Este artículo se publicó hace 2 años.
Casado y el viejo fantasma
Pablo Iglesias
Madrid-
Pablo Casado no es un ultra. Y creo, por lo que le he podido conocer, que no es una mala persona. Cuando hemos hablado en privado siempre me pareció un tipo respetuoso y muy inteligente. Pero en política uno es lo que puede ser y la derecha española es corrupta porque la corrupción es el engranaje del poder de la derecha.
Soy licenciado en Derecho y no creo que Casado pudiera aprobar tantas asignaturas de la carrera en tan poco tiempo… Pero no por falta de brillantez; Casado es un tipo brillante y un gran orador parlamentario. Creo simplemente que en la derecha funcionan así porque siempre han funcionado así. Si tienen a su gente en la judicatura, en la academia, en las grandes empresas y en los grandes medios es para que las reglas sean más laxas con ellos que con la mayoría. Y a la gente de derechas eso no le parece del todo mal. Mucha gente de derechas, con dos cañas o sin ellas, te reconocen que si estuvieran en la posición de Ayuso también intentarían enriquecer a sus familiares. Eso ha sido la derecha española toda la puñetera vida. Del mismo modo que, en la izquierda de verdad, siempre lo tenemos todo más difícil y nos cuesta más esfuerzo conseguir las cosas. Eso es ley de vida en España y lo sabemos todos.
Pero lo que está pasando es otra cosa que va más allá de la corrupción. Hoy en la sesión de control en el Congreso ha entrado un cadáver político. Ha entrado con dignidad (a veces nada hay más digno que un cadáver) y ha pronunciado frente a Pedro Sánchez una frase muerta: "nuestra responsabilidad es ensanchar el espacio de la centralidad para que tanto PP como PSOE pudiéramos ganar en él, sin necesidad de pactos con los que no creen en España ni alianzas de los que atentaron contra él". Ojo a lo que ha dicho
Trabajar en favor del bipartidismo es quizá lo que a Casado le hubiera gustado hacer pero no lo hizo y no lo podía hacer. Hacerlo hubiera debilitado a su partido frente a la ultraderecha que ellos mismos alimentaron como reacción frente a Podemos y el independentismo. Casado tuvo que convertirse en ultraderecha aunque se le diera un poco peor que a Ayuso y si alguien piensa que Feijóo tendrá una opción diferente creo que no entiende el proceso histórico que estamos viviendo.
La derecha no solo es el PP, VOX y lo que queda de Cs. Hay también una derecha económica y mediática y también una derecha judicial, militar y policial. A todos les une reivindicar a la figura del Rey como símbolo de un Estado que debe resistir frente a la llegada de los bárbaros (Podemos y los independentistas) a la dirección del Estado. Y para defender su predominio en el Estado han asumido que la trumpista es la única vía efectiva. Su respeto por la democracia termina cuando la democracia permite que los que llaman comunistas y separatistas les disputen el Estado.
Cuando la derecha tiene miedo, empiezan a ver al viejo fantasma comunista por todas partes y entonces aparece su verdadero rostro. Por eso creo que hay que decir esta verdad incómoda: las derechas y ultraderechas políticas, mediáticas y judiciales son hoy la mayor amenaza a la democracia. Y este no es solo un problema de España.
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