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Cifuentes se da un baño en el Pequeño Caribe

La presidenta madrileña celebra un encuentro con los dominicanos del barrio de Tetuán, donde evidenció su destreza en la distancia corta y exhibió la cara amable del “nuevo PP”

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Carlos Izquierdo Torres, Cristina Cifuentes y Fernando Martínez-Maillo, en el barrio de Tetuán. / JAVIER LÓPEZ (EFE)

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MADRID.- Cristina Cifuentes podría darse un baño de masas en el barrio de Salamanca, pero ayer prefirió una ducha colectiva en el Pequeño Caribe, una zona del distrito de Tetuán donde uno de cada cuatro habitantes son extranjeros y, de ellos, la mitad latinoamericanos. Frente al punto de encuentro con los vecinos, Héctor maldice su mala suerte sentado a la entrada del locutorio Santo, donde desgrana las horas con dos compatriotas. “Nos pasamos el día en las esquinas. Alguien puede pensar que queremos estar así, aunque yo me pregunto: ¿qué hace uno encerrado en casa? Entonces sales a la calle a ver si encuentras algo que hacer, pero no hay nada”. Tiene cincuenta años y es consciente de que cada día que pasa será más complicado encontrar trabajo. Lleva ocho meses buscándolo. Es chapista y no da chapa.

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Cifuentes, como Hamelín, arrastra a los transeúntes a su paso. “¡Ay, qué alegría encontrarme con Cristina!”, suspira Teresa, también caribeña. “Me encanta. Cuando la veo en televisión, me avivo”. La comitiva crece y la flauta se los lleva a todos hasta un bar cercano, donde la presidenta madrileña agradece antes de nada la cesión del local para celebrar su encuentro con la comunidad dominicana. “Divina, muchas gracias por dejarnos este local tan divino”. Primero interviene el consejero y luego Maillo, ducho en la materia. “Nadie me va a hablar de la integración, porque la tengo en casa: mi mujer es colombiana”. Turno de Cifuentes, que se gana al público desde el minuto uno: “Sois muy importantes. Muchos sois españoles de pleno derecho y, si no, es igual, porque estáis empadronados. Y los que no, también, porque tenéis los mismos derechos”.

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Cifuentes habló más de la cuenta, pero había prometido dar la palabra a los presentes y cumplió. Las preguntas se sucedieron y, cuando podría haber cortado a la tercera o a la cuarta, pues tenía que salir pitando, el acto se dilató hasta que la llovizna se convirtió en diluvio. Fuera, la gente se cobijaba en los portales, mientras que dentro ascendía la temperatura a cada minuto. Ella prometió volver a Tetuán: “Soy de los pocos políticos que se conocen los 179 pueblos y los veintiún distritos de Madrid”, presumió después de bendecir sus medidas (tarifa plana de cincuenta euros para autónomos y abono transporte para jóvenes a veinte euros) y antes de cargar contra los Caminantes Blancos de Podemos, que según ella van a destrozar los Siete Reinos, ocho si contamos el de España.

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