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La foto del día El PP se mueve entre el dedo acusador de Maroto y la sonrisa cínica de Hernando

Piel fina y dedo largo: Javier Maroto señala a Eduardo Fernández Rubiño, senador por Más Madrid, por decir lo que el PP no quiere que se diga ante un Rafael Hernando que contempla la escena con una pomposa sonrisa.

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    El dedo que señala el extremo del camino a la derecha

    De pequeños siempre nos enseñaron que un dedo que señala es un gesto de mala educación. Con el tiempo aprendimos que señalar con el dedo puede significar muchas cosas, pero que básicamente engloba dos actos que no tienen nada en común: acusar y estigmatizar por un lado; informar por el otro. Aunque todo depende de la intención y de la actitud, señalar sigue siendo visto en la mayoría de los casos como un gesto descortés y agresivo.

    No hay que ser muy listo para deducir que la crispación que muestra Javier Maroto, portavoz del PP en el Senado, en esta impagable imagen del fotógrafo R.Rubio pretende acusar, desacreditar y estigmatizar. "Ese de ahí me llama fascista", denuncia el dedo de Maroto. El señalado es Eduardo Fernández Rubiño, senador por Más Madrid, quien ayer en el Senado reprochó al PP sus pactos de Gobierno con Vox. "No se puede tener la mano tan larga y la piel tan fina, no se puede llamar terrorista a sus oponentes políticos y al día siguiente rasgarse las vestiduras cuando gobiernan con los fascistas", les dijo Rubiño. 

    Piel fina y dedo largo: Maroto señala a Rubiño por decir lo que el PP no quiere que se diga. Pero Maroto señala también otras cosas: señala el extremo del camino, siempre a la derecha, que debe seguir el PP y hasta puede que lo que quiera es señalar a Rubiño el camino de salida de la política. Sea lo que sea, el gesto hierático, tenso y crispado de Maroto contrasta con la sonrisa cínica, cargada de suficiencia y con un punto paternalista –como si Rubiño fuera un jovenzuelo pillado en un desliz–, de Rafael Hernando. El dedo de Maroto y la sonrisa de Hernando: dos formas diferentes de ver una misma realidad que quizás también denoten que en el PP no todo es tan monolítico como parece asegurar el dedo de Maroto.