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Ciudadanos, víctima de sus errores, no logra ser llave de Gobierno

Los naranjas no han conseguido ninguno de sus objetivos: ni tienen 100 escaños en la Cámara baja (se han quedado en 40) ni han vencido a Mas en Catalunya. El resultado no les da ni para poder ser la muleta del PP. Aun así, Rivera celebra "la vuelta del centro" al Congreso.

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El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, valora los resultados en las elecciones generales esta noche en Madrid. EFE

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MADRID.- La ilusión no venció al miedo. El mensaje vendido durante meses por Albert Rivera no caló entre el electorado, que dejó a Ciudadanos -con el 99,5% escrutado- con tan sólo 40 escaños de los 100 con los que soñaban al principio de la campaña y sin posibilidad de ser siquiera la llave del Gobierno. El partido ha pagado caro todos sus errores de campaña -reconocidos incluso por miembros de la cúpula- y, pese a todo, su líder se negó a darse por vencido y vendió el escaso resultado como la victoria del "centro".

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Todos dieron entonces por hecho que Rivera sería la 'muleta' de Rajoy. Pero ni a eso aspira. Sus 40 escaños no son suficientes para que, unidos a los 123 de los populares, obtengan la mayoría absoluta fijada en 176 asientos del Congreso. Pese a ello, el líder de C's volvió a presentarse como "decisivo para formar mayorías". "A partir de mañana vamos a poder cambiar la injusta ley electoral que hace que los votos no valgan igual", aventuró. Y aprovechó para culpar al sistema de su pinchazo. "Esta noche hemos visto que los votos de C's valen la mitad, que cuestan el doble que el PP o el PSOE y, por supuesto que el de los nacionalistas", se hizo la víctima.

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La campaña más larga de Rivera

Rivera siempre presumía de que se le hacían cortas las campañas, "no como a otros". Pero en esta ocasión sudó la camiseta y pinchó. No le gustan los mitines -prefiere el parlamentarismo, admite siempre- y se le notó. Hasta sus admiradores salían fríos de los actos de campaña. Con candidatos provinciales sin experiencia en política que no ayudaban a calentar el ambiente y el líder cortando a los espontáneos que le gritaban "presidente", ni los militantes más fieles resultaban satisfechos.

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