráneos humanos y ropa quedan  en una fosa común en Solakh

Cuatro años después de la liberación de Sinjar, no queda ni rastro de sus 50.000 habitantes.

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