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El asesinato de Bernabé, entre la sinzarón de 1936 y el olvido de 2015

Expulsados de sus tierras

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Un miembro del equipo de arqueólogos que ha realizado la exhumación de Bernabé, asesinado en 1936, junto a la única hija viva del hombre y Miguel, nieto de la víctima.- ARICO

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ZARAGOZA.- Bien entrada la noche del primero de noviembre de 1936, a Bernabé Serrano Ruiz, padre de once y pequeño agricultor afincado en Fuentes de Jiloca (Zaragoza), lo sacaron a rastras de su casa, entre los gritos de su mujer y el terror de sus hijos. A pesar de haber recibido aviso de Bonifacio, su primogénito, de que su nombre figuraba en una lista, Bernabé insistió en que “el no había hecho nada y no se iba de su casa”. A culatazos, los guardias civiles consiguieron meterlo en el camión junto a otro joven vecino cuya identidad, aún hoy se desconoce. Gregoria Acerete, su esposa, todavía con Leonor, su hija de ocho meses en brazos, corrió un trecho tras el camión, hasta que un guardia se bajó y le espetó: “O se va para casa a cuidar de los niños o se va al hoyo a cuidar de su marido”.

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Aterrorizada, volvió a consolar a sus hijos. Pero con las primeras luces del alba y de la mano del pequeño Pascual, de diez años, enfiló el camino por donde se había perdido el camión y llegó hasta la tapia del cementerio del municipio colindante de Velilla de Jiloca. Frente a la esquina sudeste del camposanto, la tierra acababa de ser removida. A tres metros bajo tierra, juntos tras recibir el tiro de gracia, yacían los dos cuerpos. Y así permanecieron durante casi setenta y nueve años. Hasta el pasado lunes.

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"Bernabé era un hombre de campo, analfabeto y sin inclinaciones ideológicas"

Sus familiares creen que el asesinato no tuvo connotaciones políticas ya que Bernabé era un hombre de campo, analfabeto y sin inclinaciones ideológicas. Según explica Miguel Serrano, uno de sus nietos, pudo deberse a “una discusión entre el cacique y él, en la que Bernabé se quejó de haber recibido menos dinero del acordado por sus jornales. Algo que no gustó al terrateniente.” En los tiempos que corrían, no hizo falta nada más.

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Cráneo de Bernabé, fusilado por las tropas franquistas en noviembre de 1936.- ARICO

Expulsados de sus tierras


La familia abandonó su hogar y sus pequeñas parcelas de olivares fueron expropiadas. Así pues, se trasladan a Zaragoza en 1937, donde Gregoria y sus hijos desempeñan diversos trabajos, desde el reparto de prensa a la confección de camisas. Entre los años cuarenta y cincuenta, Pascual escapa a Francia, para evitar el servicio militar. Esta huida le impedirá volver a España hasta después de muerto Franco. Por ello se establece en el sur de Francia (donde aún hoy habitan numerosos familiares) y comienza a recibir inmigrantes, exiliados y fugados españoles, entre ellos varios familiares, a quienes facilita su llegada e integración social y laboral. Tanto la parte francesa de la familia como la española “sufrieron mil miserias”.

Ante la falta de fondos, las grandes fosas permanecen en el olvido, los restos de las víctimas se deterioran, los testigos y familiares se van muriendo

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Ni una fotografía

Debido a la destrucción de documentos y fotografías, la familia no dispone de ninguna imagen de Bernabé. Aunque hay una en la que creen que aparece, se guían más por la datación de la foto y la indumentaria de los retratados que por la certeza de reconocer a su ancestro. Mediante testimonios de familiares y vecinos conocen cómo era su mirada, la forma de su boca o el ancho de sus espaldas. Pero esta ausencia, aunque dificulta el vínculo, no separa a la familia. Es más, en opinión de Miguel aunque a lo largo de los años no han mantenido un contacto estrecho, las dificultades del proceso de exhumación “han vuelto a unir a la familia” en la alegría y la satisfacción de este reencuentro.

FOSA BERNABÉ

Exhumación por crowdfunding

Capapé apunta a la falta de financiación y apoyo público como factores que han obligado a plantear las campañas de crowdfunding. Mediante la última de éstas han recaudado los 8.000 euros necesarios para abrir la fosa. A pesar de que “los socios no cobran, las exhumaciones tienen unos costes fijos como las pruebas de ADN, el alquiler de maquinaria o el trabajo de investigación.” En su opinión, “la solución no pasa porque una asociación reciba subvenciones. Aunque éstas pongan su experiencia y documentación, el trabajo debería llevarlo a cabo la Administración. Sería mucho más barato, porque contratando un equipo fijo, en dos años estarían todos los desaparecidos fuera de las fosas.”

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“Es una falta de voluntad política. Y punto. No hablamos de utopías. Si lo estamos haciendo cuatro pringadillos, ¿cómo no va a poder hacerlo el Gobierno español?"

Todos ellos coinciden en la necesidad de despolitizar las exhumaciones y la Ley de Memoria Histórica para facilitar “que los descendientes de una persona puedan localizarla, enterrarla y tener un sitio al que llevarle flores” al margen de su ideología. La pasividad institucional y la reticencia de algunos partidos tienen, para Ortiz un origen claro: “Es una falta de voluntad política. Y punto. No hablamos de utopías. Esto es muy fácil. Si lo estamos haciendo cuatro pringadillos, con nuestros propios medios y poco más, ¿cómo no va a poder hacerlo el Gobierno español? ¿Qué nos están diciendo, que nosotros tenemos más medios o más capacidad? Lo único que tenemos es voluntad.”

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