Niños, los peones más vulnerables que Marruecos usó en la crisis de Ceuta
Jairo Vargas Martín
Ceuta-
Una mujer observa a Mohamed, un menor marroquí de 17 años que duerme en el banco de los Jardines de Argentina de Ceuta tras entrar a nado a la ciudad a principios de esta semana.
Un blindado del Ejército de Tierra maniobra en la playa del Tarajal para evitar la entrada de marroquíes que se lanzan para cruzar nadando la frontera tras la retirada de la vigilancia marroquí, el pasado martes.
Efectivos de la Guardia Civil sacan del agua a un joven marroquí que intentaba nadar desde el lado marroquí de la frontera del Tarajal a Ceuta. Según las estimaciones del Gobierno, entre el lunes y el martes accedieron de forma irregular unas 8.000 personas. Alrededor de 6.000 ya han sido devuelta o han regresado voluntariamente.
Un soldado español ordena en fila a un grupo de jóvenes marroquíes, entre ellos, menores de edad, que quieren volver de forma voluntaria a su país tras varios días vagando sin rumbo y sin comida por Ceuta, a donde accedieron de forma irregular durante una crisis diplomática en la que Marruecos dejó de controlar su frontera.
Decenas de niños marroquíes esperan a que se les realice una prueba de coronavirus y se les identifique en las naves del Tarajal, improvisado punto de reunión donde se hacinan los menores ante la falta de otros espacios para su acogida o para esperar que sus padres los reclamen, ya que los menores solos no pueden ser devueltos a su país.
Decenas de niños de muy corta edad son trasladados desde las naves del Tarajal hasta el improvisado albergue de Piniers, en Ceuta, la noche del miércoles. Las autoridades han identificado a unos 800 menores de los más de 2.000 que cruzaron a nado. Muchos de ellos han sido devueltos en caliente al alcanzar la orilla española, en un procedimiento que ha levantado malestar en el seno del Gobierno central y entre las ONG de ayuda a la infancia.
Oussama, de 15 años, y sus dos amigos llegan a un parque de Ceuta donde pasarán su quinta noche durmiendo a la intemperie después de acceder a nado por la frontera del Tarajal. Se desconoce el número de niños que siguen en la calle por falta de espacio en los centros, por miedo a ser devueltos a Marruecos si acuden ellos o porque prefieren intentar llegar a la Península colándose en un ferry del puerto.
Oussama dice adiós después de entrar con sus dos amigos, todos de Tetuán, en las naves del Polígono del Tarajal. Tras días durmiendo en la calle, quieren ingresar en un centro de acogida de menores, aunque la llegada masiva de niños desde el lunes hasta el miércoles ha desbordado la escasa capacidad de acogida de la Ciudad.
Un voluntario de la Cruz Roja intenta evitar que escape un menor marroquí, al que acaba de traer del hospital por haber sufrido una agresión. Al ver a los agentes de la policía en las puertas de las naves del Tarajal sintió miedo de ser devuelto a Marruecos.
Decenas de niños marroquíes esperan a que se les realice una prueba de coronavirus y se les identifique en las naves del Tarajal, improvisado punto de reunión donde se hacinan los menores ante la falta de otros espacios para su acogida o para esperar que sus padres los reclamen, ya que los menores solos no pueden ser devueltos a su país.
Dos niños marroquíes que entraron irregularmente en Ceuta durante la crisis fronteriza se comen un bocadillo mirando a la multitud de menores que se hacinan en las naves del Tarajal, de donde escaparon por el tejado tras días de mala alimentación, falta de espacio y dormir en el suelo.
Varios agentes retienen a un joven marroquí tras un persecución iniciada por el intento de fuga del chico, al que iban a devolver a Marruecos tras descubrir que tenía 18 años a pesar de estar entre los menores hacinados en las naves del Tarajal.
Varios amigos del joven detenido cuando intentaba escapar de la nave del Tarajal lloran de impotencia tras saber que su compañero será devuelto a Marruecos.
Varios niños marroquíes descienden por un canalón tras escapar de la nave del Tarajal, donde llevan varios días en malas condiciones esperando su derivación a los desbordados recursos de acogida para menores no acompañados de Ceuta.
Dos niños fugados de la nave del Tarajal donde se apelotonaron hasta 800 menores durante la crisis fronteriza vuelven al lugar voluntariamente después de haberse comido un bocadillo en las inmediaciones. Muchos cruzaron a nado la frontera sin que sus padres lo supieran. El teléfono habilitado por la ciudad para que los padres marroquíes llamen para intentar localizar a sus hijos desaparecidos no ha dado abasto desde que el miércoles empezó a funcionar. Las reagrupaciones familias han sido escasas por el momento, aunque un número indeterminado de menores regresó voluntariamente a Marruecos durante la mañana del miércoles, cuando los soldados españoles permitían la reentrada sin ningún proceso legal ni levantar acta de su paso por la ciudad autónoma.
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